Opinión

Por que el espíritu de orgullo que emerge en Semana Santa perdure el resto del año

Queda más de un año, hasta el 10 de abril de 2025, para arrimar el hombro y sembrar esperanza

Cofrades del Yacente

Cofrades del Yacente / JOSE LUIS FERNANDEZ

Zamora despide hoy su Semana Santa entre sollozos, por la nostalgia ante las procesiones que la lluvia ha dejado encerradas en sus templos de salida o condenadas a un recorrido corto, más de la mitad de las 17. Tras uno de los otoños más cálidos desde que existen registros en la provincia, la primavera no ha regalado esta vez estampas coloridas, sino incidentes por el viento y, lo más sentido, la impotencia de los cofrades, pero también de toda una capital y provincia que toma las calles para sentir su propia Pasión, la que descubren los miles de visitantes que estos últimos días han abarrotado plazas y rúas.

Más allá del sentimental, el balance económico arroja cifras rojas. Demasiadas expectativas puestas en tan solo nueve días: contratos de trabajadores, reservas anuladas, terrazas desmontadas… Las inclemencias meteorológicas se producen en cualquier lugar y momento. No entienden de destinos de playa o enclaves paradisíacos que pueden terminar devastados por los “caprichos” de la naturaleza. Es Domingo de Resurrección y toca levantarse con el mismo sentimiento de orgullo que hace justo una semana aupaba las palmas para recibir a "Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén".

El espíritu de pertenencia que se contagia entre todos y cada uno de los zamoranos con la Semana Santa conviene que perdure el resto del año, como las invitaciones a amigos y familiares, las largas colas de espera para comprar dulces típicos en pequeñas tiendas de barrio, la paciencia para ver pasar las procesiones y hasta las charlas en las filas donde se entablan amistades. Zamora es su Semana Santa, sí, pero sobre todo es una tierra rica en patrimonio cultural, etnográfico, arquitectónico, natural o gastronómico. Un lugar en el que merece la pena adentrarse de la mano de sus mejores embajadores, los propios zamoranos.

Con la Resurrección Zamora levanta la cabeza y encara un camino en el que nadie sobra, y que la lluvia no podrá empañar

La Pasión de estos últimos días sigue intacta junto al alma de niños y mayores, donde se esconde la alegría, la fuerza para cargar con los pasos, el fervor de procesionar durante horas, y donde comparten espacio con otras muchas imágenes: preparar la túnica de los hijos, estrenar el medallón como han hecho los ancestros durante generaciones, los nervios de las hermanas y cofrades que procesionarán por primera vez en cofradías en las que antes solo podían participar como espectadoras para ver pasar a abuelos, padres, hermanos, novios, maridos… Una evolución, la de la incorporación de las mujeres, que ensalza a la Semana Santa de Zamora, que ha sabido crecer desde que existen documentos que hablan de ella, en 1273, y que la convierten en una de las más antiguas de España. De aquellas manifestaciones populares bebieron ya en el siglo XIV las primeras cofradías encargadas de escenificar la festividad, aunque ninguna de ellas perdurase en el tiempo. Ya en 1508 se redacta el primer documento escrito sobre la existencia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Zamora, la más antigua con los 516 años que acaba de cumplir.

Mucho ha llovido desde que los zamoranos sacaron el orgullo a procesionar convirtiendo su Semana Santa en una de las más genuinas de España y reconocida internacionalmente por estampas como la que deja la Plaza de la Catedral en la tarde del Miércoles Santo, teñida de rojo y blanco, de rodillas ante el Cristo de las Injurias para jurar silencio, o en la humilde localidad de Bercianos de Aliste, con sus vecinos procesionando con las mortajas con las que serán enterrados. También ha nevado, como recuerdan las fotografías de 1997 y 1998, en la Semana de Pasión. Pero siempre que llueve escampa, dice el sabio refranero.

Hoy, tras el encuentro entre Jesús Resucitado y la Virgen (si la meteorología regala una tregua), comienza otra cuenta atrás. Por delante algo más de un año, hasta el 10 de abril de 2025, cuando la "no procesión", el Traslado de Nazareno de San Frontis, abra el inicio de las celebraciones. Hasta entonces, y con el color de las romerías que comienzan en toda la provincia, toca arrimar el hombro para cargar con el paso que todos los zamoranos comparten, Zamora, para que no cunda el desánimo sino todo lo contrario, la misma esperanza de aquellos primeros semanasanteros que apostaron por mantener viva la esencia de un pueblo y que ha perdurado hasta nuestros días. Con la Resurrección Zamora levanta la cabeza y encara un camino en el que nadie sobra, y que la lluvia no podrá empañar.