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Agustín Ferrero

El peligro de un hombre de noventa años

Es difícil explicar la desazón que la intervención de Tamames provoca en las fuerzas parlamentarias

El presidente de Vox santiago abascal junto candidato mocion censura Ramón Tamames

Todos los partidos políticos critican la participación del profesor Tamames, como candidato a presidente del Gobierno, a través de la moción de censura que han presentado los diputados de Vox. Hay unanimidad en afirmar que la moción no tiene ninguna posibilidad de salir adelante, ya que ningún partido, excepto Vox, va a votar a favor. De manera que la moción solo cuenta con los 52 votos de ese grupo político, siendo 176 el mínimo necesario para que pudiera tener éxito.

Pues si eso es así, no se explica muy bien ese nerviosismo que muestran unos y otros ante tal hecho. Algunos tratan de justificarlo argumentando que se trata de una patochada, otros que se trata de un circo, y que el Parlamento no está para esas cosas. Y ciertamente no les falta razón, como tampoco les faltaría si dijeran que tampoco está para que los diputados saquen a relucir diversos muestrarios de insultos, ni para no ponerse de acuerdo en asuntos de trascendencia vital para el país, cuando no coinciden con las apetencias endogámicas de cada grupo político. Ni para tener a un chorizo trapicheando en su despacho de diputado con una trama de tráfico de influencias. Ni para que una vicepresidenta se entretenga jugando a Candy Crush, mientras se debaten los presupuestos generales del Estado. Ni para que determinado grupo político vea a uno de sus presidentes autonómicos condenado a tres años de prisión por prevaricación. Y para que aquel incapaz de pulsar el botón del "sí" o el "no", ahora esté imputado por malversación de caudales públicos.

Algunos se atreven a criticar al profesor Tamanes por prestarse a participar en esa sesión de censura, diciendo que se trata de una traición a lo que fue su ideario en el pasado. Pero en ese mismo Parlamento ha habido tránsfugas a punta de pala que han vendido su escaño al mejor postor, y algunos siguen allí tan campantes. Gente que ha engañado tanto a su partido como a sus votantes. Y el profesor Tamames, que se sepa, no ha engañado a nadie. En cuanto a mudar de ideario, a todo el mundo le asiste el derecho a cambiar el chip en función de sus propias experiencias vitales.

En ese mismo Parlamento ha habido tránsfugas a punta de pala que han vendido su escaño al mejor postor, y algunos siguen allí tan campantes

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Más bien parece que a sus señorías les esté entrando el temor de que a Tamames le dé por decirles verdades como puños que puedan llegar a perjudicarles. Tienen que recurrir a una pretendida falta de coherencia ideológica del catedrático de Estructura Económica para desmerecerlo, ya que no pueden hacerlo por falta de honradez económica, ni de brillantez profesional, ni de valentía a la hora de enfrentarse a la vida, ni de falta de implicación en su trayectoria política.

Con toda seguridad puede esperarse que el autor de innumerables libros de economía, padre de la Constitución y luchador antifranquista, diga en su discurso cosas interesantes, con el suficiente peso político como para que den que hablar durante un tiempo, a diferencia de las simplezas que suelen decir los becarios actuales de la política, cuyas leyes a medio cocer crean problemas en lugar de solucionarlos.

Digo yo que el hecho de ser un intelectual, con un pasado nada dudoso, y pertenecer al grupo de la denominada “tercera edad” no parecen motivos suficientes como para encajarlo en la ideología de Vox, un partido que simpatiza con el franquismo.

Se supone que el profesor Tamanes es consciente de que su candidatura es una mera disculpa para que se llegue a hablar de Vox (está por verse si bien o mal,) pero, aun así, tiene derecho a aprovechar la ocasión que se le brinda para explicar cómo ve la situación general de España, y hace bien en hacerlo. A cualquiera de nosotros nos hubiera encantado que nos hubieran llevado al Congreso para cantarle las cuarenta a más de uno, aunque solo sirviese para el propio desahogo, pero tenemos que conformarnos con lo de darles o quitarles el voto cada cuatro años.

Tiempo habrá para debatir si lo que dijo Ramón Tamanes tuvo o no la suficiente entidad, si el discurso estuvo suficientemente argumentado, si dio más mandobles a la derecha o a la izquierda. Hasta ahora ha sido un hombre progresista, un luchador en defensa de la democracia que estuvo en dos ocasiones en la cárcel, un profesor prestigioso y un autor de innumerables libros, por lo que no se espera que se ponga del lado de quienes piensan que la democracia es una entelequia. Quizás no pase por alto determinados datos, como esos que publica el portal casos aislados.com que dicen que en el periodo 2000-2020 ha habido 587 casos de corrupción política, con un total de 3.836 implicados y un costo de 124 mil millones de euros.

Por lo que se ve, debe de entrañar mucho peligro el hecho de que un hombre de casi noventa años ponga nervioso a las Cortes porque, si no, no se explicaría esa desazón en las fuerzas parlamentarias. Aunque solo sea por eso, merecerá la pena escucharlo.

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