Confieso que no conocía la palabra pero sí lo que encierra. Los analistas se refieren a este fenómeno engañoso como "la inflación invisible". En esencia, la reduflación consiste en reducir la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo (o incluso elevando, en algunos casos) su precio. Es una práctica que se viene realizando desde hace décadas, pero que se ha sistematizado y sofisticado en estos últimos años. Dicho de otra manera, se trata de la práctica que realizan cientos de firmas cuando reducen el tamaño de sus productos pero no el precio. Eso, cuando no se reduce el contenido, como también vienen haciendo algunos restaurantes incluso afamados. Antes pedías un plato de pulpo y te ponían diez trozos y dos patatitas de nada, ahora te ponen diez patatas contundentes y cuatro trozos de pulpo, contados.
Lo que están en la obligación de hacer los grandes y pequeños supermercados, y si no que intervenga Consumo de una puñetera vez, es colocar avisos en sus estantes para advertir a sus compradores sobre este fenómeno: reduflación, que es algo así como una mezcla de reducción con inflación. Empecé a notarlo hace algunos meses. Habitualmente no como pan, pero sí compro unas bolsitas con lo que yo llamo ‘bastoncitos’ integrales, son más pequeños que los ‘colines’ tradicionales pero igual de ricos. Hace tiempo, y así se lo conté, querido lector, vengo observando que los ‘bastoncitos’ han reducido su grosor que era tamaño dedo índice y ahora son tamaño dedo meñique.
El precio que pago es el mismo que antes de la reducción, pero el producto ya no es igual, posiblemente ni la composición sea la misma, habrán tirado de la calidad, bajándola porque ya no saben igual. Digo yo que, a menor cantidad corresponde menor precio. Pues, no señor. Nada le cuento de latas y botellas de ciertos bebedizos que se han achicado y estrechado notablemente. Esto es un fraude. Como lo es el que perpetran ciertos restaurantes. No hay derecho a que jueguen así con nosotros, los consumidos consumidores. Y de lo malo, malo, si mantienen el precio, bien va la cosa, que va mal, pero es que, encima, los precios de todos los alimentos reducidos, han subido ligeramente. Lo justo, para notarse en el bolsillo.
Hasta donde apuntan las denuncias, es práctica habitual en panes, snacks, frituras, cereales, aceites, atún, aceitunas, suavizantes de tela, detergentes, infusiones, congelados, y refrescos, entre otros. Mientras estas reducciones pequeñas en cada producto significan un beneficio importante para las empresas, los consumidores perdemos capacidad adquisitiva y además sufrimos las consecuencias de la política de ahorro de las empresas. Seguimos siendo los ‘paganos’ de siempre. Y sin solución.