La Opinión de Zamora

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Editorial azul

La igualdad real de la mujer comienza por erradicar la violencia de género

ZAMORA. CONCENTRACION 25N COORDINADORA FEMINISTA ANA BURRIEZA

La violencia contra la mujer crece, a pesar de los múltiples actos que se despliegan cada 25 de noviembre, día en el que se conmemora la lucha contra una lacra social que sigue anclada en la sociedad y de la que, desgraciadamente, siguen siendo partícipes quienes más claro deberían tener el concepto de igualdad: los más jóvenes. La adolescencia sigue marcando a fuego la separación por sexos y hay demasiados casos en los que tanto chicos como chicas, normalizan actitudes claramente machistas que conducen a un patrón que debería haberse superado ya entre las “generaciones digitales”, demasiado influidas por contenidos de redes sociales donde proliferan clichés, cuando no pornografía y violencia gratuita.

Los datos de la Subdelegación del Gobierno en Zamora constituyen una preocupante muestra de esta tendencia, con más del doble de casos en el conjunto del ámbito provincial y un aumento del 75% en la capital en los últimos dos años de los delitos contra la libertad sexual. La misma tendencia se observa en el conjunto de Castilla y León y a nivel nacional. En lo que va de año 38 mujeres han sido asesinadas en España, más de mil desde que, en 2003, se reconociera como delito la violencia de género. Puede negarse lo evidente, pero la realidad da la razón a la mayoría, los que defienden la existencia de una atención específica, incluida la legal, para delitos que tienen una víctima específica por su condición de sexo.

Casos como el de la mujer embarazada de siete meses pateada por su pareja o que, esta misma semana, se conociera la alerta extrema por una benaventana amenazada de muerte por su pareja, custodiada permanentemente por la Guardia Civil para poner a salvo su vida y la de su familia, constatan que aún estamos lejos de garantizar a la mitad de la población el principal de los Derechos Humanos. Negar la violencia de género, o disfrazarla por motivos ideológicos, solo agrava un hecho que avergüenza e impide el avance de cualquier sociedad.

Los bulos, como las denuncias falsas, que según las estadísticas oficiales no alcanzan, ni de lejos, el 1%, no justifican el negacionismo ni, mucho menos, ayudan a la erradicación de la más grave y execrable discriminación que sufren las mujeres

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Los fallos en una ley, la denominada del “Sí es sí”, no empañan el objetivo final de encontrar un marco jurídico adecuado que dé respuesta a conductas inadmisibles que se dan por abrumadora mayoría entre el sexo masculino. Las víctimas de la violencia de género cuadruplican a las de hombres maltratados por mujeres, que también los hay. Los bulos, como las denuncias falsas, que según las estadísticas oficiales no alcanzan, ni de lejos, el 1%, no justifican el negacionismo ni, mucho menos, ayudan a la erradicación de la más grave y execrable discriminación que sufren las mujeres en todo el mundo. La aplicación de agravante de género en los casos contra la libertad sexual es un gran avance que debe consolidarse.

Y, si en algunos de los apartados o en su aplicación efectiva, la ley resulta fallida, modifíquese en el ámbito legislativo, atribúyanse y asúmanse las responsabilidades pertinentes. Pero jamás el Parlamento debe dar amparo a actitudes que menoscaban la ejemplaridad democrática más básica en una cámara de representación de la ciudadanía en un estado de Derecho. Si este es el ejemplo que cabe esperarse de determinados políticos, ahórrennos el bochorno y dedíquense a otra cosa para no devaluar peligrosamente, aún más, la fe en las instituciones y ahondar en la desafección hacia la clase política.

Todo lo expuesto ratifica por qué sigue siendo importante el 25N y todas las acciones de colectivos que, pese a las diferencias ideológicas, se ponen de acuerdo en lo elemental: la defensa de la mujer. Actos que cobran todavía más valor en los pueblos de provincias como Zamora, donde los malos tratos salen raramente a la luz, donde persiste el sentimiento de culpabilidad de la víctima y la vergüenza a ser señalada por su entorno.

Denunciemos: contamos con una red de asistencia a la mujer cada vez más fuerte, con servidores de las Fuerzas de Seguridad del Estado que son garantes de ese derecho que se trata de hurtar por la violencia. Ayudar a la reinserción laboral y a encontrar una salida a todas aquellas que se sienten atrapadas dentro de la pesadilla del maltrato es un deber ciudadano e institucional que no puede eludirse.

Eduquemos. Esa es la base. Los niños y niñas deben crecer en un entorno de no discriminación que va mucho más allá de permitir a los varones jugar con muñecas y a las pequeñas con balones de fútbol. Aunque, precisamente el deporte sea uno de los ámbitos donde más se visualiza el avance en la paridad. Hace justo una semana, en la entrega de los premios E-woman que patrocina LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, los asistentes se emocionaban con el testimonio de una de las premiadas: Cristina Lázaro, preparadora física de la Selección de Baloncesto Sub-15, quien relató las dificultades encontradas en su vida profesional por el hecho de ser mujer y de ser de una provincia alejada de las grandes metrópolis.

Una sociedad en la que hombres y mujeres avanzan en una misma dirección es la garantía del progreso. La erradicación de la violencia de género es parte ineludible de la lucha por una paridad que, si se hiciera efectiva, haría crecer el PIB español un 15%. En la economía a escala planetaria sumaría la astronómica cifra de 38 trillones (sí, trillones) de euros. Una igualdad real que podría ser una realidad a la vuelta de la esquina, en 2025, si se apuestan por políticas activas que impulsen el talento que tienen que ofrecer las mujeres, pero que, al ritmo actual, aún tardará, como mínimo, 36 años.

Ya hay demasiados obstáculos que vencer, empecemos por lo más obvio: garantizar la vida de la mitad de la población.

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