Toro necesita una “transfusión” de agua con urgencia

REPARTO AGUA TORO

REPARTO AGUA TORO / MARIA JESUS CACHAZO

Editorial

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La tercera población más importante de la provincia, Toro, tiene el grifo cerrado para sus casi 8.500 habitantes. Desde el 7 de diciembre de 2022 el Ayuntamiento de la localidad ha prohibido en tres ocasiones el consumo de agua procedente de la red municipal de abastecimiento al detectar los análisis niveles de arsénico superiores a los 10 microgramos por litro que marca la ley. Durante este tiempo los toresanos han visto, incrédulos, cómo se levantaba o se volvía a aplicar esta restricción con unas analíticas cambiantes y siempre al límite. La instalación de potabilizadoras portátiles es tan solo una puntada en un roto de grandes dimensiones sociales y económicas para una localidad que acaba de ser declarada como “Pueblo Mágico” del año 2022 por la iniciativa homónima que busca poner en valor el potencial turístico e histórico de municipios de España.

La estampa de los voluntarios de Protección Civil, Policía o Bomberos trasladando garrafas de agua hasta las puertas de las personas de mayor edad, a las que les resulta imposible ir hasta el punto de reparto o las instalaciones de potabilización, es desoladora. Por ello es de máxima urgencia que instituciones y organismos implicados no pierdan ni un día más en poner remedio a un problema que afecta a las necesidades más básicas de los toresanos y que se acrecienta por minutos.

Toro no puede esperar más porque cada día es más difícil hacer vida cotidiana en la ciudad conocida internacionalmente por sus vinos, pero donde ahora sus vecinos se quedan sin agua

La sequía, el uso irregular para el riego y la contaminación de acuíferos por la alta carga agrícola que soportan conforman una realidad a la que hay que enfrentarse. El último estudio “SOS Acuíferos” elaborado por Greenpeace sitúa la “zona cero” de los problemas medioambientales en la cuenca del Duero en el paraje llamado Los Arenales, del que Toro capta agua con dos pozos de sondeo. Con una extensión de más de 7.700 kilómetros cuadrados, además de por Zamora se extiende por Valladolid, Ávila, Salamanca y Segovia.

El acuífero tiene un volumen de extracción anual estimado de 446 hm. cúbicos, mientras que el recurso disponible es de 298, es decir, se extrae 1,5 veces más agua de la que el ciclo natural puede recuperar. A mayores, en la cuenca del Duero hay más de 24,7 millones de aves, 3,7 millones de cabezas de porcino, 1,2 millones de ganado bovino y 2,6 de ovino y caprino con más de 85.000 captaciones de agua. Aproximadamente el 91% de la demanda para la ganadería se atiende con aguas subterráneas. Otro informe de la organización WWF destapa un presunto “saqueo” del agua en espacios protegidos de España como Daimiel, Doñana o el Mar Menor, pero también en el acuífero Los Arenales, del que se nutre Toro, que solo en el año 2019 sufrió una extracción ilegal para regar 23.975 hectáreas, superficie equivalente a más de 29.000 campos de fútbol.

El alcalde de la localidad, Tomás del Bien, acaba de anunciar que pondrá en marcha una instalación de tratamiento de arsénico como solución temporal y a corto plazo con la finalidad de posibilitar el consumo de agua en la ciudad. La alternativa provisional pasa por una planta modular que estaría lista esta primavera. Además, se reforzará la red de potabilizadoras portátiles con otras tres que instalará el Ayuntamiento y que se suman a las ya aportadas por la Diputación de Zamora. Todo ello mientras se trabaja en lo que será la solución definitiva: una planta de captación en superficie del agua del Duero, ya que el único pozo que se podría habilitar en una zona libre de arsénico se localiza a unos ocho kilómetros del casco urbano, distancia que dificulta la construcción de un tercer sondeo por la elevada inversión que sería preciso realizar y la complejidad de tener que “salvar” la barrera natural del río Duero.

Tras la reunión del mandatario local con la delegada territorial de la Junta, Leticia García, si algo ha quedado claro para los toresanos es que la planta de tratamiento de arsénico es pan para hoy y hambre para mañana, porque la instalación definitiva de captación fluvial en el Duero tardará más de un año. ¿Dónde están los recursos de las administraciones para situaciones de emergencia? ¿Y la cooperación en casos de extrema necesidad? ¿Pueden estar los vecinos de Toro sin consumir el agua que llega a sus casas y que pagan religiosamente?

La autoridad sanitaria encargada de vigilar la calidad del suministro es la Junta de Castilla y León, en este caso a través del Servicio Territorial de Sanidad, y el Ayuntamiento es el competente en el abastecimiento. En ambos casos se han dado pasos hacia adelante, pero con un horizonte demasiado lejano cuando se trata de un producto básico de primera necesidad como es el agua potable. De poco sirven las discusiones sobre los resultados que arrojan los análisis que encarga el Consistorio y los de la Junta que, aunque con variaciones, indican lo mismo: el agua que llega a los domicilios toresanos contiene una cantidad de arsénico mayor de la permitida por los organismos competentes.

Los ciudadanos de Toro, desde el pasado 7 de diciembre, ven con estupor sus vidas condicionadas al tener que convivir con un problema que afecta a su trabajo o a su rutina diaria. El agua que sale de los grifos no se puede utilizar para consumir ni para cocinar, aunque sea apta para la higiene personal. Por ello las administraciones deben y pueden actuar de forma inmediata antes de que el propio acuífero se agote.

Al año más de un centenar de localidades zamoranas están en la zona no autorizada para nuevas extracciones de aguas subterráneas o bien en zonas con limitaciones especiales. El Plan Hidrológico de la cuenca del Duero 2022-2027 prevé la puesta en marcha de actuaciones y restricciones para evitar el aumento del índice de explotación que sufren las aguas subterráneas e intentar armonizar los usos para frenar la sobreexplotación. A pesar de pedir prórroga hasta 2033 para solucionar el problema, la CHD (Confederación Hidrográfica del Duero) reconoce que queda mucho por estudiar en el subsuelo, máxime con los efectos agravados que deja el cambio climático.

El uso ganadero o de riego del agua no debe estar reñido con garantizar el suministro de este bien común en todos los hogares. Toro no puede esperar más porque cada día es más difícil hacer vida cotidiana en la ciudad conocida internacionalmente por sus vinos, pero donde ahora sus vecinos se quedan sin agua.

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