Requejo en resquebrajado espejo

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

La España vacía, vacía sin remedio, imposible de llenar, se ha vuelto presencia en la España urbana. (Sergio del Molino, "La España vacía: Viaje por un país que nunca fue").

Tras una jornada en Puebla de Sanabria, cuyas truchas y habas nos habían inducido a un placentero dormir nocturno, partimos hacia Requejo, bajo un límpido cielo matutino, lavado por los rayos de sol. Un núcleo rural que, como la inmensa mayoría, agoniza por un desequilibrante progreso. Una típica estampa de la España vaciada: de una población de más de 1.000 habitantes en la década 1940-1950 ha pasado a 150 habitantes en las últimas décadas. Tuvo vida con la construcción del ferrocarril en la primera mitad del siglo veinte. Subiendo hacia el Padornelo, encontramos huella de ello. En una explanada existió el poblado móvil de Santa Bárbara. En él ocupaban un almacén de dinamita, barracones de acogida para prisioneros, que trabajaban en el ferrocarril, y un retén de la Guardia Civil.

Terminada la obra del ferrocarril, el pueblo fue sobreviviendo como parada y fonda para viajeros, que transitaban por la tortuosa carretera nacional, N-525, rumbo a Castilla y, viceversa, Galicia. Hoy, malamente, perviven una escasa hostelería y otras pocas tiendas, en las que avituallarse de excelentes viandas zamoranas: quesos, embutidos y vinos. La nueva autovía gratuita de las Rías Baixas, A-52, ha sido un golpe que maltrató la débil ya supervivencia. Frente a ello es de justicia destacar la hospitalidad con que dispensa su gente al transeúnte, que decide una escala en mayor o menor grado. Vaya, siempre, un saludo afectuoso a Paco Fernández Pequeño, propietario de "Hostal Tu Casa". Recordaré cuando nos regó con trato exquisito su abundante carta de comidas caseras. Gracias a su recomendación pudimos subir al Tejedelo, un bosque de tejos milenarios, árboles sagrados en la cultura celta. Un legado de la Naturaleza que debemos proteger de las manos criminales de pirómanos.

En medio del pueblo existe una pequeña ermita, en donde los lugareños advocan a la Virgen de Guadalupe. Representada en una talla del siglo XVIII se homologa a la que se encuentra en la localidad gallega de Rianxo. Por tal circunstancia, ambas localidades tienen un tratado de hermanamiento. Saliendo de Requejo el espejo retrovisor parece empañarse, como si anunciara un resquebrajamiento de la visión pasada. Más la esperanza anida en nuestros deseos. El que Requejo, renazca de sus cenizas, como el Ave Fénix. Usemos los votos para que nuestros políticos muden extravagantes y múltiples promesas electorales por las más que perentorias y tangibles realidades. Así, la España vaciada no dejaría de ser más que solamente un mal sueño. "Y los sueños, sueños son" (Pedro Calderón de la Barca).

Abelardo Lorenzo

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