La Opinión de Zamora

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Francisco José Alonso

Un genocidio que nadie detiene

Pronto no quedarán palestinos en Gaza y los colonos israelíes se podrán seguir extendiendo

Ataque aéreo en Gaza.

Nadie puede negar que Hamás a cometido un acto terrorista al asesinar a casi 1.500 ciudadanos civiles israelíes y ha secuestrado 250, haciendo un daño irreparable al pueblo palestino que dice defender. El Gobierno de Israel no puede arremeter contra el secretario general de la ONU cuando dijo: "Los hechos actuales brotan de más de medio siglo de ocupación y una colonización abusiva y opresora". Lo mismo están diciendo muchos intelectuales y destacados Israelitas. Hace ahora un año que tuve la ocasión de pasar más de 10 días en Israel y visité las zonas hoy en conflicto, es decir en guerra, que se está convirtiendo en un auténtico genocidio del pueblo palestino. Esto no puede desautorizar a Israel a defenderse, pero debe hacerlo de acuerdo al Derecho Internacional Humanitario. Hoy lo más urgente y prioritario es parar la guerra, así como incluir el derecho a un Estado palestino independiente, como reconoce la ONU en sus resoluciones.

El genocidio ya se ha cobrado cerca 10.000 muertos -3.700 niños- y va dirigido a una población de 2,2 millones de habitantes de los cuales ya 1,5 millones se han desplazado ya ningún sitio seguro. según informa el Movimiento de Presos Políticos Saharauis, gran conocedor de la causa Palestina. Los crímenes y acciones terroristas de Hamás merecen la condena más enérgica, pero no pueden servir para justificar el genocidio que practica el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Como ya afirmo el secretario general de la ONU, Israel lleva 75 años persiguiendo al pueblo Palestino.

En Gaza, Israel expulsa a los civiles de sus hogares y de su tierra, para bombardear a continuación lo que había indicado como corredor seguro, ambulancias incluidas. Bombardea todo, viviendas, calles, lugares de encuentro, refugios, escuelas u hospitales. Les condena a una muerte inmediata –sin necesidad de tirar bombas- al bloquear el agua, la alimentación, la electricidad, las medicinas. Cada uno de estos actos son crímenes de lesa humanidad.

La desesperación es grande. Nuestros dirigentes nos han abandonado. Han abandonado al ser humano. El mundo vive espantado cómo se está disponiendo la muerte de dos millones de personas con el visto bueno de nuestros representantes

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Uno espera de sus representantes que se esfuercen por poner solución a tanta matanza, por aliviar nuestra angustia y el sufrimiento de tantos seres humanos. Pero no.

El genocidio perpetrado por el Estado de Israel contra la población de Gaza no solo no se está intentando impedir por nuestros representantes, sino que se está justificando. La resolución del Parlamento Europeo de 18 de octubre condena los atentados de Hamás, pero permite los de un estado "democrático" expresándole todo su apoyo, y reconociendo "el derecho de Israel a la legítima defensa consagrado y limitado por el derecho internacional". Ignora esa resolución la prohibición internacional de los castigos colectivos, considerados por los tribunales como crímenes de guerra.

Conociendo perfectamente que Israel lleva días pisoteando el Derecho internacional de la manera más mortífera, era necesaria una enérgica condena y medidas coercitivas para evitarlo, no un recordatorio. Pronto no quedarán palestinos en Gaza y los colonos israelíes se podrán seguir extendiendo.

Así las cosas, la desesperación es grande. Nuestros dirigentes nos han abandonado. Han abandonado al ser humano. El mundo vive espantado cómo se está disponiendo la muerte de dos millones de personas con el visto bueno de nuestros representantes.

Esta supeditación a los intereses económicos y a la voluntad de los grandes, mediante el precio de tantas vidas humanas, descalifica completamente a la Unión Europea y a España.

El presidente español se ha desmarcado de muchos dirigentes; ha mostrado empatía con las víctimas gazatíes, proponiendo medidas humanitarias, recordando la necesidad de dos estados, y ha salido en defensa del secretario general de Naciones Unidas, vilipendiado por Israel. Pero no ha denunciado el genocidio que está cometiendo Israel ni ha tomado ni propuesto medidas coercitivas contundentes para detenerlo. Y España está en la mejor posición para ello al presidir el Consejo de la Unión Europea.

Así que España -no es una novedad- no se desliga de esa pleitesía a lo que decidan nuestros socios preferentes, Marruecos e Israel. Son socios, no amos. Supeditarse a los poderosos no es gobernar. Ambos países ocupan un territorio y ambos mantienen a sus habitantes originarios –palestinos y saharauis- en unas condiciones extremas.

Por si hubiera dudas sobre ese entreguismo, en el reciente acuerdo para formar gobierno entre PSOE y Sumar se ha tirado a la cuneta el tema del Sahara Occidental.

¿Cómo habrá que recordarle al Gobierno que no puede olvidarse de su responsabilidad con todas esas víctimas? Las palestinas y las saharauis.

¿Qué pensará Marruecos de esa pasividad de nuestras instituciones ante el genocidio? Que todo el monte es orégano. Ya lo sabía, pero malo es que lo compruebe una vez más.

En estos tiempos tan difíciles, España tiene que recuperar el timón. El timón como Presidencia española del Consejo de la Unión Europea para parar el genocidio; y como potencia administradora de iure del Sahara Occidental para conseguir el bienestar y la autodeterminación de este pueblo ocupado y oprimido, la recuperación de sus recursos naturales y la liberación de los presos políticos saharauis que cumplen salvajes condenas en cárceles marroquíes.

(*) Político y sociólogo. Presidente de la Liga Española Pro Derechos Humanos

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