La Opinión de Zamora

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Julio Fernández Peláez

Y la abuelita se comió a Caperucita

El lobo, bien administrado, da muchos votos, solo hay que poner a la opinión pública en su contra

Varios lobos en Robledo de Sanabria.

Existe una teoría, bastante extendida, de que los lobos son la causa de todos los males al norte del Duero, por ser una especie que se vuelve dañina cuando sobrepasa los límites faunísticos y, sobre todo, cuando no es fruto del deseo de los coleccionistas de cabezas disecadas.

Y la abuelita se comió a Caperucita Julio Fernández Peláez

Yo vengo aquí a reafirmarla: en efecto, los lobos provocan accidentes porque asustan a los cérvidos cuando están a punto de cruzar por uno de esos pasos tan frecuentes en las carreteras, diseñados para que los animales puedan transitar por el territorio a pesar de que su territorio esté diezmado por infraestructuras. Los lobos provocan incendios forestales porque algunos pastores, muy enfadados porque no cobran las ayudas de la Junta cuando tienen un ataque de cánidos salvajes, pueden lanzarse a quemar el hábitat, sobre todo en época de cría. Los lobos no aportan turismo de calidad y quienes vienen a la Culebra a ver si se encuentran con uno de ellos de frente y mirándoles a los ojos, son unos depravados que seguramente aplaudirían que el cuento de Caperucita terminara con la abuelita cometiendo un acto de antropofagia por culpa del insoportable acoso del lobo.

Los lobos actúan con crueldad porque es muy raro que los pastores les inviten a entrar en un corral, y esto les llena de inquina, y encima cuando los pastores no tienen mastines se aprovechan de las circunstancias para hacer de las suyas y convertir los ríos en ríos de sangre espesa. Ah, y por último, los lobos son los causantes de que determinadas ideologías extremistas existan. Y por esta razón hace falta combatir a este animal con dureza, para que no lleguen a gobernar quienes están en contra del maltrato animal y otras barbaridades civilizatorias.

Si te das una vuelta por todos esos pueblos donde los alojamientos rurales se llenaban de turistas, antes por supuesto de que Zamora perdiera su espina dorsal, verás que nadie quiere al lobo

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Además, si te das una vuelta por todos esos pueblos donde los alojamientos rurales se llenaban de turistas, antes por supuesto de que Zamora perdiera su espina dorsal, verás que nadie quiere al lobo. El lobo sigue siendo un ser abominable, que está muy bien que viva en un centro especial para lobos que nunca podrán ser lobos, como el que hay en Robledo de Sanabria para lobos mitológicos, pero que suelto por el campo no tiene sentido. ¿Pero qué tontería es esa de que los lobos se comen a los animales más débiles y que por eso son un beneficio para el ecosistema?

El lobo, bien administrado, da muchos votos, solo hay que poner a la opinión pública totalmente en su contra, algo relativamente fácil entre los votantes de toda la vida pero que aún provoca ciertas suspicacias entre los urbanitas, esa muchachada que jamás ha limpiado una mata de escoba ni sabe cómo tocar una flauta de centeno. Cada cinco segundos, un ataque del lobo. Este es el mensaje que deberíamos subrayar constantemente para ir bien pertrechados a las elecciones municipales. Y que se atrevan ahora a llevarnos la contraria. ¡Pero quién puede desear que el lobo coma ovejas! Vale, que no come tantas como dicen; es igual, lo que importa es que hace daño, no hay que darle más vueltas. Sí, ya lo sabemos, el ser humano es también carnívoro y hace daño, mucho daño, pero no es lo mismo, porque el ser humano el daño no lo hace queriendo sino por presiones lupinas, como cuando el lobo estaba detrás de la abuelita diciéndole: “Cómete a Caperucita, cómete a Caperucita”.

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