La Opinión de Zamora

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Editorial azul

Zamora no debe quedar rezagada en las imprescindibles ayudas de la UE

Convocantes de la manifestación JOSE LUIS FERNANDEZ

El reparto de competencias administrativas se asemeja, en ocasiones, al principio fundamental del gatopardismo, ese que establece la necesidad de cambiarlo todo para que permanezca exactamente igual. Analizada con la perspectiva de los últimos cien años, bien podría concluirse que Zamora es, precisamente, víctima del “efecto Lampedusa”, puesto que ninguna de las modificaciones que se suponían impulsoras del cambio para una provincia con problemas endémicos de desarrollo socioeconómico ha dado como resultado otro distinto que el de la deriva de despoblación y envejecimiento en la que lleva sumida generaciones.

Esta semana se cerraba con la petición de la Cámara de Comercio al director general del Instituto para la Competitividad Empresarial, dependiente de la Junta, de una mayor participación de Zamora en la gestión de los fondos Interreg, en los que, históricamente, el territorio zamorano sale menos favorecido en el reparto que otras provincias que, además de superarnos en renta, ni siquiera hacen frontera, como es el caso de Valladolid. La petición coincide, prácticamente, en fechas, con el último balance del Consejo de Cuentas regional sobre el reparto de los fondos de Compensación Interterritorial, correspondientes al ejercicio de 2020, donde Zamora, sorpresa, es, una vez más, la provincia menos beneficiada con poco más del 7% de la cantidad destinada a Castilla y León, menos de la mitad de los que recibieron más.

Ni el paso del centralismo a las autonomías ni la entrada en Europa ha supuesto un cambio de estatus significativo para la tierra zamorana. De ahí que existan voces que reclamen medidas específicas para una provincia que, según todos los indicadores económicos, retrocede en niveles de renta y convergencia pese a la existencia de esas ayudas que se quedan, siempre, en el plano teórico.

Por todo lo anterior hay quien ya ha dado un paso al frente. Diputación Provincial, CEOE y Cámara de Comercio han convocado una manifestación el próximo 18 de noviembre para que los zamoranos salgan a las calles y exijan la tan ansiada fiscalidad diferenciada en forma de ayudas para la provincia.

La impotencia, pero también la escasa diligencia a la hora de ponerse al día sobre criterios, objetivos y repartos hace que el malestar se traduzca de forma inadecuada y se pretendan buscar soluciones como se buscaba antes padrinos para el bautizo

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Con respecto a Interreg en concreto, cabe señalar que el problema es de inicio y parte de la confección del mapa de las provincias que pueden obtener dinero procedente de Europa con la misión de trabajar por esa cohesión territorial inexistente, puesto que los desequilibrios en la zona oeste de la Raya persisten y, en el caso español, por lo que se refiere a Zamora, se agudizan.

Si se repasan las condiciones que sirven de base a la nueva convocatoria Interreg 2021-2027, todas ellas remitirían a situaciones muy familiares para el territorio zamorano: peso del sector terciario, dificultades de dimensión y modernización del sector industrial, carencias en infraestructuras vitales, como todo lo referente a telecomunicaciones y, por supuesto, despoblación.

Pero el reparto que se hace de Interreg no desciende lo suficiente como para diferenciar la casuística zamorana, alejada de la renta media europea, frente a la citada Valladolid, que la supera. Los fondos se reparten entre regiones y, en el caso de Castilla y León, los beneficiarios abarcan más allá de las dos únicas provincias que hacen frontera: Zamora y Salamanca. También se incluyen a León, Ávila y Valladolid. Un mapa de situaciones demasiado heterogéneo, como heterogénea puede resultar la situación en cada rincón de cada una de esas provincias.

No es caso único el de la comunidad castellanoleonesa, enclavada en la Región Norte transfronteriza. Las mismas quejas podría tener la zona rayana portuguesa ya que, en su caso, con igual derecho a percibir fondos se encuentran Aveiro y el área metropolitana de Oporto que, evidentemente, disponen de un tejido económico muy diferente de las zonas más al oeste. Bien es verdad que el mismo documento de la Unión Europea donde se establecen las bases y los mecanismos de reparto de las nuevas anualidades de Interreg hacen hincapié en que se observa una situación distinta, para peor, en el oeste rayano español. Cabe, entonces, la duda que planea en toda esta cuestión: si la aplicación de los fondos se ha realizado en los lugares y de manera adecuados a los objetivos establecidos como principio.

Para tal duda no se encuentra respuesta fija. La costumbre suele ser la “patada para arriba” y así, la Junta echa la culpa al Gobierno central que, llegado el caso, como en el de la fiscalidad diferenciada, eleva el tiro hasta Bruselas.

La impotencia, pero también la escasa diligencia a la hora de ponerse al día sobre criterios, objetivos y repartos por parte de los responsables y representantes provinciales, hace que el malestar se traduzca de forma inadecuada y se pretendan buscar soluciones como se buscaba antes padrinos para el bautizo. Cierto es que, en la época en la que los municipios tuvieron más fácil acceso a los fondos europeos, cuando se remodelaron aceras y zonas del centro de la capital, por ejemplo, coincidió con la existencia de cierto “eje” de influencia de zamoranos en puestos clave en Madrid y Bruselas que miraban con cariño especial hacia su tierra. A este “caciquismo posmoderno” le llaman “lobby”, que es lo que dicen que ha faltado en Zamora, por ejemplo, a la hora de presionar para sumarse al triunvirato de Soria, Cuenca y Teruel en la aplicación de bonificaciones en las cotizaciones sociales a las empresas, o para la concesión del centro de investigación del envejecimiento, dentro de la sylver economy.

Aunque el runrún provincial con elecciones a la vuelta de la esquina parece tener cierto efecto: el mismo día que la Cámara de Comercio evidenciaba su protesta, el portavoz de la Junta, Fernández Carriedo decía no dar nada por perdido en esa batalla emprendida por una “fiscalidad diferenciada”. Veremos si, una vez más, asistimos a un nuevo ejercicio de gatopardismo o si, de una vez, hay algún cambio para bien.

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