Garantía democrática

La tentación del pucherazo late bajo la naturaleza misma de la política

ILUSTRACIÓN

ILUSTRACIÓN / ILUSTRACION. VOTO. PINZA

Carlos Domínguez

Carlos Domínguez

Dejando a un lado episodios puntuales e incluso risibles, las pasadas elecciones parecen sugerir la posibilidad de un fraude que podría venir del voto por correo, lo cual invita a reflexionar sobre la pertinencia de métodos en apariencia idóneos a la hora de facilitar el sufragio, pero que, dada su naturaleza mediada e indirecta, son susceptibles de manipulación buscando alterar el resultado final. En democracia, la máxima garantía del voto será siempre la personal ante el colegio natural de cada ciudadano, con su mesa legalmente constituida y supervisión de apoderados e interventores, en un recuento ajeno a la menor sospecha. Todo bajo estricta vigilancia de la autoridad pública, en especial las fuerzas del orden y el juzgado competente por jurisdicción y vecindad.

Lo demás, voto en el exterior, voto por correo y en mayor medida aquello que podría abrirse camino como papeleta virtual o telemática, cuando menos invita a desconfiar de la pureza del escrutinio, a causa de recuentos y trámites que se difieren y prolongan en el tiempo, más allá del acto único e irrevocable de las urnas. Al fin y al cabo, como se demuestra históricamente, la tentación del pucherazo late bajo la naturaleza misma de la política, antagonismo y liza con las espadas que fueren, afortunadamente a día de hoy y en nuestro mundo armas arbitrales, consensuales y pacíficas.

La auténtica salvaguarda contra la mayor adulteración que cabe en una democracia representativa será siempre lo cívico, como actitud responsable de los titulares de la soberanía, electores nacionales atentos por convicción y principio a la conducta de sus legítimos y hoy, con frecuencia, poco escrupulosos mandatarios. Porque aliada con la cada vez más inicua parafernalia virtual, en el fondo aparato de dominio y control, la socialburocracia, forma degenerada de la democracia, lleva camino de desvirtuarla en sus más valiosos fundamentos.

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