A favor de Baltasar Lobo en el Ayuntamiento

El Castillo ya es en sí un gran atractivo para los turistas interesados en explorar su construcción

Imagen de archivo del ayuntamiento viejo. | José Luis Fernández

Imagen de archivo del ayuntamiento viejo. | José Luis Fernández / M. H.

JOSE MARIA CARRASCAL

JOSE MARIA CARRASCAL

Tengo pocas dudas de que el histórico y noble edificio del Ayuntamiento será el lugar más adecuado y eficaz para conocer, disfrutar y promocionar la escultura de Baltasar Lobo. Desde que lo conocí en París, y me invitó a su sencilla casa y estudio en la Rue des Voluntaires, me he sentido incondicional valedor de su persona y de su obra. Y con esa voluntad me he manifestado en este periódico al tratar en general de la escultura, que para mí es una apasionante querencia. Últimamente, haciendo referencias más explícitas al controvertido nuevo museo de Zamora. Y, precisamente ahora, creo que es mi obligación recordarlo, destacarlo y hacer algunas consideraciones:

–El museo del Castillo prácticamente ya existe (Casa de los Gigantes con una buena instalación y contenido, que se expande por el parque), pero es muy poco visitado por los turistas, que pasan de largo y los mismos zamoranos no lo frecuentan; ni la aportación siempre extraordinaria de Rafael Moneo, lograría esa deseada afluencia.

–He estado en más de una ocasión en los diversos museos monográficos de escultores, algunos también con firma de significados arquitectos (Jorge Oteiza/Saez de Oiza proximidades de Pamplona. Martin Chirino/Nieto y Sobejano en Las Palmas. Pablo Serrano y Pablo Gargallo en Zaragoza y en el ChillidaLeku de Hernani), incluso la Fundación Estudio de Miró/Edificio Moneo de Palma de Mallorca, y he podido comprobar el número y condición de sus visitantes: generalmente muy pocos, aunque a veces puedan incrementarse con colectivos guiados, de los que también he formado parte.

–Aún menor, y como circunstancial, es la entrada a esos museos más pequeños, aunque estén situados en ciudades de importante turismo cultural, como el Victorio Macho de Toledo o el Gustavo Tornér de Cuenca. Y para los que no están en esos circuitos, sino en pequeñas poblaciones como Béjar, Hervás, Malpartida de Cáceres (con obras de Mateo Hernández, Pérez Comendador y Wolf Vostell) hasta es complicada su visita; una excepción meritoria es el museo de Francisco Sobrino en Guadalajara, al que ya señalé como modelo de gestión y relación con la ciudad.

Soy consciente de que esta es una larga, quizás excesiva referencia, pero he de hacerla ante lo que considero desconocimiento y una falta de datos empíricos sobre el funcionamiento de museos y las encuestas los hábitos culturales, que apuntan lo minoritario que es la asistencia a ellos. Parece ser que los llamados expertos no tienen en cuenta estas realidades; ni valoran que el proyecto del Ayuntamiento lo realizarán unos profesionales de larga ejecutoria y máxima solvencia como J.P. Rodríguez Frade y Juan Manuel Bonet.

Seguro que acertarán con un espacio más próximo, asequible, visible, cómodo, atractivo donde se pueda contemplar, entender y disfrutar la magistral y sugerente creación de Baltasar Lobo. Desde el que, además, se podría impulsar, de alguna manera, a divulgarle a proyectarle hacia fuera porque actualmente no tiene el reconocimiento popular que se merece, el que si le dan todos los historiadores y críticos.

En Madrid, desde las ya lejanas presencias en la Biblioteca Nacional, en Mapfre, galería Theo y en el Paseo del Prado, solo puede verse alguna obra suya en un par de galerías privadas y de subastas. No está en el Museo Reina Sofia, ni en los parques de esculturas que hay por toda la región. Lo que es de lamentar y, por proponer un supuesto, me permito una fantasía o una seria y respetuosa petición: ¡Qué bien estaría una "Maternidad de Lobo en la entrada del Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón! Un singular edificio más de Moneo, quien en ocasiones ha incorporado escultores (Palazuelo, Cesar Paternosto, Antonio López) a sus proyectos. Dejen por ahora el Castillo tal cual, que ya es en sí un gran atractivo para los turistas más interesados en explorar su construcción y subir a su atalaya del paisaje urbano; esto es lo que viene a ocurrir en "Es Baluard" de Palma de Mallorca, que su espectacular terraza está llena y su museo, con extraordinarios fondos y originales exposiciones temporales, más bien vacío.

Por todas estas razones, aparte de las económicas y de ejecución, estoy convencido que lo mejor para la obra de Baltasar Lobo y para Zamora es el proyecto del Ayuntamiento Viejo; y sería de desear llevarlo a cabo con la mayor connivencia posible. Al tiempo que esas voluntades y energías, que últimamente se han manifestado, miren alrededor y valoren esos otros muy buenos pintores y escultores, quizás agraviados en el olvido. Me sumo a la reiterada petición de que se tome en serio su presencia en el espacio más adecuado. Algunos ya tenemos nuestro museo imaginario.

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