Desde los Tres Árboles

De San Pedro de la Nave y otras cuestiones

Que se salvase esta joya se debe, más bien, al celo de don Manuel Gómez Moreno

SAN PEDRO DE LA NAVE

SAN PEDRO DE LA NAVE / JOSE LUIS FERNANDEZ

Eduardo Ríos

Eduardo Ríos

El día 9 de febrero del año 2022 el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Zamora el inicio del expediente para revertir al Estado el embalse de Villalcampo. Su actual concesionaria es Iberdrola. Y el vencimiento de la concesión está ahí, a la vuelta de la esquina. ¿Será por urgencias como ésta ese afán en maquillar su imagen en el que parecen empeñadas las hidroeléctricas? Podría ser. Motivos no faltan, la verdad.

En un tiempo como éste en el que se especula con el viento, con la radiación solar, con las mareas, con el calor de la tierra, con todo, absolutamente con todo no sólo con el agua en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, las compañías hidroeléctricas vienen a representar el paradigma de un modelo empresarial que persigue la rentabilidad a cualquier precio. Por encima, incluso, de ecosistemas o modos de vida. Suena fuerte pero la realidad es incuestionable. Baste recordar los vaciados que llevaron a cabo el pasado verano en diferentes embalses.

El prestigioso historiador descubrió la pequeña iglesia en los primeros años del siglo pasado mientras recorría Zamora preparando su Catálogo Monumental de España

¿Recuerdan el de Ricobayo? Probablemente sí. Ha pasado poco tiempo todavía como para haber olvidado que con el megavatio hora en máximos históricos Iberdrola no tuvo reparo en vaciarlo hasta exprimirle el último kilovatio. Desde un punto de vista estrictamente empresarial hubiera sido imperdonable no haber aprovechado una situación como aquélla para engordar la cuenta de resultados; desde un punto de vista ético, una indecencia. De hecho, el ocultismo con que el vaciado se llevó a cabo provocó un rechazo y una crispación social como hacía tiempo no se veían ¡Hasta el mismísimo Gobierno de la nación afeó a la hidroeléctrica vasca su conducta! Fueron momentos tristes, sin duda, pero no es mi intención ahondar ahora en aquel dislate.

Hoy estoy aquí para alertar sobre esas fantásticas campañas de imagen en que las hidroeléctricas parecen empeñadas. Y es que, hay ocasiones en las que sus relatos transmiten un mensaje de altruismo corporativo, de magnanimidad, de grandeza moral o de compromiso social que tiene muy poco que ver con la realidad.

Hace días leí en algún sitio que el traslado de la iglesia de San Pedro de la Nave a su emplazamiento actual en El Campillo se debió a la libre voluntad de Saltos del Duero. No es cierto. Su traslado tuvo lugar entre los años 1930 y 1932 y no se debió a la iniciativa de la hidroeléctrica. En absoluto. Que se salvase esta joya se debe, más bien, al celo de don Manuel Gómez Moreno.

El prestigioso historiador descubrió la pequeña iglesia en los primeros años del siglo pasado mientras recorría Zamora preparando su Catálogo Monumental de España. La dató a finales del S. VII, en plena descomposición de la monarquía visigoda, y él fue quien la puso en valor hasta el punto de que en el año 1912 fue declarada monumento nacional.

Este hecho, importante a todas luces, habría de ser determinante para el futuro del templo porque en 1920 el Boletín de la Real Academia de la Historia advierte del peligro que correría caso de llevarse a cabo la construcción de una presa sobre el río Esla aguas abajo. Para su conservación, si tal fuese el caso, proponía el Boletín trasladarlo a un lugar seguro.

Por ello, cuando en 1929 se adjudicó la construcción del embalse de Ricobayo a Saltos del Duero, actualmente Iberdrola, la empresa se vio forzada a trasladar la edificación a su actual emplazamiento según un proyecto impulsado por don Manuel Gómez Moreno, en aquel entonces Director General de Bellas Artes, y siempre bajo la supervisión del arquitecto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes don Alejandro Ferrant Vázquez. Así fueron las cosas. No es cierto, por tanto, el relato que atribuye a la generosidad de Saltos del Duero el traslado de la pequeña edificación.

Afortunadamente, el mandato del Ministerio Público se realizó con éxito. La iglesia de San Pedro de la Nave se salvó y eso es lo que importa, pero conviene contar los hechos tal como sucedieron para que nadie se atribuya méritos que no le corresponden.

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