Isabel Díaz Ayuso como ejemplo de fe

La clave de su éxito es que tiene una fe ciega en lo que dice, por disparatado que sea

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso / FERNANDO ALVARADO

Francisco Molina

Francisco Molina

En Zamora, este año, el 2023, han elegido como escritor a homenajear en la Feria del Libro al pensador de la tierra Agustín García Calvo.

Y luego dicen que no existe la Divina Providencia. Porque precisamente sostiene Agustín, y razón tiene, que el poder convierte al pueblo en masa, mediante la cultura (lo que queda después de haber olvidado lo poco que se ha estudiado y lo que cuentan los medios de información y otros púlpitos). Convertido el pueblo en masa pasa a vivir gracias a la fe que el Poder le pide que tenga en las leyes del Poder. Por ejemplo, la masa tiene fe ciega en que si no quieres guerras debes gastarte hasta el último euro en balas (Si quieres la paz prepara la guerra).

Negándose a ver que históricamente son los países que más han preparado la guerra para lograr la paz los que más guerras han iniciado y desarrollado. Y dentro de esa fe en el sistema y en sus enseñanzas (interesadas a favor del poderoso) nos advierte AGC que la peor no es la fe del que está tras la tramoya engañando al pueblo. Dice que la peor es la fe del que la tiene ciegamente. Del que se la cree. Dicho todo lo cual para desembocar en la líder de las derechas (flautista de Hamelin de peperos y voxeros) Doña Isabel Díaz Ayuso.

Ayuso usa una simpleza que al sonar bien desconcierta porque se basa en una fe cuyos 10 mandamientos son mentiras del Poder para seguir abusando de las gentes en la medida en que pueda

Resulta que el otro día viendo una entrevista que le hacían caí en la clave de su éxito. Tiene una fe ciega en lo que dice, por disparatado que sea. Y eso es lo que hace que el pueblo convertido en masa la entienda perfectamente, y se crea que lo que dice tiene pies y cabeza aunque no tenga nunca ni pies ni cabeza. Véanlo. Como las derechas el único programa que tienen es derogar las leyes del Gobierno Social Solidario, le preguntaba el periodista a Doña Isabel. "Entonces, ¿derogarían la ley de vivienda?". "Si, claro". "Pero, qué tiene de malo que por ejemplo el año que viene se limite la subida de los alquileres al 3 %?". "Pues que va contra la libertad y el derecho del propietario del piso. Es suyo, así que tiene derecho a pedir por él lo que quiere. Seguro que le costó comprarlo y por tanto ahora tiene el derecho a pedir por él lo que quiera". (El periodista no decía nada, posiblemente convencido, como lo estaba yo de sus argumentos. Qué bien sonaban). Rematando la líder derechista: "Mire, yo estoy de alquiler y no se me ocurre cuestionar que el dueño del piso en que vivo no pueda subirme más de lo que diga el gobierno". Me quedé asombrado de que casi me convenciera. Ella exponía su tesis con fe, y yo oía con fe en el sistema.

Este corte de le entrevista lo vi porque alguien de izquierdas lo usaba para criticarla acusándola de estar a favor de los pudientes. Cosa que también me chocó. No porque no fuera evidente (Los partidos de derechas sirven al potentado esperando recibir una propinilla) sino porque también daba por buenos los argumentos a favor del propietario: y no refutaba el derecho a hacer con su propiedad lo que le diera la gana. Pues bien, veamos el disparate que con cara de aplomo y mucha fe enarbolaba la Reina de Chamberí. Utilicemos para ello el método matemático de reducción al absurdo, consistente en dar la razón al contrario y obrar en consecuencia. Entonces, aceptado el teorema de que "el propietario del piso puede subir el alquiler lo que le de la gana porque es suyo y lo consiguió con mucho esfuerzo", ¿a santo de qué habría que esperar a que las subidas del alquiler tengan que ser anuales (cosa que si aceptó la cabecilla de las fuerzas reaccionarias)? ¿Por qué no cada mes, o cada hora, o cada segundo? ¿O por qué no el derecho a cancelar el contrato por parte del propietario simplemente porque le da la gana, sin respetar nada? Sería demencial, absurdo y antisocial.

Aprendí del abogado laboralista de CCOO de Zamora, señor Fernández Poyo, que el derecho laboral existe para hacer equilibrada la negociación entre dos desiguales, el trabajador y el empresario, de lo contrario, el fuerte, como en cualquier negociación, obtendría lo que quisiera sin ninguna opción para el débil. Pues lo mismo ocurre con la ley de vivienda o las normas de alquileres, y muchas cosas. La norma existe para que la negociación, el acuerdo, entre el débil y el fuerte sea entre iguales y una vez aceptado se respete. Pudiendo el poder democrático, el que da el pueblo, corregirlo por el bien social y la protección de quienes menos tienen. Por ejemplo limitando la subida de alquileres u ordenando la subida del salario mínimo.

Y dicho esto, volvamos al principio: Ayuso usa una simpleza que al sonar bien desconcierta porque se basa en una fe cuyos 10 mandamientos son mentiras del Poder para seguir abusando de las gentes en la medida en que pueda. Y lo peor es cuando esa fe la abraza el pueblo (convirtiéndose en masa), creyendo que le irá mejor obedeciendo que siendo demócrata y pidiendo lo mejor para él: el reparto de la riqueza de arriba abajo.

Mediante impuesto, carajo

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