Sexos, géneros y piojos de corteza

La aceptación e integración de quienes no se sienten heterosexuales es un hecho irrefutable, al menos en nuestra sociedad

Manifestación colectivo trans

Manifestación colectivo trans / JESUS HELLIN

Agustín Ferrero

Agustín Ferrero

Vaya por delante que pertenezco a una generación donde se nos decía que solo había dos tipos de sexos que venían dados por criterios biológicos, y dos géneros que se relacionaban con aspectos sociales o psicológicos. Ambos venían a conocerse como masculino y femenino o macho y hembra. Eran las etiquetas que había entonces. También se reconocía (lo de reconocer es un decir) un tercer grupo en el que se englobaba a los homosexuales, ya fueran de sexo masculino o femenino que, desde el punto de vista legal, eran tratados como delincuentes. Han pasado muchos años y la aceptación e integración de quienes no se sienten heterosexuales es un hecho irrefutable, al menos en nuestra sociedad.

No vamos a descubrir ahora que la existencia de personas con sexualidades diferentes a la mayoritaria, la heterosexual (que según las estadísticas comprende el 82% de la población) ha venido existiendo a lo largo de la historia. Ya Plutarco decía que Hércules llegó a tener tantos amantes masculinos como femeninos. Y distintos historiadores, refiriéndose a Julio Cesar, han coincidido en decir que “era el hombre de todas las mujeres y la mujer de todos los hombres”. En el DNI de los ciudadanos argentinos, además de las opciones “M” y “F” (masculino y femenino) que tenemos en España, disponen de la “X”, para el resto de las identidades sexuales.

La apetencia sexual es tan antigua como la humanidad, pues de no haber sido así, no estaríamos aquí ninguno de nosotros

El otro día leía en “The Topic Trend” que existen 21 tipos diferentes en lo que a la orientación sexual se refiere y otros 16 tipos en cuanto a “expresiones de género”, cuyas características se explicaban con detalle. En otra revista se afirmaba que había, en el conjunto del mundo, más de cien tipos de sexualidad, aunque no llegaba a precisar cuáles eran. Vamos, un follón. Nadie se ha puesto de acuerdo en cuantos y en donde, dado que los tipos de cultura de cada pueblo tienen mucho que ver en ello. Y es que ya decía Woody Allen que “Solo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y de la segunda no me acuerdo”

He procurado leer con interés estas informaciones, pero no he conseguido asimilar con la suficiente claridad la definición de cada una de las muchas opciones sexuales, como tampoco quedarme con determinados términos que se utilizan para describirlas. Y es que, claro, pasar de dos géneros a treinta y siete es un salto muy significativo. De hecho, en otra revista me sorprendió que fuera el grupo homosexual el que ocupara el primer lugar de la clasificación, pasando el heterosexual al séptimo lugar. A título de ejemplo reproduzco lo que esta otra revista asignaba al lugar número trece: “Skoliosexual” que se refiere a “quienes se sienten atraídos por las personas de género, transgénero y no binarias”.

La apetencia sexual es tan antigua como la humanidad, pues de no haber sido así, no estaríamos aquí ninguno de nosotros. Pero también han coexistido otros géneros diferentes a el de los heterosexuales. De hecho, no solo existen entre los humanos, sino también entre otros mamíferos, como los leones, gorilas y bisontes. También entre las aves, y entre los insectos. Dicen que existen hasta un total de 1.500 especies con tal característica.

Todo esto viene a cuento de que, hace unos días, se publicó en este periódico una noticia en la que se profundizaba sobre una investigación publicada en la revista “Current Biology” en 2014, que venía a decir que en cuatro especies de insectos del género Neotrogla, “ellas tienen pene y ellos vagina”. La duración del coito entre ellos es de 40 a 70 horas, lo que puede llamar mucho la atención, pues tres días seguidos puestos a ello, debe resultar agotador. De hecho, de darse ese caso en la clase humana solo se podría poner la gente a la cosa de la reproducción en vacaciones. La explicación a esta cópula tan extrema viene dada porque no solo intercambian esperma sino también nutrientes que les sirven para alimentarse. La hembra extrae el esperma del macho con su órgano genital masculino, o casi masculino. Las hembras de tal bicho, una especie de piojo de corteza, que vive en Brasil en zonas sombrías, según la clase científica “son las más masculinas de la naturaleza”.

Y es que el mundo de los seres vivos es una caja de sorpresas que solo son descubiertas cuando alguien se decide a investigarlas.

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