Zamoreando

Cuando la multa no funciona

Orinar en las calles de Zamora no puede ser una costumbre

ESPAÑA: FIESTA DE LA CRUZ

ESPAÑA: FIESTA DE LA CRUZ / JUAN FERRERAS

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Está más claro que el agua, cuando la multa no funciona se pasa a la acción y se corta la cabeza del infractor. La medida me parece un poco drástica sin embargo debo decir y digo que entiendo el cabreo del autor del mensaje aparecido, como las caras de Bélmez, en una pared de la calle Quebrantahuesos. Los zamoranos estamos hartos del vandalismo y la ausencia de las más elementales normas de convivencia ciudadana que algunos practican con demasiada asiduidad.

Orinar en la calle no puede ser una costumbre. Hay zonas de la capital en las que la catinga urinaria es insoportable. Y no sólo eso, el manchón que queda en la pared y en el suelo es de lo más antiestético. Todos los hombres mean contra la pared. Eso es así desde que el mundo es mundo y hay paredes. Malo cuando son de propiedad privada. Peor cuando se trata de las vetustas piedras de un monumento religioso o civil.

Entiendo al vecino que ha puesto una especie de «aviso para navegantes» meones en una esquinita de la Zamora más recóndita y a la vez más transitada, sobre todo en las noches. «Como vuelvas a mear aquí, bajo y te corto la cabeza». Cuan harto debe estar el autor del mensaje. Las meadas, perdón por lo escatológico del asunto, se están convirtiendo en una costumbre muy extendida. Cabe esperar que no haya manadas de meones porque, entonces, la cosa se tornará insoportable.

Me da que el vecino avisador tiene ya calado al infractor. Es cuestión de pillarle con la herramienta en la mano y proceder, ¡no, por favor!, no a cortarle la cabeza con un machete como ha amenazado, sino a avisar a la policía municipal y que sea la autoridad competente la que imponga la multa según dictamine la normativa al respecto. Y si el meón no la quiere pagar, pues que preste servicios tales como el de limpiar no solo el manchón de su incontinencia, sino todos los manchones, y son unos cuantos, que afean la ciudad. Manchones que no son atribuibles a los perros. El fiel amigo del hombre suele emplear el producto de su micción pare regar las plantas en parques y jardines que es donde sus amos les llevan.

Viene la primavera, cabe esperar que con un aumento considerable de las temperaturas y no estamos los zamoranos para soportar catingas tan abundantes. ¡Cuánta guerra da la próstata y lo que no es la próstata! Habiendo tanto bar cerca, me da que el meón lo hace por fastidiar. La cosa le puede salir cara. Mejor pagar la multa si lo pillan que perder la cabeza.

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