Zamoreando

Son escoria

La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad

FOOTBALL - LA LIGA - REAL MADRID V RAYO VALLECANO

FOOTBALL - LA LIGA - REAL MADRID V RAYO VALLECANO / Oscar J. Barroso

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

No cabe duda que el fútbol es uno de los deportes con más seguidores en el mundo. España no es ajena a esa pasión que despierta el deporte rey que cuenta con seguidores de todas las edades y sexos, gente que acude, en teoría, a los campos de futbol se supone que a disfrutar. Craso error. Dentro y fuera del terreno de juego nos hemos encontrado, en demasiadas ocasiones, con situaciones de violencia verbal y física que empañan de manera drástica el sentido de lo que cualquier deporte, y más uno de equipo, desea transmitir.

La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad y su comportamiento. Una sociedad que se expresa en las gradas con frustración, enfados y agresividad que acumulan en su vida cotidiana y que en ningún otro espacio público se permite, pues con toda lógica correrían peligro de ser expulsados del recinto. Pero no por eso en el futbol está todo permitido, aunque se permita. Lo ocurrido hace unas fechas en Mestalla ha dejado mucho que desear. Con auténticos ‘hooligans’ haciendo del insulto y la provocación, en este caso a Vinicius Jr., una desagradable constante. ¡Basta ya de racismo y xenofobia en los campos!

La Liga y todos los estamentos involucrados en el fútbol deben hacérselo mirar porque situaciones así se repiten con demasiada asiduidad

La cosa no se detiene en los insultos. El odio, que es un delito, la xenofobia y el racismo siempre van a más: al muñeco ‘ahorcado’ de Vinicius en un puente cerca de Valdebebas le remito. El asunto no es nuevo, pero es. Cuanto me alegro que la magnífica Policía Nacional que tenemos en España y que es la envidia de las policías de toda Europa haya detenido a cuatro ‘presuntos’ que, al parecer, fueron los autores de colgar el maniquí con la camiseta del brasileño en un puente cercano a la Ciudad Deportiva del Real Madrid. La cosa coleaba desde el pasado enero. Los cuatro indeseables están acusados de un delito de odio.

Los insultos me parecen desproporcionados, pero lo del maniquí me parece una salvajada. La Liga y todos los estamentos involucrados en el fútbol deben hacérselo mirar porque situaciones así se repiten con demasiada asiduidad. El deporte es clave para la salud física y de la mente, menos en el futbol y otros deportes donde la violencia está presente. No podemos insultar a los buenos aficionados comparándolos con las malas bestias. Hay que saber distinguir. Pero hay que acabar con los que se amparan en las sombras de la noche o en el grupo, creyéndose así más anónimos, porque son escoria. Y la escoria hay que tirarla directamente a los estercoleros.

No podemos seguir apareciendo en todos los medios del mundo como un país intolerante, racista y xenófobo, en lo tocante al fútbol.

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