Zamoreando

La justicia de enero

El Tribunal de la UE allana el camino para la entrega de Puigdemont

Puigdemont rodeado de periodistas

Puigdemont rodeado de periodistas / Leo Rodríguez

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Parece que, ¡por fin!, el Tribunal de Justicia de la UE allana el camino para la entrega de Carles Puigdemont a las autoridades españolas. El alto tribunal europeo ha dejado a Bélgica a la altura del betún, sacándole los colores, al dictaminar que su negativa a proceder a la euroorden dictada contra el ex conseller Lluis Puig va en contra de la legislación europea. Obviamente, este fallo también tiene consecuencias para el resto de los políticos independentistas fugados en el país por el referéndum ilegal del 1 de octubre. Los valientes que pusieron pies en polvorosa dejando con el culo al aire al resto de compañeros de la comparsa independentista que, por lo menos, se quedaron a dar la cara.

Bélgica se pasó cincuenta pueblos seguidos. Ni entonces ni ahora ha sido competente para negar la petición de entrega a las autoridades españolas, así lo asegura el alto tribunal europeo. Para la Justicia belga el Tribunal Supremo de España no es competente para emitir una euroorden ya que los sucesos habían ocurrido en Cataluña. Como si Cataluña no fuera España, no estuviera enclavada en territorio español. Es sorprendente la postura de Bélgica país que tiene una organización territorial bastante compleja y donde coexisten históricamente, tres idiomas oficiales: neerlandés, francés y alemán, a los que hay que añadir el luxemburgués y la infinidad de dialectos y mezclas de dialectos, tanto germánicos como romances. Vamos, una babel.

El alto tribunal europeo ha dejado a Bélgica a la altura del betún, sacándole los colores

Su propia historia les confunde. El juego se lo reparten flamencos y valones. Aquello no es trasladable a esto. Presumir que una autoridad judicial española no es competente, en un país democrático como España, perteneciente al orbe de la UE es no estar al corriente de la realidad, poner piedrecitas en el camino de la Justicia española y palitos en las ruedas de su buen funcionamiento. El ex presidente de la Generalitat no quiere regresar a España detenido. Prefiere hacerlo por la puerta grande que permanece cerrada para él, como debe ser, salvo que algún iluminado o bien del ala morada del Gobierno o del separatismo catalán quiera más guerra de la que están dando y abran el portón, perpetrando una felonía más.

Y mientras Puigdemont se deshace en desprecios y agravios a España la ejecución de la Euroorden sigue su curso inalterable sin vulnerar sus derechos fundamentales, a diferencia de lo que él y sus acólitos hicieron saltándose a la torera la Constitución española. Es tal su odio, su perversa animadversión hacia España que preferirían acatar cualquier Constitución ajena por inicua que fuera contra la democracia que hacer un gesto, que no se espera, hacia la Carta Magna española. Su Carta Magna.

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