Zamoreando

Viejas costumbres y tradiciones

El embajador iraní le ha dado la mano a Felipe VI, pero no a Letizia

El embajador de Irán evita un año más dar la mano a la reina Letizia

El embajador de Irán evita un año más dar la mano a la reina Letizia / chema Moya

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Mucho se está hablando, de lo ocurrido en la reciente recepción de don Felipe y Letizia al Cuerpo Diplomático acreditado en España, evento que se celebra todos los años. Uno de los momentos más comentados del acto ha sido el saludo del embajador iraní Hassan Ghashghavi, que le ha dado la mano al rey Felipe VI, pero no a Letizia ya que se ha limitado a llevarse la mano al pecho ante la mirada, se ha entendido que enfadada, de la mujer del rey.

Hay que comenzar por decir que desde el triunfo de la revolución islámica de 1979 en Irán, los hombres no pueden dar la mano a las mujeres en público, motivo por el que Ghashghavi ha evitado el saludo protocolario a doña Letizia. Esa costumbre tendrán que respetarla en el país de origen, pero no en el nuestro ni en ningún otro del orbe occidental. Porque, resulta, que cuando un occidental visita cualquier país del orbe islámico, tiene que adaptarse a las normas que impone el país. Velo en las mujeres, descalzarse al acceder a las mezquitas y otras muchas cosas que sería prolijo enumerar.

Vuelvo a decir que la mirada de Letizia, a la que supongo advertida, fue digna de estudio. No es de las que se corta un pelo. En este caso tenía razón

Durante el acto, los monarcas se reunieron con representantes de 126 embajadas residentes en España. Resulta inimaginable que en su propio país, los Reyes tuvieran que adaptarse a las costumbres y tradiciones de sus invitados. Es que es absurdo. Donde fueres haz lo que vieres. En sus países de origen que hagan lo que estimen oportuno. También hay actuaciones de ciertos regímenes como el iraní, donde secuestran las libertades de los ciudadanos y hay crímenes de Estado y nadie levanta la voz o el coro es quizá insuficiente. Sucede allí. Aquí sería impensable. Entonces, ¿porqué hay que admitir un agravio como ese?

Ahora saldrán a la palestra los buenistas a decir que hay que ser respetuosos con las costumbres de los otros. Cabe preguntarse, ¿por qué no son los otros respetuosos con nuestras costumbres cuando visitamos sus países? Y no hablo sólo de los turistas, que también, hablo de los propios diplomáticos y dirigentes occidentales que deben asumir los dictados que imponen esos regímenes que tanto dejan que desear. Occidente es muy laxo con estas y otras cuestiones de calado que no deberían permitir. La diplomacia debe jugar su papel pero también debe ser valiente y responsable y no doblegarse fácilmente ante lo que en realidad son exigencias de un orbe que ni democracia, ni transparencia, ni libertades.

Vuelvo a decir que la mirada de Letizia, a la que supongo advertida, fue digna de estudio. No es de las que se corta un pelo. En este caso tenía razón.

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