El caso Vinicius debe hacernos pensar

Algo hay que hacer para erradicar estos comportamientos xenófobos

Vinicius (centro), increpado desde las gradas

Vinicius (centro), increpado desde las gradas / Biel Alino

Gerardo González Calvo

Gerardo González Calvo

El grito racista de "mono", proferido -y no solo en el estadio Mestalla de Valencia- contra el futbolista brasileño Vinicius Jr., es no solo una aberración, sino también un síntoma de ignorancia supina. Ya en la Enciclopedia Álvarez de Tercer Grado” (tengo una edición facsímil de 1997) en la lección 14 de Ciencias de la Naturaleza dedicada a las clases de mamíferos se asegura: "Se clasifican en bimanos, cuadrumanos, fieras, quirópteros, roedores, solípedos, paquidermos, rumiantes y cetáceo". Dice de los bimanos: "Son los mamíferos más perfectos. Están dotados de dos manos y dos pies, tienen un alma inmortal y una inteligencia que los lleva hacia el progreso. Su única especie es el hombre". No es muy científico, pero tampoco una friolera.

Este maestro y gran divulgador zamorano (1921-2003) no habla aquí de la vieja división de razas humanas que él mismo había adoptado en otras enciclopedias: negro, blanco, amarillo, cobrizo o aceitunado, sino de especie humana, porque solo existe una. Ya en la declaración "La cuestión racial" de la Unesco en 1950 se recomendó sustituir la noción de raza humana por la de etnia, basada únicamente en diferencias culturales como lengua, religión, costumbres, etc.

Así se lee en el texto de un autor africano anónimo: "Cuando nazco, soy negro. Cuando crezco, soy negro. Cuando tomo el sol soy negro. Cuando me asusto, soy negro. Cuando tengo frío, soy negro. Y cuando muera seguiré siendo negro. En cambio, tú cuando naces eres rosa. Cuando creces blanco. Cuando tomas el sol te pones rojo. Cuando tienes frío azul. Cuando te asustas amarillo. Cuando enfermas estás verde. Y cuando mueras, te pondrás gris. ¿Y me llamas a mí ‘de color’?".

El salto al "homo sapiens" se produjo en África hace unos 300.000 años. De ahí descendemos todos los seres humanos, incluso quienes insultan a los descendientes de los esclavos

Nadie medianamente sensato acepta la tesis del filósofo y diplomático francés Joseph Arthur conde de Gobineau (1816-1882), expuesta en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, que sirvió de cabecera primero a los colonizadores europeos y después al nazismo, poniendo como superiores a las personas "blancas" y "arias".

De esta clasificación de razas se ha nutrido el racismo a lo largo de la historia y subyace, más o menos conscientemente, en algunas personas, que ignoran, entre otras cosas, que el salto del "homo erectus" al "homo sapiens" se produjo en África hace unos 300.000 años. De ahí descendemos todos los seres humanos, incluso quienes insultan a los descendientes de los esclavos arrancados de África para hacer crecer la economía en ambas Américas durante y después de la colonización occidental.

No es de rigor minimizar o soslayar la condena de actos de esta naturaleza alegando que se trata de casos aislados o de algún descerebrado, entre otras razones porque siempre hay gente que corea estas conductas racistas. Las injurias a Vinicius, aunque sean minoritarias, no han sido únicas contra futbolistas negros que juegan en clubes españoles. Le ocurrió con frecuencia, entre otros, al camerunés Samuel Eto’o.

Algo hay que hacer para erradicar estos comportamientos xenófobos, empezando por educar en el respeto y en la dignidad a todos los seres humanos, tengan la pigmentación que tengan en la piel, sean altos o bajos, obesos o flacos. Porque, ante todo y sobre todo, son personas. ¿O es que molesta e indigna que un negro sea un triunfador y no un menesteroso?

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