Reflexiones ante el cambio climático

Los cambios observados en los últimos 170 años no tienen precedentes en cuanto a su velocidad

CLIMATE-UN/THUNBERG

CLIMATE-UN/THUNBERG / RUSSELL CHEYNE

José Ignacio Regueras

José Ignacio Regueras

En los últimos meses he tenido algunas conversaciones con negacionistas y mi estrategia fundamental ha sido partir de mi supuesto paralelismo argumental.

Vamos a suponer que yo también soy negacionista, pero observo que de los 200 países que existen en el mundo, se reúnen casi todos en el marco de las periódicas cumbres climáticas para hablar de las consecuencias medioambientales y socioeconómicas que supondrá este hecho (para los negacionistas, este hipotético hecho).

Todos los países que se reúnen con frecuencia para hablar del tema, ¿están haciendo un paripé? ¿van al lugar del congreso a perder el tiempo? ¿es todo una mentira? Sinceramente creo que no, carecería de sentido.

Las bases científicas del IPCC (Panel Intergubernamental Cambio Climático) formadas por cientos de científicos de muchos países de los cinco continentes ¿están compradas por oscuros intereses ecologistas? Creo que no.

Un dato: desde 1960 a 2022 la curva de la concentración de CO2 en la atmósfera ha sido de ascenso disparado. El incremento exponencial de este gas (necesario para las plantas) es determinante en el efecto invernadero, en el cambio climático.

Ante la idea de “para que vamos a hacer algo nosotros (España, Unión Europea) si China, India y otros no hacen nada”. La respuesta debe ser: Nosotros cumplimos con nuestra parte y si otros no hacen la suya que le vamos a hacer. Pero si podremos, por ej., rechazar sus productos, aunque salga más barato y sea más fácil fabricar contaminando. Si grandes masas de población consumidora en occidente bloquea los mercados de productos de países no respetuosos con las normas ambientales, quizás empiecen a cambiar las cosas en origen.

Cuando yo era niño, en Micereces de Tera las lagunas y canales se congelaban permanentemente en invierno con un grosor de hielo de 10 a 15 cm.; nos costaba mucho romper el hielo con piedras

Un ejemplo similar puede ser el de los residuos en las calles y campos: yo no tiro papeles en las aceras, aunque sé que otros lo hacen; yo sigo manteniendo limpias las calles y los montes, aunque otros los ensucien.

Algunos negacionistas argumentan que en la Tierra ha habido de forma natural periodos fríos (glaciaciones) y periodos cálidos (interglaciales). Convendría indicarles que esas alteraciones se han producido en los últimos 900.000 años; la escala temporal es claramente diferente.

Los cambios observados en los últimos 170 años (desde 1850) no tienen precedentes en cuanto a su velocidad. Pero nos dice el negacionista: ¿qué instrumentos de medida fiables había en esa época? Nuestra humilde respuesta sería la extensión de los glaciares y el periodo de innivación actual en muchas montañas, que tienen poco que ver con la realidad de mediados del siglo XIX y esto se conoce -al menos- por documentos escritos y por fotos (en el siglo XX). Vamos a poner algunos ejemplos:

Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, de Sebastián de Miñano y Bedoya, de 1827: San Martín de Castañeda: “una sierra, en la cual hay nieve todo el año.”

Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, de Pascual Madoz, de 1845¬1850: Vega del Castillo: “montañas de Cabrera, dificultad para transitar con caballerías, por hallarse la mayor parte del año cubiertas de nieve”.

Un ejemplo mucho más reciente podría ser el siguiente: él que suscribe subió por primera vez a Peña Trevinca en el verano de 1970 o 1971 y en la ladera norte quedaba un buen nevero. Vayan a buscar nieve ahora a Peña Trevinca en verano.

Cuando yo era niño, en Micereces de Tera (Zamora) las lagunas y canales (de tierra) se congelaban permanentemente en invierno con un grosor de hielo de 10 a 15 cm.; nos costaba mucho romper el hielo con piedras. Al menos un invierno se congeló el río Tera en el término municipal indicado.

El pasado día de Navidad, 25 de diciembre de 2022, en el término municipal de Micereces de Tera observé dos sapos en movimiento por un camino, cuando tendrían que estar aletargados, en pleno invierno. Esto puede ser una anécdota, o no.

Me temo que el cambio climático no se tomará en serio, hasta que los inmigrantes lleguen a nuestras costas en pateras del tamaño de un crucero, porque en sus países de origen la subsistencia sea más que difícil.

Cuando en el primer mundo no sea posible asegurar la alimentación a toda la población -escenario probable en mi opinión-, entonces se tomarán medidas radicales, si se llega a tiempo.

Los que ya tenemos la vida hecha (por evidentes cuestiones de edad) nos vemos con la responsabilidad de aportar nuestro granito de arena para encauzar -si es posible- las cosas y así evitar desastres que afectarán a nuestros hijos/as y nietos.

Recientemente he oído que todos los días entran en Londres 3 millones de personas para trabajar en la ciudad y vuelven a salir por la tarde-noche y así en todas las grandes ciudades. Esto es un ejemplo de la locura del centralismo capitalista.

Desde mi punto de vista -en buena lógica- se debería producir un cambio sociológico, volviendo a vivir en las zonas rurales -descentralizando todo-manteniendo los servicios esenciales (a nivel comarcal y subcomarcal) y favoreciendo las producciones agropecuarias de Km. cero (radio de 100 Km.) o esto no tiene solución.

Se está empezando a hablar de compensar económicamente los países del norte a los países del sur, por razones climáticas. Esto es admitir a todos los efectos el cambio climático.

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