La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Editorial azul

Una Zamora “al límite” merece colaboración y esfuerzo

Discurso de Cipriano García, en Ifeza. Jose Luis Fernández

La gala anual de la Fundación Científica Caja Rural, que cumple 25 años de excelente trayectoria, se celebró el viernes aún con los cercanos ecos del rotundo éxito de la feria Fromago. No es para menos, si tenemos en cuenta el impacto final del certamen: 300.000 visitantes y doce millones de euros en ventas que han trascendido las producidas en los stands con una ocupación hotelera al 100% que se ha repartido por toda la provincia, lleno en restauración y bares. El comercio local triplicó su negocio en los cuatro días de feria.

Parte de esa tremenda inyección económica y moral es atribuible a Caja Rural, que creyó en el proyecto desde el principio y lo impulsó desde la asociación Zamora 10, como recalcó en su discurso el director general Cipriano García, al felicitar y agradecer el papel trascendental que ha ejercido la Diputación de Zamora. Solo por la concepción y puesta en marcha de algo tan ilusionante y renovador como Fromago, encardinado dentro de la Escuela Internacional de Industrias Lácteas, tendría justificada su existencia la ahora moribunda asociación.

Con ese u otro nombre, debe existir un movimiento integrador capaz de vertebrar a la sociedad zamorana y de articular soluciones, en lugar de lamentarse por problemas indudables, pero demasiado conocidos y argumentados.

Necesitamos acciones, como lo la feria mundial del queso, capaz de aglutinar a todo un sector que va mucho más allá de la elaboración y venta de un derivado lácteo porque conecta directamente con varias de las grandes potencialidades de la provincia

decoration

Necesitamos acciones, como lo la feria mundial del queso, capaz de aglutinar a todo un sector que va mucho más allá de la elaboración y venta de un derivado lácteo porque conecta directamente con varias de las grandes potencialidades de la provincia. Eso, se traduce en un efecto exponencial que debe servir como referencia para eventos similares.

El bálsamo que ha supuesto la feria, la implicación y empatía que ha logrado despertar, eso que se ha calificado como la recuperación del “orgullo zamorano”, es la demostración palpable de que el acuerdo y el entendimiento mutuos es el único camino que pude sacar el atolladero a la provincia.

El verdadero “orgullo zamorano” no lo representa la individualidad, sino el sentido de la colectividad. Han pasado 950 años desde los tiempos de Bellido Dolfos, Doña Urraca y Arias Gonzalo. No habrá jinete solitario capaz de asestar puñalada alguna al panorama que cerca esta vez a Zamora que, con tantos deberes por hacer, se enfrenta al que amenaza en convertirse como el más duro invierno de la historia desde la II Guerra Mundial.

Es ahora, en tiempos en los que la discordia y el insulto campan a sus anchas incluso en los escenarios más sagrados de la democracia como los parlamentos nacional y, particularmente, el regional, cuando los zamoranos deben dar por aprendida la lección y confiar en la colaboración como garantía a la hora de afrontar todos los retos que aguardan a una Zamora “al límite”, como definió el propio director de la Caja Rural.

Ese espíritu colectivo empapa los engranajes de una entidad en plena expansión y crecimiento a pesar de los tiempos que corren, cuya fidelidad a los intereses generales de Zamora puede medirse de forma empírica no solo por su inquebrantable identificación con la suerte de la provincia y, por ende, su apoyo a tantas iniciativas económicas, sociales y culturales. Antes que ninguna administración fue Caja Rural la que puso a disposición medio millón de euros para los damnificados del incendio de la Culebra. Los habitantes de esas 60.000 hectáreas calcinadas han visto hechos añicos sus sueños al ver arrasadas por las llamas sus formas de vida.

Si desaparece Zamora 10, debe relevarla otro movimiento integrador capaz de vertebrar a la sociedad zamorana y de articular soluciones, en lugar de lamentarse

decoration

Los efectivos que colaboraron en los durísimos trabajos de extinción fueron merecidamente galardonados por la Fundación Científica de Caja Rural. Y, quizá, la sorpresa es que en ese homenaje, que incluía a los familiares de los tres fallecidos durante la tragedia forestal más grande vivida en la comunidad, no estuviera el presidente de la Junta de Castilla y León. Alfonso Fernández Mañueco, que tanto y sincero afecto profesa a Zamora, no había faltado, desde que fuera elegido por primera vez siete años atrás, a la cita en Ifeza, por eso extraña que en un acto tan significado y en unos tiempos tan difíciles, haya desperdiciado la ocasión de trasladar, como lo ha hecho en otras ocasiones, su solidaridad y apoyo a la provincia y, en especial, a las gentes del mundo rural.

La Junta ha apoyado económicamente Fromago y se ha comprometido a extender ese respaldo al convertir a Zamora en sede de los premios Cincho en cada nueva edición. Por muchas razones, cabe resistirse a la pesimista definición que hacía esta semana el Colegio de Economistas al calificar la feria de “espejismo económico” frente a un invierno de desestabilidad económica y social. El optimismo, que no la ingenuidad, es un buen motor de impulso y se trata de buscar pequeños signos que espanten tantas sombras.

Durante años se ha venido temiendo por el futuro del campus Viriato. Este curso ha confirmado su consolidación con un 7% más de matriculados gracias a locomotoras como las titulaciones en ingenierías o la Escuela de Enfermería. Oportunidades de formación que deben tener también su contrapartida en el plano laboral. Por ello, y más en períodos tan críticos, es necesario confiar en el esfuerzo y en la unidad que se reclamaban el viernes en la gala. Asumir riesgos, como lo ha sido toda la compleja organización de Fromago y perseguir la idea de un futuro mejor para los zamoranos reivindicando lo que en justicia corresponde a la provincia. No cabe el desfallecimiento, sí la esperanza del trabajo colectivo bien hecho.

Compartir el artículo

stats