Un enclave único en el valle del Tera

Se cumplen 35 años de la presa de Valparaíso y su embalse

Vista aérea del embalse de Valparaíso

Vista aérea del embalse de Valparaíso / Javier Sainz

PABLO PUJADAS

PABLO PUJADAS

Sería prolijo hacer una relación de todas y cada una de las presas que se erigen en tierras de Castilla y León, tampoco es esta la finalidad de estas líneas. Pero digamos, al menos, que su número asciende a 63. Algunas de ellas son imponentes y de colosales dimensiones. Entre las más destacadas cabría citar: Almendra, Aldeadávila, Riaño, Ricobayo, Villalcampo, Saucelle, Castro, Barrios de Luna… Buena parte de las presas de nuestra Comunidad se alza en nuestra provincia de Zamora. Son concretamente 13, incluyendo en ese número las compartidas con Portugal por hallarse en plena frontera con el país vecino. Todas ellas tienen historia. Algunas han marcado un hito en los anales de la ingeniería civil, otras han superado retos difíciles de afrontar técnicamente, en algún caso incluso han protagonizado episodios muy dolorosos y de extrema gravedad como el acaecido el 9 de enero de 1959 en que la rotura de la represa de Vega de Tera produjo una devastadora catástrofe. Ocho millones de metros cúbicos de agua arrasaron con cuanto encontraron a su desbocado paso acabando con la vida de 144 personas. Era de noche. Toda Zamora sufrió un durísimo golpe.

Hoy daremos protagonismo a una de nuestras presas ubicada precisamente en esa misma Cuenca del Tera. Nos referimos a Valparaíso, y nos centraremos en ella y su entorno en atención a sus 35 años de existencia (las obras concluyeron en 1988).

El proyecto de esta obra se debe a Pedro M Guinea.

Pero antes de entrar en materia quisiera, amable lector, hacer un inciso sobre la importancia y peso específico que tiene Zamora en el ámbito de este tipo de infraestructuras hidroeléctricas, cuestión que queremos poner en valor ya que con frecuencia pasa desapercibida. Y es que la orografía zamorana y los desniveles que en la misma se salvan (recordemos los Arribes del Duero), así como el caudal de los ríos de la Cuenca del Duero, proporcionan unas condiciones idóneas para el aprovechamiento de los recursos hídricos con la finalidad de generar energía hidroeléctrica. No en vano Castilla y León es la Comunidad Autónoma líder en potencia instalada en energía hidráulica (25,7%) y eólica (22,4%) en España y cuenta con el 18% de toda la potencia renovable instalada en el país.

Pues bien, volvamos ahora a Valparaíso. Estamos ante una presa de hormigón, recta, del tipo de gravedad. Es este un tipo de presa que trabaja a compresión, con un especial control de las fuerzas de tracción. Su diseño está concebido para contener grandes masas de agua de modo que el propio peso de la presa por sí mismo sea capaz de resistir el empuje que las aguas ejercen sobre ella.

Presenta una altura de 67 m a contar desde sus cimientos. La cota de cimentación se sitúa en los 769 m y la de coronación en los 836 m. La longitud de coronación es de 540 m, la mayor de toda la Cuenca del Tera. Dispone de un aliviadero regulado por compuertas con una capacidad de desalojo de 1012 m3 / s y un desagüe con un flujo de 90 m3 / s.

El embalse a que da lugar este dique ocupa una superficie de 1223 ha y se extiende a lo largo de unos 30 km. El río cuyas aguas quedan aquí represadas es el Tera, que nace en Peña Trevinca, en Porto (Zamora), a 2000 m de altitud, y tras 139 km de recorrido entrega su tributo al río Esla dejando atrás un desnivel de unos 1300 m. Forma parte de la red fluvial de la Cuenca del Duero.

