El espejo de tinta

El imprescindible renacer de una ciudad

Debemos mantener intacta la convicción de que, como para la provincia, hay para la capital de Zamora un futuro posible

ZAMORA. GENTE CALLES DE ZAMORA

ZAMORA. GENTE CALLES DE ZAMORA / JOSE LUIS FERNANDEZ

Ángel Macías

Ángel Macías

La ciudad de Zamora ganó población hasta 2008 a pesar de que el conjunto de la provincia la perdía. Desde entonces la pierde año a año. De aspirar a superar los 70.000 habitantes, en 2022 ya ha bajado de los 60.000. Y no se atisba cambio de tendencia a juzgar por el resto de datos estadísticos ni por los proyectos o iniciativas de nuestros gobernantes foráneos ni locales. Si sumamos que la provincia entera sigue cayendo en población y tasa de actividad -el último dato conocido es que el nuevo año ha empezado con 319 autónomos menos dados de alta en Seguridad Social- y subiendo en media de edad, cualquier perspectiva es más sombría que halagüeña.

Sin embargo quienes aquí seguimos y estamos dispuestos a dar “la matraca” debemos mantener intacta la convicción de que, como para la provincia, hay para la ciudad de Zamora un futuro posible y no tiene por qué ser lejano, en el que las circunstancias empiecen a ser muy otras. Claro que hace falta casi un milagro, pero los mejores milagros vienen del trabajo, la planificación, la osadía y sobre todo, de saber aprovechar los recursos con los que se cuenta para hacerlos posibles. Zamora está obligada a renacer de sus miserias actuales. Aunque resignación sea la palabra que mejor defina al zamorano de hoy y de las últimas décadas, no seré yo, ni debemos ser la mayoría, los que comulguemos con ella. Es necesario espolear a los de fuera, vapuleando anímicamente si es necesario a quienes aquí nos dirigen (es un decir) o representan. Y sobre todo deberíamos los zamoranos elegir bien a quienes hayan de hacerlo después de este año que va a ser electoral por casi todos sus lados.

Toca renacer a partir del AVE y las autovías. Del patrimonio cultural, histórico, medioambiental, gastronómico y hostelero en general. Toca reclamar Monte la Reina y medidas fiscales, sociales y de nuevas tecnologías de la información

Renacer a partir de la recuperación del carácter perdido de esta ciudad milenaria, histórica, en otros tiempos grandiosa. Una ciudad que no hace tantos años comenzó un renacer que la transformó como hacía mucho que no ocurría con gestión y con consecución e inversión de fondos externos, europeos y nacionales. Renaciendo en su Casco Histórico, en la integración del río en la vida urbana, en la dotación de servicios e infraestructuras en los barrios y el centro, en hoteles y en atractivo y promoción turística individual y grupal como ciudad de congresos con unas cifras que no han vuelto ni a aproximarse. En un camino que, lamentablemente, como ocurre con la alegría en la casa del pobre, se truncó pronto.

Ahora toca renacer a partir del AVE y las autovías. Del patrimonio cultural, histórico, medioambiental, gastronómico y hostelero en general. Toca reclamar Monte la Reina y medidas fiscales, sociales y de nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, que contribuyan a la repoblación y facilitar licencias y tramitaciones para la potenciación de la actividad económica, empresarial y emprendedora. También toca renacer en lo pequeño, en las pequeñas tiendas de barrio, los nuevos negocios del centro o la transformación de los antiguos. En mejorar la calidad, de producto, de atención y de presentación. Como he visto esta semana en pleno casco histórico en una tienda: “El encanto de la Habana”, buscando excelencia y esos elementos intangibles que nos hacen estar a gusto y nos apartan del frío de la calle para trasladarnos a otras ciudades y a otros tiempos.

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