Las Edades del Hombre volverá a celebrarse en Zamora en 2025. Una excelente noticia para la capital y la provincia, tan necesitadas de un revulsivo. La muestra, que desde su primera edición en 1988 en Valladolid ha sido la mejor embajadora de Castilla y León, su riqueza cultural y patrimonial, ha influido decisivamente para que la comunidad figure, 35 años más tarde, entre los primeros puestos de la lista en turismo interior.
Ya supuso un antes y un después en 2001, cuando la Catedral zamorana albergó la edición bautizada como "Remebranza". Más de medio millón de visitantes conocieron entonces, bajo el reclamo de una "marca de prestigio", la de Las Edades del Hombre, los atractivos de una ciudad, su capital, y el resto de la provincia. Todavía hay viajeros recurrentes que declaran que su "bautizo" de admiración hacia tierras zamoranas, la primera toma de contacto con un destino tan sorprendente como injustamente olvidado, tuvo lugar hace ya más de una veintena de años. "Remembranza" representó, claramente, un punto de inflexión para el turismo en el caso de Zamora, como lo fue también en el urbanístico con el adecentamiento de las inmediaciones de la Catedral y la restauración de algunos elementos de la seo.
Ahora se repite la oportunidad, como respuesta a un trabajo callado y efectivo, realizado desde el Obispado de Zamora encarnado en la figura del prelado de la diócesis, Fernando Valera, quien pasará a la historia como uno de los sucesores de San Atilano que mejor ha comprendido la situación y las necesidades de los zamoranos. El equipo diocesano ha mostrado una sensibilidad y capacidad de empatía que no se ha quedado en declaraciones y gestos, especialmente a raíz de los trágicos incendios del pasado año en La Culebra.
Este anuncio es otro paso más, un gran paso, dentro de los proyectos de dinamización que han llevado a la colaboración con otras instituciones para la reutilización de espacios, o la iniciativa para alumbrar el gran espacio cultural para tesoros como la colección de tapices, que llevan años aguardando una ubicación y puesta en escena que haga justicia a su grandiosidad.
La exposición de 2025 contendrá un elemento distintivo que marcará una nueva etapa en los distintos ciclos que ha abarcado Las Edades. En 2001, Zamora cerró el primero de los centrados en las principales sedes episcopales. Toro albergó en 2016 otra recordada muestra en la Colegiata y el Santo Sepulcro, aunque la Fundación Edades del Hombre ya buscaba entonces dar una vuelta de tuerca a una fórmula que empezaba a dar síntomas de agotamiento.
Ese nuevo impulso puede que llegue dentro de dos años, justamente de la mano de Zamora en colaboración con Oporto, que compartirá sede de la magna exposición.
No es la primera vez que el certamen de arte sacro ha tenido carácter internacional: hasta en dos ocasiones se ha celebrado más allá de nuestras fronteras: en Amberes (1995) y Nueva York (2002), pero esta vez, más que de una "exportación de marca", existe un matiz a tener muy en cuenta por convertirse en símbolo de la colaboración transfronteriza con Portugal con un objetivo común: trazar un futuro mejor a ambos lados de la Raya.
Instituciones y empresarios zamoranos han acogido con esperanza y evidente satisfacción el anuncio hecho público el miércoles. También se han mostrado, como no podía ser de otra manera, dispuestos a colaborar. Las Edades vuelve a Zamora. Solo Burgos, Ávila y Salamanca han repetido como sede. Y es deber de toda la sociedad aprovechar la oportunidad que se brinda.
Eso implica acciones que, como ya señalan los mismos agentes, compongan una oferta para que la provincia salga de forma definitiva de esa lista de los rincones de España injustamente menos conocidos, un hecho que hasta ha sido señalado en reportajes de diarios del prestigio del británico "The Guardian". Y, ciertamente, Zamora cuenta con muchos atractivos, pero también con deficiencias que urge corregir.
En la ciudad existe un claro deterioro en el casco antiguo, con una parte de sus inmuebles en ruina o, directamente, convertidos en solares abandonados. Hay que "vestir a la novia" y se trata de confeccionar, de una vez, el traje que ensalce su indiscutible belleza, con la puesta en marcha de un plan que frene la decadencia urbanística en la zona histórica; acelerar políticas que faciliten la reapertura de negocios para aprovechar ese 25% de incremento en ventas que ya calculan los empresarios. Hay que trabajar y el margen de tiempo no es amplio. El contexto, en plena llegada de fondos europeos, invita a materializar ese espíritu de colaboración en planificaciones concretas en las que invertir las ayudas del Next Generation.
Por último, debe facilitarse la llegada a quienes nos visitan: mejoras de infraestructuras que son vitales. Lamentablemente, se antoja imposible la conversión en autovía del tramo español hasta Oporto con el desdoblamiento de la N-122. Esos poco más de 80 kilómetros, que acumulan décadas de retraso, no van a construirse en menos de dos años. Sí se podría avanzar algo en la mejora de la carretera entre Braganza y Sanabria. Y, desde luego, más que nunca, cabe exigir más trenes AVE desde Galicia y Madrid a Zamora, con mayores frecuencias y con precios asequibles. Los presupuestos de las distintas administraciones, a elaborar en las próximas semanas, plasmarán la verdad de esa intención de colaborar y comprobaremos si, en el ámbito político, podemos pasar, por una vez, de las palabras a los hechos.