La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Cristina García Casado.

Los telares de Cris

Cristina García Casado

Deshojarse

La despoblación no es solo un problema para los jóvenes que no se pueden quedar, es también una condena durísima para sus familias

Un hombre con un bastón El Día / Efe| XUNTA

El sábado pasado bajamos a ver lo que fue una fresquísima piscina con su césped en montañita y su merendero circular de piedra y hasta la sombra de unos árboles frutales. De esa estampa idílica, con vistas a un inmenso campo amarillo y ocre sin más tropiezos que un palomar, quedan solo rastrojos, ruinas y recuerdos.

Ese pedazo de tierra, como todos, vale tanto como se quiera que valga. De lo que menos hablo es de dinero. Fue un paraíso estival, un resort casero para varias generaciones y un par de familias unidas por el apellido Martín. Allí fuimos, la verdad, felices. “Mira, nosotras siempre estábamos dentro de la piscina o en el césped tomando el sol y ensayando bailes”. “Ahí se ponían nuestras madres, con las meriendas, a la sombra”. “El tío siempre estaba dentro del huerto y emergía entre algunas ramas para decir algo, aunque siempre ha sido de decir poco”.

Nos acordamos de todo porque fue un lugar importante. Un espacio labrado por nuestros bisabuelos y convertido después en lugar de esparcimiento con el trabajo de sus hijos. Todo lo hicieron ellos. Mirar esa era ahora abandonada y leer los últimos datos funestos sobre la despoblación en la provincia de Zamora me produce exactamente el mismo tipo de desasosiego. Uno inundado de impotencia.

Si dices “mayores de 65 años”, como si esto fuera un informe, no sabes bien qué estás diciendo. Pero si decimos nuestros padres, nuestros tíos, nuestros abuelos, comenzamos a aterrizar mejor lo que ya nos está pasando

decoration

En 2037, antes de que mi hijo cumpla los 18, más del 40% de los zamoranos serán mayores de 65 años. Parémonos un momento, como nos paramos a mirar el esqueleto de esa piscina, para pensar qué significa eso. A la vuelta de 15 años, que se pasan volados, casi la mitad de la población de esta provincia estará jubilada. Imagino que esto es algo cercano a una imposibilidad contable, pero también tantas cosas más.

Si dices “mayores de 65 años”, como si esto fuera un informe, no sabes bien qué estás diciendo. Pero si decimos nuestros padres, nuestros tíos, nuestros abuelos, comenzamos a aterrizar mejor lo que ya nos está pasando. Las personas que se han dejado el cuerpo y la vida en darnos lo mejor que pudieron merecen una vejez acompañada, querida, con los suyos. Que casi la mitad de la población vaya a ser jubilada significa que muchísimos estarán solos. La despoblación no es solo un problema para los jóvenes que no pueden quedarse: es también una condena durísima para sus familias.

Yo miro estos datos y me siento como el otro día con mis primos frente a esa finca a la que en realidad no le hacen falta más que unas semanas de ponerse a limpiar, cortar, sembrar y, sobre todo, creer. Ahora nos toca a nosotros, pero quién convence a unos millennials de Palma de Mallorca para pasarse un mes, como hacían sus padres, en la estepa zamorana. Al pueblo se viene, sobre todo, atraídos por esa fuerza sobrenatural que son los abuelos y ellos ya no tienen.

Si algo tuvimos tiempo de hacer en esa piscina fue fantasear, dejar volar la mente mientras sumergíamos el cuerpo. Así que por un rato volví a hacer lo mismo, imaginé que dentro de unos veranos compartíamos de nuevo tardes eternas allí con nuestros hijos y nuestros maridos y nuestros amigos, mientras los mayores nos miraban contentos de que esto no se pierda. Esto, quiero decir, es la familia, la memoria, maneras de hacer y estar. Honrar a los muertos. Voy a imaginar lo mismo para la provincia, porque sin siquiera imaginarlo seguro que sí es imposible.

Compartir el artículo

stats