Zamoreando

Sucedió en Barbate

La Guardia Civil es paradigma de honor, valor, firmeza y lealtad

Funeral por el guardia civil David Pérez.

Funeral por el guardia civil David Pérez. / Efe

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Pudo haber sucedido en cualquier otro punto de España. Allá donde haya un miembro de la Guardia Civil, luchando contra el narcotráfico, la violencia que se ejerce contra todos los géneros y todas las edades, la ciberdelincuencia, el tráfico de personas y contra todos los grupos criminales que desgraciadamente pueblan España. Esta vez, sucedió en Barbate, donde los narcotraficantes tienen su feudo y donde la Guardia Civil lucha con denuedo para evitar que la maldición de la droga llegue, sobre todo a los más jóvenes.

Lo ocurrido en Barbate podía haberse evitado si la Guardia Civil dispusiera de los medios necesarios para realizar su trabajo. Mientras los narcos van en lanchas de película de Bond, como poco, y disponen de nuevas tecnologías para su infame trabajo, los hombres de la Benemérita surcan el mar en lanchas neumáticas de cuando reinaba Carolo. Cualquier día los veremos sobre flotadores infantiles en forma de dragones y de patitos, porque Interior cierra los ojos a la peligrosa realidad que viven los agentes de la Guardia Civil en ese y en tantos puntos de España cuya peligrosidad es conocida sobradamente. El asunto no consiste en sacar a los agentes del lugar. El asunto consiste en proporcionarles todo lo necesario para que puedan trabajar con eficacia y seguridad.

Hay un video rodando de móvil en móvil donde se aprecia la desigualdad en la que los agentes tuvieron que realizar su trabajo. España es el único país del mundo donde suceden este tipo de cosas. La Guardia Civil no es la pariente pobre. La Guardia Civil no es de usar y tirar. La Guardia Civil es paradigma del honor, del valor, de la firmeza, la lealtad y la constancia. La primera en llegar cuando se la necesita. A la primera que recurrimos siempre en la tribulación.

Lo que no puedo entender de ese video, además de lo vergonzoso de la situación por la que a todos los miembros del Gobierno y en especial a Marlaska debería caérseles la cara de vergüenza, pero como no la tienen, no pasa nada, lo que no entiendo decía es que algunas personas que contemplaban entre risas y jolgorio la escena de película, (en esta ganaron los malos), los jaleasen e insultaran a la Guardia Civil, llamándoles, entre otras cosas, ‘piolines’, dada su vulnerabilidad, como hacían los independentistas catalanes en aquellos infaustos días que pretende el Gobierno borrar por decreto. Hay mucho hijo de puta por metro cuadrado.

Repito, no sé cómo a Marlaska no se le cae la cara de vergüenza. No sé cómo tuvo el valor de personarse en la Comandancia de la Guardia Civil en Cádiz, donde se instaló la capilla ardiente por los dos agentes que murieron el pasado viernes tras ser embestidos por la narcolancha. 400 caballos de potencia frente a 40. Cuando esto escribo hay otro agente herido de gravedad. Pudo ser peor, porque en el "neumático" de la Benemérita viajaban seis agentes, encima, hacinados. En Cádiz no hay una puñetera embarcación operativa. Que no me venga el ministro hablando de que el Campo de Gibraltar es seguro. ¡Y un cuerno, ministro!

Y mientras la Guardia Civil vestía luto por los compañeros fallecidos, mientras su bandera ondeaba luciendo crespones negros, el presidente del Gobierno y su vicepresidenta, la muy fashion, Yolanda Diaz, asistían encantados y felices a la Gala de los Premios Goya. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Mi humilde reconocimiento y mis condolencias a los hombres y mujeres de la Benemérita. ¡Viva la Guardia Civil!

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