La Opinión de Zamora

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Ángel Alonso Prieto

Los afligidos y su Cristo

Nuestra gente de antaño del campo no encontró mejor icono que representase su dura vida rural

Tenemos una percepción del mundo cada vez más amplia y global y sabemos o creemos saber lo que ocurre a nuestro alrededor, bien es cierto que no siempre con la información adecuada o completa. Determinados medios o poderes mediáticos nos muestran un mundo irreal cargando tintas, según el color o tendencia de las fuentes de datos, sobre lo bonito o trágico de la humanidad. Lo cierto es que en los últimos años la pandemia nos puso a todos en mayor o menor medida en estado de aflicción.

Los afligidos y su Cristo Ángel Alonso Prieto

A mayores la propia existencia conlleva ineludiblemente períodos de aflicción y de dolor por el hecho de venir al mundo. En mi pueblo y amplia comarca lo tuvieron claro desde siglos y pusieron sus penas a los pies de la Sagrada imagen del Santísimo Cristo de los afligidos. Apenados, como decía, andamos todos de vez en cuando, por lo que un valedor de nuestro sufrimiento siempre se precisa. Hay múltiples remedios para los males que nos aquejan; para el creyente la Fe en quien se expuso voluntariamente a la aflicción y al sufrimiento es un agarradero cuando en la marea de la vida no hacemos pie y precisamos del socorrista espiritual que no es otro, paradójicamente, que el Señor crucificado.

“ Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”, leemos en el Evangelio de San Mateo, que dijo Jesús. Vemos así que el Señor no sólo era un sanador con fama en su tierra sino que se ofrecía también a sí mismo como referente y ejemplo de sufrir y seguir adelante. No nos cabe duda por lo que sabemos de su suplicio desde Getsemaní al Gólgota. Semejante y larguísima tortura era para Santa Teresa el “no va más” del amor divino, de la entrega sin límites al destino asumido de la Redención con todas las consecuencias.

¿Afligidos? Yo el primero, de eso entiendo. Nos dice el Señor.

En Villarrín de Campos tenemos entronizado a al que “como cordero fue llevado al matadero”, al que abre los brazos a gente como él, crucificada al dolor y el sufrimiento.

En la Tierra de Campos-Pan suena estos días el himno a coro -compuesto por Miguel Manzano- de todas las voces devotas que miran a quien les mira, y honran a quien nuestros antepasados, hace más de cinco siglos, tomaron como patrón

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Nuestra gente de antaño del campo no encontró mejor icono que representase su dura vida rural que la bendita imagen en su expresión de agonía. Más de dos docenas de pueblos le han tenido como protector y le siguen venerando en su capilla y altar que se engalana con primor en esta su fiesta. El Cristo está ricamente vestido; una costumbre ancestral tanto para ensalzar el mérito de su muerte como para ocultar los daños espeluznantes en su cuerpo entero zaherido.

Los afligidos en el mundo se cuentan por millones con solo abrir las estadísticas del hambre y la pobreza. Nuestro Santísimo Cristo, cuya fiesta celebramos, se solidariza y e inmola con todos porque todos en un momento u otro de nuestras vidas nos hemos visto cargando con una cruz que nos sobrepasa.

En la Tierra de Campos-Pan suena estos días el himno a coro -compuesto por Miguel Manzano- de todas las voces devotas que miran a quien les mira, y honran a quien nuestros antepasados, hace más de cinco siglos, tomaron como patrón.

Fiestas patronales de Villarrín de Campos este fin de semana y lunes en honor del Santísimo Cristo de los afligidos.

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