De Candelas, Águedas y el latido del corazón de la mujer

Si en pleno siglo XXI tenemos que defender lo que parecía obvio, seguiremos haciéndolo

ZAMORA. AGUEDAS MORALEJA DEL VINO

ZAMORA. AGUEDAS MORALEJA DEL VINO / JOSE LUIS FERNANDEZ

Laura Rivera

Laura Rivera

Mi madre, que es la mejor madre del mundo –como todas las vuestras-, nació en fecha cercana a dos de las fiestas más tradicionales de las mujeres, entre las Candelas y las Águedas, y en el año en que se proclamó la segunda república de España. Y nació mujer: luz del mundo y sal de la tierra.

Las dos celebraciones de mujeres, relacionadas en sus orígenes con la religión católica y otros ritos anteriores, se han visto este año aliñadas socialmente por un debate político sobre dos asuntos de actualidad que afectan a las mujeres: la aplicación de la ley del “Solo sí es sí” en toda España, y las medidas propuestas por un “macho” de Vox en Castilla y León para evitar la aplicación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Un debate que ha consistido en un diálogo de sordos, en el que si alguien se manifestaba en contra de hacer ecografías 4D en periodos tempranos a las mujeres que han decidido no continuar con un embarazo -cuando en la sanidad pública no se hacen ni siquiera para detectar problemas para poder continuar voluntariamente con una gestación segura- la respuesta era: ¡se han reducido las penas a un violador!

Un debate en el que se quiere someter a las mujeres embarazadas al chantaje emocional de oír el latido fetal del corazón, pese a que tienen su propio corazón roto. Y pese a que tal vez en algún caso ese germen de vida en su vientre pudiera ser fruto de una violación. E inmediatamente se contestaría: ¡y con la ley del “Solo sí es sí”, que pone en la calle al violador antes de tiempo!

¡Y no precisamente para que oiga el latido de su futuro hijo y decida sobre él! - podríamos replicar y lo hacemos. Futuro padre: ¿quieres oír el latido fetal de tu hijo?

Porque en el latido fetal del vientre de la mujer ha intervenido un hombre que puede haber hecho oídos sordos y al que no se le obliga a oír ningún corazón. Por algo es hombre. Señores. Machos. De Vox.

Un debate en el que son hombres como el machito de Vox, Sr. García-Gallardo quienes deciden llevar la voz cantante, arrogándose como desde hace siglos la potestad del hombre para legislar y decretar sobre temas que afectan solo a las mujeres.

Mujeres que como se celebra en las Candelas, son luz y dan a luz. Y ello pese a que en los orígenes de la fiesta religiosa representa ese tiempo obligado de purificación de la Virgen, como de todas las mujeres que permanecían impuras y debían estar en cuarentena después de parir. Y que sin embargo están orgullosas como madres de llevar a presentar a su hijo en el templo o en la sociedad.

Por ello, pese a las tradiciones que consideraban a las mujeres seres impuros después de dar a luz, las Candelas siguen celebrando hasta hoy que las mujeres son la luz del mundo.

Y además, unos días después en el calendario, las mujeres demuestran que quieren llevar la voz cantante, como hacen en la fiesta de las Águedas en honor a la Santa de su nombre, a quien festejan cantando por las calles y ridiculizando con gracia a esos hombres que mandan todo el año. Una Santa que fue valiente contra el poder del emperador de Roma, una mujer a quien cortaron las tetas, pero no cortaron las alas. Como a nuestras Águedas que, con el humor y la alegría que las caracteriza, se ríen del poder que toman por un día cogiendo el bastón de mando de manera simbólica.

Porque ellas saben que no manda solo el que tiene el bastón de mando, sino que son las mujeres quienes sostienen al mundo. Como dijo un hombre –no son todos machos ni de ultraderecha- el escritor García Márquez (no Gallardo), de nombre Gabriel: “Creo que las mujeres sostienen el mundo en vilo, para que no se desbarate mientras los hombres tratan de empujar la historia. Al final, uno se pregunta cuál de las dos cosas será la menos sensata”.

Las mujeres que también empujan la historia y por ello son la sal del mundo. Mujeres que como en la película de Herbert Bibermant de mediados del siglo pasado, participaron activamente en la huelga de sus maridos trabajadores, formando parte de los piquetes y votando en el sindicato, a la vez que los hombres iban compartiendo las tareas domésticas, la lucha y la vida. Caminar juntos, en definitiva, en el mundo y empujando la historia hacia la igualdad.

Mi madre y todas las madres no dejan de escuchar el latido del corazón del mundo, y de luchar por transformarlo para que sus hijos y sus hijas vivan mejor. Sin bastón de mando. Pero llevando la batuta.

Si en pleno siglo XXI tenemos que defender lo que parecía obvio, seguiremos haciéndolo.

Como ha hecho en este diario la magistrada Esther González con la ley del “Solo sí es sí”. Porque ese sí es la voluntad de una mujer. Y la ley, por eso, es mejor que lo que había, aunque haya que aplicarla de otra manera o mejorarla para evitar una aplicación que favorezca a los agresores y violadores.

Como ha intentado hacer sin conseguirlo el presunto candidato a la Alcaldía de Zamora por un presunto partido y hoy presidente de la Diputación, cuando ha dicho, y con razón ante las Águedas reunidas en Moraleja del Vino, que las mujeres son el sostén de la provincia. Y digo sin conseguirlo porque es cierto que sostienen la provincia pero no así la Diputación, donde solo una mujer forma parte del equipo de Gobierno: doce hombres sin piedad en una provincia donde las mujeres sostienen la población. Y el relevo intergeneracional que está ahora de capa caída.

Lo que no está de capa caída es el trabajo del cuidado de la mujer, como hemos podido ver durante la pandemia en los hospitales y centros de salud, y en áreas de atención social durante todo el año, donde las mujeres se dedican a escuchar los latidos del corazón de quienes sufren, de quienes se alegran, de quienes agradecen que el mundo siga en nuestras manos.

Como para corroborar lo dicho en este escrito, y como casualidad llaman los tontos al destino, resulta que el fin de semana en el que se celebran las Águedas la Virgen de la Soledad sale de su templo habitual para acercarse a uno de los barrios más pobres de la ciudad de Zamora, a la Alberca y a la parroquia de la Natividad, donde un tal Paco el cura (como el Papa y como el alcalde zamorano, de nombre sencillo) la recibirá como se merece: como una mujer valiente. Y madre.

Como mi madre y todas las madres que no dejan de escuchar el latido del corazón del mundo, y de luchar por transformarlo para que sus hijos y sus hijas vivan mejor.

Sin bastón de mando. Pero llevando la batuta.

Salud a las mujeres que son la luz, la sal y el rojo corazón del mundo. (Sí, es rojo y está a la izquierda).

(*) Portavoz de IU en la Diputación de Zamora

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