La Opinión de Zamora

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Se espera un otoño e invierno muy duros

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“Donde sacas y no pon, pronto se llega al hondón” (refranero castellano).

Durante los últimos meses hemos podido leer en la prensa y escuchar en programas radiofónicos, debates sobre el mal estado de la economía mundial y de nuestra economía española especialmente.

Días pasados, leía que este verano primer período vacacional post pandemia COVID, era llamado del “carpe diem” esto es, vive el momento presente, aprovecha el día, disfruta del momento, sin preocuparse del futuro, solo del presente.

Conocen perfectamente mis lectores mi procedencia rural, de una familia de labradores y, por tal motivo y teniendo en cuenta que presumo que muchos de los lectores de mis artículos, también proceden, han vivido o viven en el campo; por estos pagos de Tierra de Campos el vivir el momento, el vivir al día, para un determinado sector, especialmente vinculado con el campo, esto es, con la labranza y la ganadería, en mi infancia y juventud era inexistente, porque las circunstancias climatológicas cambian en un instante el rumbo de una buena cosecha. Por tal motivo desde que tienes uso de razón, te han educado en el ahorro, ahorro y ahorro, porque la cosecha podía ser nula, o una mala cosecha.

Recuerdo cuando de niño, los mayores hacían referencia al “año malo”, año 1945, donde apenas nació el cereal y la cosecha fue totalmente nula.

En las últimas décadas, pese al desarrollo industrial y mejora económica, ya a partir del año 2008, se inicio la llamada crisis inmobiliaria y muchas familias desgraciadamente, perdieron su vivienda.

Recuerdo haber oído decir, cuando era niño, a personas trabajadoras que, por mil y una circunstancias se vieron obligadas, por razones laborales, al faltar el trabajo en el campo, a consecuencia de la incipiente mecanización, a abandonar sus pueblos de origen e ir a trabajar a las zonas industriales, que cuando regresaban unos días al pueblo en verano, decían “allí, cae todos los meses”, como fácilmente pueden comprender se referían al sueldo o salario.

En el campo, no ha ocurrido, ni ocurre, ni ocurrirá nunca así, porque se depende de las condiciones o circunstancias climatológicas adversas, heladas, pedrisco, incendios, sequía, etc... etc... en definitiva, de la inseguridad, por ello hay que ser previsores y ahorrar.

Hemos tenido unos años de auténtico despilfarro, a todos los niveles, calefacciones a tope, aire acondicionado a la demanda, luz sin medida, el uso del coche para ir al baño, al café, a por tabaco, etc...

Ahora estamos en plena crisis mundial y “la alegría veraniega” que le anuncian está llegando a su fin y, septiembre es mes de escuela, hay que comprar los libros, uniformes, bolígrafos, lápices e iniciar las actividades extraescolares y hacer frente a un sin fin de gastos que el padre de familia tiene que abordar y si ha tenido un verano de despilfarro siguiendo la consignada del “carpe diem”, mala cosa.

Tal vez, estas personas no están educadas en la cultura del ahorro y han pensado que todo el monte es orégano, y que como bien recuerdo, muchos decían “allí cae todos los meses” y ahora me pregunto, y si no cae todos los meses qué pasa? Cómo se vive el próximo mes, si no hay ahorros, porque se vive al día?

Seamos sensatos y procuremos ahorrar y apartarnos de la cultura del despilfarro, porque a este paso, nos podemos ver sin piso, sin curro y sin pensión y ello es muy triste.

Eduquemos a los más jóvenes en la cultura del ahorro y que no se puede gastar nunca más que se ingresa porque se comienza por poco y se termina en la ruina.

Recuerdo el refrán castellano que dice: “No te pase lo que al calderero que se le alargo la vida y acabo el dinero”. Más vale prevenir que lamentar.

Soy consciente que el asunto es sumamente delicado y requiere una gran reflexión a nivel personal y familiar, pues, honestamente creo que de los políticos poco o muy poco podemos esperar, como no sean buenas palabras y calma pueblo, que parece ser lo políticamente correcto, pero las palabras se las lleva el viento y obras son amores y no buenas razones. Con la inflación que estamos soportando en los servicios más básicos y necesarios como son la luz, agua, gas, teléfono, alimentación, etc. créanme que el vivir el día a día se hace cuesta arriba y por ello debemos ejercitarnos en la austeridad y en el ahorro, si es posible, y no comprar cosas innecesarias, resistir al consumismo y valorar la sencillez que como dice nuestro refranero “ No todo lo que brilla es oro.” Las apariencias engañan.

Queridos lectores, ha llegado el fin de la abundancia y toca apretarse el cinturón.

Días de mucho, vísperas de nada.

Pedro Bécares de Lera

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