Siete días y un deseo

La violencia machista se aprende

Es también la ira de quienes sienten que ya no tienen el control ni el poder

Vivienda precintada tras un asesinato machista

Vivienda precintada tras un asesinato machista / JOSE MANUEL VIDAL

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

Escribo la última columna de 2022 mientras escucho que se han producido tres asesinatos machistas en menos de 24 horas. Sí, tres mujeres asesinadas. Que no se hable de fallecidas, muertas, etc., porque las palabras no son neutras. Si hablamos de “fallecidas” es como si una enfermedad o un accidente se las hubiera llevado por delante; por ejemplo, una neumonía, un cáncer, un golpe de calor, un choque de trenes, una caída, etc. Pero aquí no hablamos de enfermedades ni de accidentes sino de las conductas de unos impresentables que no han aprendido las cuatro reglas básicas para conducirse por la vida y han preferido mostrar su virilidad a través de la violencia. Es la representación del machismo y el patriarcado en estado puro. Sí, lean atentamente y escriban estas palabras hasta que den las uvas: machismo, patriarcado; machismo, patriarcado; machismo, patriarcado. Es también la ira de quienes sienten que ya no tienen el control ni el poder que tuvieron en algún momento de sus vidas. Y ahora, como se sienten desplazados, solo saben hablar mediante la fuerza, el terror y el asesinato.

Aquí no hablamos de enfermedades ni de accidentes sino de las conductas de unos impresentables que no han aprendido las cuatro reglas básicas para conducirse por la vida y han preferido mostrar su virilidad a través de la violencia

Y que quede claro: ¡el machismo y el patriarcado se aprenden! Como sumar, restar, multiplicar o dividir: uno y uno son dos; dos y dos son cuatro; cuatro y cuatro son ocho; dos por dos son cuatro; cuatro por cuatro son dieciséis, etc. Como los puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Como los ríos más largos de la Península Ibérica: Tajo, Ebro, Duero, Guadiana, Guadalquivir. Como los ríos más largos del mundo: Amazonas, Nilo, Yangtsé, Misisipi. Como los Reyes Magos de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar. Como los reyes godos: Ataúlfo, Sigerico, Walia, Teodorico I, Turismundo, etc. Como los escritores más famosos de todos los tiempos: Cervantes, Shakespeare, Dickens, Dostoyevski, Austen, García Márquez, Allan Poe, Kafka, Joyce, Galdós, Woolf, etc. Como los colores del arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, añil, azul y violeta. Como las religiones más grandes del mundo: cristianismo, islamismo, hinduismo, budismo, sintoísmo. Como los mayores conflictos bélicos de la historia: II Guerra Mundial, I Guerra Mundial, Guerra de Vietnam, Guerra de Irak, Guerra de los Balcanes, etc.

¡Y qué alegría más grande cuando los chavales llegan del colegio y te cuentan que hoy han aprendido a escribir, leer o sumar! A los papis se les cae la baba, claro. “La niña ya sabe sumar”, le espetamos a la vecina del quinto. “Es que tiene pinta de ser muy lista”, nos responde. “Pues el nieto ya ha aprendido a escribir su nombre”, le contamos a los abuelos, mientras la respuesta es la esperada: “¡Ay, qué nieto más listo tenemos!”. Y así hasta el infinito. Mientras tanto, hemos olvidado otros conocimientos que se van aprendiendo en el colegio, en casa, en los juegos o en la televisión: lo que significa ser hombre o mujer, respetar a los demás, la amistad y el amor, las peleas, los puñetazos, las posesiones, la virilidad, el machismo, el patriarcado, etc. De estas cosas no hablamos porque supuestamente no sirven para nada. Y sirven, claro que sirven. Tanto que están detrás de los asesinatos que han perpetrado esos machistas de mierda durante este año que se esfuma de un modo tan cruel. Piénsenlo y hagan algo. Porque ustedes y yo podemos hacer mucho más de lo que hacemos. ¡Feliz 2023!

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