Las secuelas de perder el mando

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

Si llegamos a casa y no encontramos el mando que buscamos para ver la televisión, para poner en marcha el aire acondicionado o para cualquier otra función para las que están pensados, podemos llegar a desesperarnos, y cuando al fin lo encontramos detrás de un mueble o entre cojines, sentimos una alegría inmensa, como si hubiéramos descubierto un tesoro.

Hay mandos que pulsamos solo una vez al día, y si ese día hace más de 40 grados y no damos con él maldecimos nuestra suerte, pero el mando de la tele es otra cosa. Es un mando que siempre queremos tener a mano, que perdemos continuamente, y si cuando lo encontramos no tiene pilas porque las ha pillado algún listillo, porque a ese listillo se le hayan gastado las pilas del suyo, ya tenemos lío.

Pero lo peor de todo no es perder el mando de la tele, del aire acondicionado o de cualquier otro aparato para el que se requiera su función, lo peor es peder el mando, perderlo de verdad, perder la autoridad, que ese es el verdadero mando, ese es el mando que cuando se pierde no se vuelve a encontrar jamás.

Enrique Stuyck Romá

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS