El espejo de tinta

Conservadurismo o reforma para Zamora

Tendremos que preguntarnos si quedan sitio y fuerzas por el futuro ante el panorama electoral que culmina en mayo

Un hombre vota en una mesa electoral

Un hombre vota en una mesa electoral / Enric Fontcuberta

Ángel Macías

Ángel Macías

De cara al proceso electoral que culminará en mayo se podría haber esperado del PSOE, extinguido por el predominio excluyente de su grupúsculo dirigente que dio como conclusión el hundimiento, hasta quedarse en tres concejales hace cuatro años, una apuesta rupturista con las disciplinas de familia que lo han llevado a su suelo, para ofrecer a cambio algo fresco y novedoso sus potenciales votantes. Sin embargo el candidato designado no podría ser más continuista. Conservadurismo de obediencia.

Se podría haber esperado del PP, tras las reiteradas huidas en tromba de votantes, ya no solo escapando de sus siglas sino de su propio espectro ideológico una apuesta por la reforma interna a lo largo de los últimos años y un empezar la casa por los cimientos y no por el tejado para tratar de recuperar respaldo, votantes y equipos. Pero no parece que, a día de hoy, ese sea el camino elegido, sino el de la conservación de los puestos que aún sustentan -menos que nunca- para las mismas caras y nombres desde hace muchos años. Conservadurismo de rancio cierre de filas.

Cuando lo que hay es que mirar al futuro, atreverse a romper disciplinas y a volver al fuego y al frío para forjar una nueva Zamora para nuestros hijos, ver que lo que se pone sobre la mesa es solo puro y duro conservadurismo no es la mejor de las noticias

No se podía esperar de las filas del caudillo Guarido otra cosa que lo que parece va a ocurrir. Continuará siendo candidato después de ocho años sin sacar adelante ninguno de sus proyectos estrella y dejando a la ciudad en el mayor estado de abandono y parálisis que se recuerde. Continuará porque hay demasiada gente alrededor que no puede apostar por ningún cambio que no sea suicida y prefieren confiar en que el engaño de una imagen siga aportando una magia sustentada solo en humo. Conservadurismo de incapacidad e imposibilidad de sustitución.

Se espera de quien, desde un flojo resultado de Ciudadanos cuando más al alza estaba, pero merced al desastre de los populares, ha ostentado la presidencia de la Diputación, más formal y para la galería que real y de consecución de mejora alguna para nuestra empobrecida y abandonada provincia, que presente su candidatura con palabras más atrevidas que lo que hasta la fecha han sido sus acciones en pro de nuestros pueblos y ciudades, porque una vez que se encuentra un asiento son pocos los que lo entienden como algo solo temporal. Conservadurismo vano y de autoprotección individual.

Resulta que Zamora no está en momento de esperar o en circunstancias en las que tenga algo bueno que conservar de estos últimos años. Cuando la provincia se desangra y muere por vejez y desolación. Cuando la capital ha perdido la línea de los sesenta mil habitantes y cada semana cierran varios establecimientos en el centro y ya nunca se abren en los barrios. Cuando el tan zamorano virgencita, virgencita, que me quede como estoy ya ni siquiera es una opción porque como estamos es en caída libre, lo que se necesita no es conservadurismo de fotos y asientos sino reformismo de ideas, actitudes y aptitudes. Cuando lo que hay es que mirar al futuro, atreverse a romper disciplinas y a volver al fuego y al frío para forjar una nueva Zamora para nuestros hijos, ver que lo que se pone sobre la mesa es solo puro y duro conservadurismo no es la mejor de las noticias. Tendremos que preguntarnos si quedan sitio y fuerzas para la reforma por el futuro y por Zamora.

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