Zamoreando

Mañana es Nochebuena

El amor es el único capaz de vencer todas las dificultades

Luces de Navidad: iluminación navideña

Luces de Navidad: iluminación navideña / Ana Burrieza

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Yo no sé muchas cosas, es verdad, me ocurre lo que le ocurría a León Felipe, un poeta excelso. Y como el poeta, puedo decir que “digo tan sólo lo que he visto”. Y he visto que en el mundo todavía cabe la esperanza que llega en la noche buena más buena del año encarnada en un Niño, Humano y Divino, Dios y Rey. Todavía los hombres son capaces de hacer un hueco a la esperanza en su ánimo y un hueco al Niño Dios en su corazón de hombres siempre con prisa, siempre ocupados y preocupados por cuestiones terrenales que les alejan del Camino, de la Verdad y de la Vida que representa la carne diminuta de un pequeño que vino al mundo con una misión sagrada que no todos saben reconocer. La redención fue su gran obra.

Todavía hoy, la voz de la Navidad, los villancicos alegres, y en algunos casos jocosos y divertidos, se escuchan desde el alta voz de la radio encendida, aunque la radio se hace casi sólo de palabras. Cuantas veces nos sorprendemos a nosotros mismos canturreando aquellas letrillas que aprendimos de pequeños, tan alejadas de esos otros villancicos con aires extranjeros que se olvidan del mensaje, de la sencillez y del fervor de los nuestros. Todavía hoy, los villancicos tienen suficiente poder de convocatoria. Aunque el frío del paro, de los desahucios, de la soledad, del abandono, de la enfermedad, del hambre, de tantas necesidades, nos hielan el ánimo y la piel. Pero que no nos hielen el corazón.

Hay una Navidad que está muy por encima de esa que nos pinta la tele o la otra que se esconde tras la luna siempre llena de los escaparates en los pequeños y grandes almacenes. Esa no es la Navidad que bebimos a sorbos de pequeños cuando los hogares españoles la festejaban hacia adentro. Adentro de las cuatro paredes del hogar, siempre dulce hogar, y adentro de nosotros mismos, en el corazón, sin duda el mejor albergue, el mejor refugio para el Hijo de Dios.

Ojalá que la Paz que da nombre a la noche de mañana se pueda extender a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días que dan vida al año 2024. Aunque mucho me temo que los hombres son especialistas en acorralar y acabar con la paz y están poco dotados para edificarla, para preservarla, para entregarse a ella más allá de las palabras, con los hechos que son la mejor tregua. Dice la letra del villancico, que la de mañana es también noche de amor. El amor de Dios hizo posible que así fuera. Fue el Padre quien envió al Hijo, aún a sabiendas de lo que le aguardaba, del calvario que le haríamos padecer. Todavía permanecía en el vientre inmaculado de su Madre, María, cuando ya había un edicto de muerte proclamado. El amor es el único capaz de vencer todas las dificultades. El amor es, posiblemente, la única palanca capaz de mover el mundo y con amor se escribe la historia de la Nochebuena que es de paz y también de amor.

La Navidad es un hecho que tenemos que aprender a vivir hacia adentro. Sobre todo en estos tiempos convulsos marcados por la crisis que no es sólo económica, también lo es de valores. Hay que aferrarse a algo en lo creer cuando ya no queda nada. Podríamos muy bien empezar hoy. Desde mis adentros, el deseo de que la de mañana y la de pasado y la de los días nacidos de 2024, sean noches de paz y de amor de todos con todos. Feliz Nochebuena. Feliz Navidad querido lector. Desde el corazón, con el corazón.

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