Solidaridad con Libia y con Marruecos

El olor a muerte de personas inocentes, el sufrimiento de seres humanos, niños, jóvenes, adultos y mayores, me conmueve

Terremoto en Marruecos.

Terremoto en Marruecos.

Mª Cruz Hernández

Mª Cruz Hernández

Todas las grandes tragedias humanas y catástrofes naturales tienen un fuerte olor a muerte, un aroma indescriptible de cadáveres en descomposición, de destrucción, de sufrimiento. De incomprensión por sus terribles consecuencias.

Me produce un impacto psicológico imposible de definir ver las imágenes de devastación del terremoto de Marruecos o de los efectos del ciclón en Libia. Muy cerca de nosotros, en el norte de África.

Las noticias cifran en más de 6.200 muertos y 10.000 desaparecidos el paso del ciclón "Daniel" en Libia. Más de 3.000 personas fallecidas en el terremoto próximo a Marrakech en Marruecos, también con miles de desaparecidos.

Cientos de miles de personas sin hogar en Libia y en Marruecos, sobreviviendo a la intemperie. Niños, personas mayores, familias enteras desahuciadas. El horror de la muerte y la desesperación sin consuelo y sin esperanza. Sufrimiento. Dolor, mucho dolor, e impotencia mucha impotencia.

Los fenómenos derivados del cambio climático, la propia fuerza de nuestro planeta Tierra que se revela contra nosotros mismos, nos supera. No lo podemos evitar.

Pero las catástrofes naturales siempre tienen consecuencias mucho más dramáticas dependiendo del lugar donde ocurran. Ahora han sido Libia y Marruecos. Lo fueron el tsunami del Océano Índico de 2004 con más de 230.000 personas fallecidas de Indonesia, Sri Lanka, Tailandia y la India. Antes el Ciclón Bhola en Bangladesh, en 1970, que superó los 500.000 muertos.

El terremoto de Haití de 2010 que cifró en más de 316 000 personas muertas, otras 350 000 que habían quedado heridas, y más de un millón y medios de haitianos que quedaron sin hogar.

Podríamos relatar una larga lista de catástrofes mundiales con consecuencias terribles en cuanto al número de personas fallecidas y sus efectos devastadores irreversibles en la población y en los territorios.

Podríamos citar todas esas guerras en nuestra historia, mundiales, nacionales o locales cuyo único objetivo ha sido y es el exterminio de seres humanos. Desde las guerras mundiales, el genocidio nazi, la Guerra Civil en España, hasta las muy cercanas en los Balcanes pasando por el último enfrentamiento bélico con la invasión Ucrania por parte de la Rusia de Putin.

Sin olvidar los también genocidios en países de África, Asia, América Latina y países árabes, las persecuciones a las mujeres y a los niños o las condenas a personas distintas por razón de condición sexual, ideología o religión. Pasó en el siglo pasado y en este que vivimos. Desgraciadamente la historia de la humanidad se escribe con sangre.

Los miles de migrantes que dejan su vida en el Mar Mediterráneo y en el Océano Atlántico buscando una vida mejor, o simplemente la vida, cruzando en pateras y cayucos desde África hacia Europa. Los millones de personas que hasta ayer sufrieron las consecuencias de la pandemia del Covid.

Hago este relato porque lo que está sucediendo en Marruecos y en Libia es el mismo relato que ha se ha escrito millones de veces por lo que ha sucedido y sucede en otros tantos lugares del mundo.

El olor a muerte de personas inocentes, el sufrimiento de seres humanos, niños, jóvenes, adultos y mayores, me conmueve. Me produce una sensación de dolor e impotencia que quiero expresar.

También quiero proclamar mi reconocimiento a todo esa “legión” de voluntarios de organizaciones sociales, cuerpos sanitarios y profesionales protección civil, servicios de emergencias, fuerzas de seguridad y del ejército que se dejan la piel por ayudar en esas tragedias. Su intervención es fundamental para minimizar el infinito sufrimiento de quienes padecen las consecuencias de catástrofes naturales y despropósitos humanos.

Hoy, porque es lo más próximo, quiero expresar mi solidaridad, mi cariño, mi pesar y mi dolor con las personas de Marruecos y Libia. Recordando a los millones de personas que en la historia de la humanidad se han visto afectados por una tragedia.

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