Glosa profana de la disonancia cognitiva

Muchas personas se sienten atraídas emocionalmente hacia un partido político, líder, creencia, y permiten que esa fidelidad medite por ellas

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"A veces las personas tienen una creencia fundamental que es muy fuerte. Cuando se les presentan pruebas que van en contra de esa creencia, la nueva evidencia no puede ser aceptada. Se crearía un sentimiento que es muy incómodo, llamado disonancia cognitiva. Y puesto que es muy importante la protección de la creencia fundamental se racionaliza, ignora e incluso se niega todo lo que no encaja con la creencia central". (Franz Fanon, psiquiatra, filósofo y escritor martiniqués, 1925-1961).

El turbulento episodio político en que nos encontramos en este país me trae a colación la teoría de la disonancia cognitiva. Los postulados síquicos que definía el sicólogo social estadounidense en 1957 León Festinger (1919-1989). Para hacer una síntesis de la misma he acudido a un somero análisis realizado por Fanon, que tanta influencia tuvo en las revoluciones en Latinoamérica.

Existe una fuerte conexión entre la disonancia cognitiva y la política. Muchas personas se sienten atraídas emocionalmente hacia un partido político, líder, creencia, y permiten que esa fidelidad medite por ellas. Tal decisión lleva a ignorar o distorsionar cualquier evidencia que cuestione esa fidelidad. La disonancia cognitiiva, al no reconocer la realidad objetiva es un paso hacia el prejuicio, a la polarización, y finalmente al odio de turbas que se justifican agrediendo al ajeno que piensa distinto.

Los recientes acontecimientos vividos con las manifestaciones en las calles, en las redes sociales, medios de comunicación y en el Congreso dan fe del deterioro de nuestra convivencia en democracia, que con tanto esfuerzo nos ha costado. "Vivimos en una etapa de intolerancia prejuiciosa, donde el adversario es enemigo, el discrepante un peligro, y el disidente un traidor" (Antoni Gutiérrez-Rubí, 23.07.2020).

Es tal la negación a cualquier evidencia, que sea contraria a esas fuertes creencias, que esas personas solucionan su conflicto emocional asumiendo una mentira como si fuese verdad. En política llegan a deslegitimar la victoria en urnas del contrario. A esos líderes que promueven la mentira, el prejuicio que lleva al odio, les recomendaría que no se idealicen a sí mismos como redentores, que no sean arrogantes, porque si tuvieran un ápice de grandeza asumirían sus errores y los corregirían de inmediato. Una llamada a la responsabilidad prometida, si "el precio de la grandeza es la responsabilidad". (Winston Churchill).

A quien lea esta glosa que pudiera resultarle disonante con su verbo, aceptaría su amnistía.

Aberlardo Lorenzo

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