La creación de la presa, con la consiguiente formación del embalse, dio lugar a un nuevo ecosistema. La población de aves se vio incrementada y es ahora muy diversa. Asimismo es destacable la fauna fluvial que hace posible la práctica de la pesca

El uso fundamental de este complejo en Valparaíso es el de la producción de energía eléctrica renovable, sin olvidar el abastecimiento, el riego e incluso las actividades recreativas de índole acuática.

La central de Valparaíso es la de mayor capacidad de generación hidroeléctrica de toda la Cuenca del Tera. Hoy, la central funciona en modo bomba con dos grupos reversibles a una velocidad del rotor de 187,5 rpm. Este sistema de bombeo es un de los más eficientes para el almacenamiento de energía y evita las emisiones contaminantes. La potencia instalada alcanza los 67,50 MW (33,75 MW Valparaíso I y 33,75 MW Valparaíso II).

La presa está ubicada a tan sólo 2,5 km de la localidad de Valparaíso, que le da nombre y que pertenece al municipio de Mombuey. En el otro extremo del pantano encontramos Villardeciervos, enclave lleno de encantos del que tendremos oportunidad de hablar más adelante. Todo ello en el extremo noroccidental de la provincia zamorana y no lejos de la frontera hispano-portuguesa.

La creación de la presa, con la consiguiente formación del embalse, dio lugar a un nuevo ecosistema. La población de aves se vio incrementada y es ahora muy diversa. Asimismo es destacable la fauna fluvial que hace posible la práctica de la pesca.

No olvidemos que Villardeciervos es una localidad que forma parte del entorno de la Sierra de la Culebra, declarada Espacio Natural y Reserva Regional de Caza. La citada localidad es sede del Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica Transfronteriza. El paraje donde se emplaza cuenta con numerosas rutas para senderistas y amantes de la fotografía, que con un poco de suerte podrán capturar instantáneas de los ciervos o escuchar, según la época del año, sus berreas. También podemos optar por alguna actividad guiada de avistamiento del lobo ibérico. Recordemos a este respecto que aquí podemos encontrar una de las mayores concentraciones de ejemplares de esta especie. Son muy numerosas las fuentes que podremos visitar en el término, sobresaliendo entre ellas el Caño Grande, donde se conservan las pozas en que antaño se hacía la colada, o el Caño Pequeño, por poner algunos ejemplos.

También es destacable la existencia de playas fluviales, algunas de ellas con embarcadero y merenderos.

No podemos pasar por alto que la localidad de Villardeciervos está declarada Conjunto Histórico Artístico desde 1987 y nos brinda la oportunidad de sorprendernos con su arquitectura popular con bonitas casas de piedra, extraída de la propia zona, con sus típicos balcones de madera y forja asomándose a la calle.

No podemos renunciar a subir hasta la Peña del Castro, donde se asentó un poblado prerromano ya en la época de la Edad de Hierro. Este es, además, un observatorio privilegiado para la contemplación y admiración de los múltiples atractivos naturales del Valle del Tera.

La construcción de presas y embalses supone, en la mayor parte de los casos, la desaparición bajo sus aguas de poblaciones enteras. En nuestro caso, con Valparaíso, se produjo la inundación de Manzanal de Abajo y de Anta de Tera. Sus habitantes tuvieron que abandonarlo todo: su casa, sus tierras, los recuerdos de su infancia… su vida. Todo quedó engullido por las aguas de modo irreversible y definitivo.

Existen documentos como el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Pascual Madoz donde podemos recabar algunos datos de Anta de Tera relacionados con épocas anteriores a su desaparición: "Clima destemplado, frío y húmedo; 40 casas de mediana construcción, de mampostería; una parroquia dedicada a San Miguel; dos calles torcidas y un arroyo que corre pegado a las casas; dos fuentes de cristalinas aguas; una ermita; una barca para el paso del río Tera; terreno de regular calidad; hay un cultivo de 100 fanegas (50 de primera clase y 50 de inferior), el resto se destina a pastos y prados; los caminos son de herradura y en regular estado; se produce centeno, lino, patatas, legumbres, alguna hortaliza y poca fruta; hay ganado lanar, cabrío, vacuno y yeguar; la industria consiste en dos molinos harineros impulsados por la corriente del Tera”. Todo esto podría muy bien formar parte de lo que Unamuno, en su libro En torno al casticismo, llama “intrahistoria” y que muy bien podríamos asimilar a las pequeñas vivencias del día a día de las gentes sigilosas de esos pueblecitos desaparecidos bajo las aguas.

