La Opinión de Zamora

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Agustín Ferrero

Casi nada es lo que parece

Estamos acostumbrados a que la clase política trate de engañarnos

PSOE y Unidas Podemos presentan proposición de ley para rebajar el delito de sedición X BARRENA/S GONZÁLEZ. BARCELONA| Chema Moya

“¡Un incesto, un incesto!”, gritaba un niño en el parque de San Martín. Lo hacía con media lengua, o con lengua de trapo, ya que apenas había cumplido los dos años. La gente próxima a él lo observaba sorprendida. Algunos dirigían la mirada hacia sus padres, otros lo hacían a su alrededor, sin encontrar causa aparente que lo justificara. Con su mano apuntaba hacia un punto concreto en el que, cerca de un árbol, había una piedra de mediadas dimensiones.

Lo cierto es que el niño continuaba gritando “¡Un incesto, un incesto!”, mientras se iba aproximando a aquella piedra de sucio color pardo. Sobre ella, ocupando un mínimo espacio, había un saltamontes que el niño intentó coger con sus diminutas manos. Pero, en ese momento, el pequeño bicho dio un espectacular salto, y luego otro, y otros cuantos más, hasta desaparecer de su vista. “Se ha ido el incesto” acertó a decir el desconcertado niño, mientras sus padres trataban de consolarlo.

Hubo quien no cayó en la cuenta que un niño tan pequeño no podía saber lo que era un incesto. Como tampoco que, de haber allí alguien que practicara tal aberración, no habría elegido un parque, a aquellas horas de la mañana, para dar rienda suelta a sus depravaciones. Lo cierto es que aquel insecto de fosforito color verde desapareció por completo entre unos matorrales.

A saberse lo que irían contando por ahí las personas que habiendo sido testigos de esta anécdota no llegaron a permanecer el tiempo suficiente para conocer su final. Muy probablemente, algo muy diferente a lo que realmente sucedió. Y es que, casi nada es lo que parece, pues cualquier acontecimiento al que se pueda asistir requiere ser observado con minuciosidad y desde varios ángulos, si no se quiere caer en el error de malinterpretarlo o de ser víctima de un engaño. Como fue el caso del “incesto” y el “insecto”: un mero entretenimiento infantil y un repugnante delito de adultos.

Se empeñan en seguir huyendo de la sutileza, creyendo que la fuerza de los votos les proporciona una buena dosis de ciencia infusa

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Viene esto a cuento de que el otro día el Sr. López (Portavoz del PSOE) trataba de explicarnos la eliminación de la Ley de Sedición del Código Penal. Y de sustituirla por otra, que comprenderá una drástica reducción de las penas. El argumento empleado era el de que serviría para ponernos en consonancia con lo que se lleva por Europa, cuando de lo que se trataba era de dar gusto a una minoría independentista heredera de las tropelías de familias sonadas, como la de los Puyol. Ponerse del lado de quienes se han saltado la ley en detrimento de quienes la han respetado, no deja de ser algo que llama poderosamente la atención.

El portavoz lo hizo pensando en que nadie prestaría atención al saltamontes que andaba por allí rondando. Pero, hasta el más despistado pudo distinguir su inequívoco color verde fosforito. A pesar de sus saltos, nadie confundió una jugada de trilero con el paraíso terrenal.

Quizás no se hubiera detectado la presencia del saltamontes si, además de cargarse esa ley ”al objeto de homologarnos a Europa” (según las palabras del portavoz del gobierno) se hubieran anunciado a la vez acciones que nos acercaran a otros países de nuestro entorno. Como ayudas a las familias, en especial a las que tienen que apechar con niños de corta edad. O a poner en línea el salario mínimo. O a dedicar a la investigación y desarrollo el mismo tanto por ciento, con respecto al PIB, como se viene haciendo en otras partes. O a declarar a Zamora zona de fiscalidad diferenciada.

De haber anunciado todas esas políticas, y aunque solo fuera por aquello de que entre col y col lechuga, es probable que nos hubiéramos creído lo de “europeizarnos”, y no hubiéramos reparado en que cuando el niño decía “incesto” lo que realmente quería decir era “insecto”. Pero se empeñan en seguir huyendo de la sutileza, creyendo que la fuerza de los votos les proporciona una buena dosis de ciencia infusa.

A veces puedes sucumbir a la tentación de creerles. Pero, como tristemente, estamos acostumbrados a que la clase política trate de engañarnos, pues lo de cargarse la ley de secesión no ha colado. Como tampoco colaron las milongas del PP, con los “hilillos de plastilina” que decía el Sr. Rajoy cuando quería quitarle trascendencia a la catástrofe del “Prestige”, o a lo de las “armas de destrucción masiva” que nos llevó a la guerra de Irak, que se empeñó en vendernos el señor Aznar, incluso cuando el presidente de los EEUU había admitido que se trataba de un craso error.

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