Sobre asuntos pendientes y caras B

Nos trajeron el legado de Baltasar Lobo a Zamora, sí, pero también dejaron múltiples desaguisados que otros tuvimos que resolver

ESCULTURA DE LOBO EN EL CASTILLO

ESCULTURA DE LOBO EN EL CASTILLO / Mariam Montesinos

María Eugenia Cabezas

María Eugenia Cabezas

Leo a veces con cierta perplejidad cómo el exteniente de alcalde del PP Ángel Macías saca pecho de sus grandes logros para la ciudad, destacando ciertas cuestiones y dejando otras bastante incompletas. Y lo cierto es que en la vida todas las historias suelen tener una cara B de la que pocos se acuerdan y que la mayoría desconoce, incluidos a veces sus propios "protagonistas". A veces las caras B son sorprendentes, incluso mejores que las caras A. Otras veces no. La compra del legado de Baltasar Lobo y la constitución de su fundación no podía ser menos. Y aunque su reverso ni es simpático ni será nunca un "grandes éxitos", no puede obviarse su enorme importancia a pesar de haber sido (o así lo parece) totalmente ignorado por sus "protagonistas".

Efectivamente, en 1999 el Ayuntamiento de Zamora abonó cerca de un millón de euros al fisco francés para hacer frente al Impuesto de Sucesiones de la herencia de Baltasar Lobo, pues en un convenio con sus herederas así se estipuló, con la condición de que el Ayuntamiento constituyera una fundación para la gestión del legado, en la que la familia tendría también presencia, y que construyera un museo para albergar el legado del escultor, constituido por estas obras recién adquiridas y algunas otras que habían recalado en la ciudad allá por los años ochenta. También se adquiría, es verdad, el derecho a fundir algunos moldes que en aquel momento se encontraban en la fundición Bonvicini, en Verona. Al parecer incluso llegó a ir allí una delegación zamorana, incluyendo algún miembro del gobierno municipal del por entonces alcalde Antonio Vázquez. Pero ni se fundieron ni se trajeron los moldes, no sabemos por qué, y cuando en 2016 se preguntó por ellos a una de las herederas, miembro de la fundación, manifestó que allí ya no había nada.

Me llama la atención que quienes presumen de buena gestión, muchos de ellos abogados de profesión, no supieran (y si lo sabían, lo ignoraron por completo) de estos detallitos que condicionan la forma de gestionar y divulgar el legado de un artista

En esta historia, la cara B a la que antes aludía (o una de ellas) es la de los derechos de Propiedad Intelectual que tienen las obras de los artistas plásticos (como Baltasar Lobo) que habitualmente en España gestiona VEGAP (Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos - vegap.es ) y que por supuesto ni se compraron ni fueron cedidos por sus dueños cuando el Ayuntamiento pagó al Estado francés para poder traer a Zamora la obra del escultor. Y de hecho, en el convenio firmado con las herederas, se aludía expresamente a que el Ayuntamiento de Zamora y la futura fundación velarían porque se respetaran en todo momento los derechos de Propiedad Intelectual correspondientes a los herederos de aquellas obras. Es decir, que aquellas obras o su reproducción por cualquier medio no se podrían utilizar sin autorización, previo pago de la tarifa correspondiente a VEGAP, que para que lo entiendan, es algo así como la SGAE de los artistas plásticos. En resumen, el Ayuntamiento de Zamora posee todo el legado de Baltasar Lobo en propiedad, pero para poder reproducirlo en catálogos, postales, pósters, cualquier tipo de merchandising, o incluso para exhibirlas en TV o en internet y redes sociales, también debe pagar la correspondiente tarifa, aunque de ello no se derive ningún lucro. Esto es así porque lo dice la ley, no nos hemos inventado nada. Y aunque en los estatutos de la fundación se incluyera un artículo donde preveían que ésta tendría el derecho de hacer pequeñas reproducciones de las obras (para eventual venta de merchandising, por ejemplo), esto es papel mojado. Porque resulta que las escrituras de constitución de la fundación están firmadas por una sola de las herederas, pero los derechos de la obra de Baltasar Lobo tienen varios dueños. Vamos, que es como si yo sola le vendo a alguien el edificio entero donde vivo. Tendrá una escritura firmada de mi puño y letra, pero no le servirá para nada.

Las escrituras de constitución de la fundación están firmadas por una sola de las herederas, pero los derechos de la obra de Baltasar Lobo tienen varios dueños

Me llama la atención que quienes presumen de buena gestión, muchos de ellos abogados de profesión, no supieran (y si lo sabían, lo ignoraron por completo) de estos detallitos que condicionan la forma de gestionar y divulgar el legado de un artista.

Cuando Izquierda Unida llegó al gobierno municipal en 2015 se encontró, entre otras cosas, con una suerte de inventario formado por unas fichas cumplimentadas a mano y fotos polaroid de muy mala calidad, y con que en el almacén de la Casa de los Gigantes todavía había cajas cerradas, que nadie había abierto desde que llegaron de París. A día de hoy ya sabemos lo que hay en esas cajas (algunas esculturas pequeñas, litografías, algunos enseres personales, etc.), porque se abrieron en presencia de funcionarios públicos que levantaron un acta. Y a día de hoy tenemos ya también un inventario digital que consta de más de mil entradas entre esculturas, dibujos, acuarelas, litografías, herramientas, objetos, etc., con sus correspondientes fotografías en HD, una adecuada descripción de la pieza y de su estado de conservación, su procedencia, ubicación, etc., que se elaboró siguiendo directrices y consejos del personal del museo de Zamora. Es decir, un inventario "de verdad". Y a día de hoy continúa enriqueciéndose con una recopilación de documentos y bibliografía sobre el escultor para que sirva de base de datos a investigadores y curiosos. Además, la Fundación Baltasar Lobo firmó el año pasado un convenio con VEGAP para poder tener precios más ventajosos en el uso de las imágenes de las obras.

En resumidas cuentas, unos trajeron el legado de Baltasar Lobo a Zamora, sí, pero también dejaron muchos asuntos (muy básicos) pendientes y múltiples desaguisados, y a otros nos ha tocado resolver los entuertos. En fin, lo de siempre (algún día les contaré los "tres cuartos de lo mismo" del legado de León Felipe).

Ahora por supuesto todos se apuntan a la gran idea de un gran centro de arte contemporáneo en el Castillo. Total, por otro brindis al sol, qué más da. Y aunque en su día pudieron hacerlo (tuvieron medios y tuvieron dinero), no lo hicieron

Ahora por supuesto todos se apuntan a la gran idea de un gran centro de arte contemporáneo en el Castillo. Total, por otro brindis al sol, qué más da. Y aunque en su día pudieron hacerlo (tuvieron medios y tuvieron dinero), no lo hicieron. Pero lo vuelven a pregonar sacando a colación el proyecto de un importante arquitecto que en 2005 costó más de 340.000 euros al Ayuntamiento y del que nunca más se supo. Aunque no tengan ni idea de lo que quieren hacer, ni tengan un proyecto de museo de verdad, ni sepan qué exponer, ni cómo gestionarlo. Es más, se diría de hecho que nunca lo supieron.

Por cierto, no olvidemos tampoco que la Bienal de Pintura de esta ciudad no se la cargó Guarido, porque de eso ya se había encargado un poco antes el Gobierno del PP de Rosa Valdeón.

(*) Concejala de Cultura

del Ayuntamiento de Zamora

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