Aunque pueda alterarnos las vacaciones, el 23 de julio toca echar el resto

Anadie debe haber sorprendido que el PP haya empezado a resurgir de la mano de Feijóo

Ilustración

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Manuel Antón

Tras el resultado global de las elecciones que se acaban de celebrar, salvo a los que por pecar de ingenuidad o de mala fe pueda parecer lo contrario, a nadie debe haber sorprendido que el PP haya empezado a resurgir de la mano de Feijóo, Ayuso, Bonilla… y que el PSOE se haya empezado a hundir arrastrado por los sentimientos de rechazo que generan la arrogancia, la desfachatez y, en general, las formas de gobernar de que ha hecho gala el todavía presidente de la nación. Mentir y engañar como ha mentido y engañado por doquier a todos los españoles; apoyarse como se ha apoyado en los enemigos de España para poder gobernar; legislar al dictado de los sediciosos para dejarles las manos libres para que lo puedan volver a hacer; dar más cancha de la debida a esas maleducadas de Podemos, que con sus maneras de hacer política han conseguido enervar a buena parte del electorado nacional; o dejar en el aire los motivos por los que, sin consultarlo con nadie, apoyó la política de Marruecos respecto al Sahara Occidental, son algunas de las razones por las que, a mi juicio, los españoles, en masa, e independientemente de cuales sean las ideas, el día 23 de julio debemos dar la espalda al peor presidente de cuantos hemos tenido desde 1977.

Salvo el señor García-Paje (por cierto, el único barón socialista que ha sabido ser señor antes que lacayo) el resto, por plegarse más de la cuenta a las exigencias de su jefe, han visto reducido su crédito y mermada su capacidad de convicción

Queriendo sacar pecho cuando no era él quien debía hacerlo, Pedro Sánchez, con sus ansias de convertir en un plebiscito las elecciones municipales y autonómicas, ha hecho un flaco favor a los gobernantes socialistas que a base de esfuerzo y tesón seguían manteniendo mando en plaza. Salvo el señor García-Paje (por cierto, el único barón socialista que ha sabido ser señor antes que lacayo) el resto, por plegarse más de la cuenta a las exigencias de su jefe, han visto reducido su crédito y mermada su capacidad de convicción, hasta el punto de propiciar que parte de los que hace cuatro años les votaron, esta vez se hayan decantado más por castigar a Sánchez que por premiar a quienes, a pesar de haber podido trabajar mucho y en algunos casos bien, no han sabido poner al presidente en su lugar.

Y como el soberbio y castigador presidente, cuan lobo herido, aun siendo consciente de ello, sigue queriendo sacar fuerzas de donde ya no hay, ha hecho lo que algunos ya vaticinaban, cual es, adelantar las elecciones generales para intentar evitar que el temporal que ha provocado su altanería le lleve por delante. No lo va a poder evitar porque España está harta de él (jamás un presidente del Gobierno generó más rechazo que el que ha generado y sigue generando Pedro Sánchez)

Servidor, que lleva mucho tiempo llamando la atención acerca de las "cualidades" del aun presidente, espera y desea que el día 23 de julio, aunque muchos podamos ver alteradas nuestras vacaciones (solo a un sinvergüenza de la catadura ética de Pedro Sánchez se le puede antojar convocar unas elecciones en la segunda quincena de julio) sepamos echar el resto para terminar con la pesadilla que a buena parte de la población nos supone seguir viendo por la tele y en La Moncloa a semejante personaje.

Por España y, si se me apura, para que el PSOE pueda volver a ser lo que fue, el 23 de julio, más que nunca, hay que saber votar.

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