Moción de censura

Vigilando a Yolanda Díaz

Sánchez humilló a la heredera de Iglesias rebajándole la vicepresidencia, pero en la moción de censura contra Tamames la elevó a su rango y le concedió vara alta en el debate

Yolanda Díaz, durante acto de escucha de su proyecto Sumar.

Yolanda Díaz, durante acto de escucha de su proyecto Sumar. / EP

Matías Vallés

Matías Vallés

Los dos machos alfa de la izquierda, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, exaltan y vigilan sucesivamente a Yolanda Díaz. El fundador de Podemos no abandonó el Ejecutivo, sino que entregó el cargo a su sucesora, a la que designó específicamente sin intromisión de La Moncloa. A continuación, le negó la sal y el saludo. El presidente del Gobierno humilló a la heredera rebajándole la vicepresidencia, pero en la moción de censura contra Tamames la elevó a su rango, y le concedió vara alta en el debate. Pocos predecesores hubieran tenido el atrevimiento de compartir la gloria, en la liquidación temporal de la derecha habida esta semana en el Congreso.

Entonces habló Yolanda Díaz, y volvió a quedar embelesada la proporción suficiente de españoles para convertirla en la primera presidenta del Gobierno. Oscureció a todos los varones que la habían precedido en el discurso. La vicepresidencia es el lugar más desagradecido, pregunten a Kamala Harris. Desde esa posición vicaria, la campeona de las izquierdas sin amalgamar ha logrado que uno de cada diez españoles propongan espontáneamente que la desean en La Moncloa. Es una proporción estratosférica, que multiplica por cinco a los entusiastas de Díaz Ayuso, pero la comunista llegó a doblar su aceptación vigente. Uno de cada cinco, cómo extrañarse de que Iglesias y Sánchez la admiren mientras aspiran a contenerla.

Si Feijóo frecuentara más los parlamentos que las embajadas, superaría en diez puntos a Sánchez. Dado el temple abstencionista de la nueva esfinge, Yolanda Díaz no es solamente la mujer con más posibilidades de convertirse en la primera presidenta del Gobierno de la historia de España, sino la persona y punto con mejores bazas. Dios, qué buena candidata, si hubiese buen partido. Su talón de Briseida es caminar a la intemperie, sin siglas de escolta, lo cual no impide que supere en medio punto de valoración a los restantes candidatos. Aquí conviene templar las pasiones, porque el país ha dado siete primeros ministros y diez veces más aspirantes al cargo. Estadísticamente, Yolanda Díaz nunca alcanzará la meta.