Buena jera

Dicen que hoy votamos todos

Parece que en las elecciones gallegas se juega el futuro de España y hasta de Europa

Candidatos y candidatas a las elecciones gallegas 2024.

Candidatos y candidatas a las elecciones gallegas 2024.

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

He acabado bastante harto de las elecciones gallegas, casi al borde del ahogo, de la deshidratación y de otros males menores. Y no ha sido, no, por desinterés. o por desprecio de lo que allí sucedía o podía suceder. Ha sido por una sobredosis de supuesta información, de declaraciones, de puyazos entre candidatos y, sobre todo, por el intento de convertir los comicios de Galicia en una especie de cara o cruz sobre el porvenir del mundo. No recuerdo, y ya tengo unos cuantos añitos y muchas elecciones encima, una campaña autonómica de tanta hipotética trascendencia, tan vital y así sucesivamente. Las afirmaciones no son mías, sino que las he escuchado a lo largo de jornadas y jornadas interminables, de mítines, de acusaciones, de advertencias de plagas bíblicas si ganaban unos o si triunfaban otros. No ha sido normal. Y me temo que esto es únicamente el comienzo, que, a partir de ahora, cada cita con las urnas en España nos deparará algo similar (o más cargado de bombo) a lo que hemos sufrido estas semanas.

¿Cómo se explica que unos comicios regionales se conviertan en la llave del universo? No es fácil explicarlo y mucho menos entenderlo. Desde el PP han visto en esta cita electoral una forma, otra más, de arrearle estopa a Pedro Sánchez y de encumbrar a un Feijóo que juega en casa y que considera que una victoria clara en su Galicia le acercaría a La Moncloa. Desde el PSOE y el Gobierno juegan a todo lo contrario; es decir a minar al líder del PP y a su monaguillo-sustituto, Alfonso Rueda, para lograr que el PP entre en crisis y busque pronto un relevo para don Alberto, amenazado cada vez más por doña Isabel Ayuso. De ahí que la agotadora campaña que siguió a una precampaña no menos extenuante haya visto de todo menos hablar de los auténticos problemas de Galicia: Sanidad, Educación, empleo, servicios sociales, despoblación en el mundo rural, emigración de los jóvenes… ¿Les suena un poco todo esto? Bueno, sí, Alfonso Fernández Mañueco ha andado por allí en mítines y otros actos y digo yo que algo les habrá contado a los gallegos. Pero aquí vamos mejor, dónde va a parar.

El caso es que estos días nos hemos cansado de oír opiniones sobre la amnistía y otras cuestiones de alcance nacional e internacional, pero nos hemos quedado sin saber qué quiere hacer el señor Rueda con Galicia. No lo ha hecho público porque se ha negado a acudir a varios debates con otros candidatos. Solo fue al que organizó la tele pública gallega, sobre la que pesan fuertes acusaciones de partidismo y manipulación, lanzadas desde hace meses por colectivos de trabajadores. Cabe, por tanto, preguntarse si para este viaje hacían falta alforjas; o sea si para hablar de la amnistía hace falta celebrar elecciones en Galicia. Pero Feijóo lo enfocó por ahí y, claro, sus razones tendrá. Razones que, zas, en un pase mágico, desaparecieron a los pocos minutos de saberse que él también estuvo pensando y hasta negociando algo parecido a la amnistía. ¡Qué cosas tiene la alta política, ¿verdad?! Así que aquello de que en estas elecciones gallegas votamos todos porque está en vilo nuestro porvenir y hasta la propia España habrá que ponerlo en cuarentena. Ya no nos ventilamos la amnistía, lo de Puigdemont y el España se rompe; ahora parece que solamente está en juego el Parlamento de Santiago de Compostela, que no es poco.

Lo sucedido estos días y el desarrollo de la campaña tendrían que servirnos para reflexionar y sacar conclusiones. ¿Tiene sentido obviar los problemas regionales cuando los comicios son eso, regionales? No parece, pero ahora estamos ya de lleno en la globalización de la agresividad, en la búsqueda de cualquier excusa para la crispación, el enfrentamiento, el "y tú más". Que hay que arrearse leña en una campaña electoral, pues se arrea. Que el rival ya no es rival sino enemigo, pues a hacer sangre con la enemistad. Así no vamos a ninguna parte, pero da igual. Lo importante es descalificar, insultar, acusar al "otro" de las mayores barbaridades, inventar amenazas, sembrar odio y miedo. Lo que ha ocurrido en Galicia es la mejor muestra de que para algunos (o muchos) el todo vale es el primer mandamiento de su existencia.

Esta noche sabremos la solución: si el PP revalida su mayoría absoluta, si los nacionalistas del BNG gobiernan con el apoyo del PSOE y si la atomización de la izquierda le pasa o no factura. Y si hemos votado todos o solo los gallegos.

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