Permítaseme, a continuación, a modo de paréntesis, traer a colación algunos eventos, muy de actualidad, relacionados con el ámbito de las presas y los embalses. En los últimos años hemos asistido, con cierto estupor, al incomprensible vaciado de algunos embalses y al desmantelamiento de algunas estructuras fluviales, no sólo en España sino en todo el continente europeo. Ahí tenemos, sin ir más lejos, los cercanos casos de Anllarinos, en León, y de Yecla, en Salamanca, que tanta controversia provocaron en su día.

El problema del vaciado de embalses, tan protestado por los vecinos de algunas comarcas afectadas por la sequía, podría encontrar su explicación en el sistema tarifario del momento que fijaba el precio mayorista de la luz, circunstancia que era aprovechada para aumentar los beneficios por parte de las compañías eléctricas.

Y en cuanto a la demolición de presas a nadie se le escapa el hecho de que la existencia de barreras en el curso de los ríos tiene partidarios, pero también muchos detractores. Mientras los primeros alegan sus beneficios, especialmente en estos tiempos de sequía, su valiosa producción energética o su provechosa actuación como moderadores del caudal de los ríos, los segundos aducen razones que ponen de relieve el perjuicio que conlleva la interrupción o modificación del curso natural de las corrientes fluviales y el menoscabo que se sigue para las distintas especies que tienen en los ríos su hábitat natural. En los últimos años se han desmantelado en Europa más de 200 de estas construcciones, siendo España uno de los estados que mayor número de ellas ha destruido. Hay que decir, sin embargo, que en su mayoría no se trata de grandes infraestructuras sino más bien de pequeñas barreras fluviales abandonadas o fuera de uso. Este tipo de actuaciones seguramente continuará en un futuro próximo ya que se desarrollan al amparo de la Estrategia Nacional de Restauración de los Ríos impulsada por las directivas europeas. Mientras unos afirman que estas prácticas persiguen la mejora de nuestra red fluvial otros aseguran que este modo de proceder esconde sospechosos intereses especulativos y mercantiles poco transparentes en torno a la gestión del agua.

Llegamos así al final de nuestro recorrido. Durante el mismo hemos podido conocer mejor la presa de Valparaíso, su embalse homónimo y el atractivo enclave donde se ubican. También hemos podido reflexionar sobre algunos problemas que acucian al ámbito de nuestras presas, embalses y red fluvial en general.

En estos tiempos en que la despoblación extiende su negra y amenazadora sombra sobre numerosos municipios de nuestra geografía (no olvidemos que Zamora lidera la lista de provincias despobladas) conviene dar relevancia a rincones como los que hemos visitado con la ayuda de este modesto artículo. Valparaíso nos ofrece un entorno natural para llevar a cabo un sinfín de actividades al aire libre o simplemente para disfrutar de un placentero descanso. Es necesario redescubrir los tesoros que encierran estos emplazamientos y sus pueblos, desarrollar sus potencialidades, reactivar su economía con ideas imaginativas, dotarlas de los medios y la tecnología necesarios para el día a día y ofrecer desde la Administración todo el apoyo e inversiones necesarias que hagan posible una nueva vida que traiga el cese definitivo de esta lacra llamada despoblación. Ojalá, dentro de otros 35 años -mucho mejor si es antes- se pueda afirmar en otro artículo como el que ahora concluimos, que Valparaíso y su espléndido entorno se han revitalizado en todos los sentidos.

(*) Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Profesor de Ingeniería de la Construcción en la Universidad Politécnica de Cataluña

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