La Opinión de Zamora

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Por el mar corren las liebres

La Política Agraria Común se basa en la intervención a la baja del precio de los alimentos para así hacerlos más competitivos en los Mercados internacionales

MANIFESTACION DE AGRICULTORES Y GANADEROS CONTRA LA REFORMA DE LA PAC DAVID RODRIGUEZ

Producir alimentos es muy caro, y no sólo en Castilla y León. Producir alimentos es muy caro, porque para ello se requiere de un bien esencial escaso: el agua. Producir alimentos es muy caro, lo reconoce la FAO, la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Y lo confirma la Unión Europea. Por eso se ideó la PAC, la Política Agraria Común. Producir alimentos es tan caro, que para que la agricultura europea sea competitiva con respecto a la de otros países, es obligado regular el precio de los alimentos a la baja. Así que el precio de los alimentos producidos en suelo europeo lleva intervenido a la baja desde que Yolanda Díaz usaba chupete.

Insisto, producir alimentos resulta tan caro, que la mayoría de los paisanos que sobreviven en la España abandonada a su perra suerte, ya no cultivan los huertos que antiguamente existían en la calle de los huertos justo a la salida de cada pueblo, o en el corral de casa. Porque gracias a la regulación europea a la baja de los alimentos, sale más barato comprarlos que cultivarlos en casa.

“Quien fue cocinero antes que fraile, lo que pasa en la cocina bien sabe”, dice el refranero. Yo fui periodista antes que ganadera. Y en los cinco años que pasé en la universidad, me enseñaron que la función primordial del periodismo es la de informar formando.

La PAC nace de la obligatoriedad de abaratar los alimentos para hacerlos más competitivos en los Mercados internacionales con respecto a los alimentos de otras zonas del planeta. Los negocios son los negocios y la Unión Europea es eso: un mercado común

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Además, soy católica: no estoy autorizada a decir falso testimonio ni a mentir; y estoy obligada, por misericordioso deber, a enseñar al que no sabe.

La Política Agraria Común no nace de la necesidad de abaratar las cosas de comer para alimentar a los ciudadanos europeos. En absoluto. Si los ciudadanos europeos no pueden pagar los alimentos que se producen en territorio de La Unión, no es asunto del euro Parlamento. Para dar de comer al hambriento ya existen Cáritas y las asociaciones vecinales.

La PAC nace de la obligatoriedad de abaratar los alimentos para hacerlos más competitivos en los Mercados internacionales con respecto a los alimentos de otras zonas del planeta. Los negocios son los negocios y la Unión Europea es eso: un mercado común.

Este abaratamiento de los alimentos por Ley es lo que lleva a los agricultores de toda Europa a tomar las calles con sus tractores, en protesta porque el precio de los cereales está muy por debajo del que obtenían los agricultores allá por los años previos a la Segunda Guerra Mundial.

Para compensar esta legislación a la baja del precio de los alimentos, se crea el pago compensatorio. O lo que es lo mismo, las ayudas de la PAC. Los agricultores consienten en vender el producto de su fuerza de trabajo más barato, y a cambio reciben una rácana subvención que les permita mantener un poder adquisitivo propio del año en el que viven.

La razón por la que los agricultores lloran sus miserias cada nuevo año, es porque las ayudas de la PAC no se revalorizan al alza, en función del aumento de los insumos necesarios para sacar adelante una nueva cosecha. Y porque no son exclusivas de los profesionales del sector agroganadero, como debería ser. En un quirófano sólo pueden operar los cirujanos, pero cualquier avezado trampero es bienvenido para cobrar ayudas agrarias.

“Quien hizo la ley, hizo la trampa”, reza otro refrán. La PAC es un pago compensatorio para los agricultores, pero un negocio muy lucrativo para algunos listillos. El dinero estancado en la cuenta corriente no produce, el ladrillo ya no mueve los beneficios que antaño y la droga o la trata de seres humanos siguen siendo ilegales, así que el mercadeo con los alimentos se convierte en el modo más atractivo de satisfacer la usura codiciosa de las urracas humanas.

Y si la inmensa mayoría del pueblo español no puede permitirse el imbatible y presidencial chuletón en su punto, la culpa siempre será de Putin, Bin Laden, o de los tiranos de Turquía y Marruecos, cuando, como los anteriores, dejen de ser nuestros aliados, para convertirse en enemigos a batir.

La PAC es una sucia trama que salpica a toda la ciudadanía. Dado que todos cumplimos con la obligación de pagar impuestos, tenemos el derecho a conocer en qué se emplean. Cuando menos, no tenemos por qué sufrir y mantener a unos políticos fuleros que insultan nuestra inteligencia contándonos que por el monte corren las sardinas.

En la anterior crisis del 2008, Europa impuso sus políticas de austeridad, y se nos recortó en Sanidad, Educación y el resto de servicios públicos. Todo cabe presagiar que con esta nueva crisis sucederá lo mismo. Sin embargo, las factorías de carne, que no son ganadería porque son industria, siguen obteniendo sus multimillonarios beneficios de la Política Agraria Común.

Cada ciudadano europeo contribuye con 177 euros de sus impuestos a subvencionar el fraude de la PAC. Y como entre todos financiamos al lobby cárnico, todos somos responsables de las desastrosas consecuencias de la agroindustria sobre el planeta y la salud humana.

Estamos en plena XXIX Feria del Libro Viejo, Antiguo y de Ocasión, ahí va mi recomendación: Nuestro Veneno Cotidiano, editado en 2012. Un libro en el que la periodista de investigación Marie Monique Robin demuestra la incidencia de la industria química, y sus aplicaciones para la alimentación industrial, en la epidemia de enfermedades crónicas, como el cáncer y el Alzheimer.

Y de postre, a comer queso. Son saludables proteínas de origen animal. Procedentes de ovejas, que conviven en perfecta simbiosis con el ecosistema que habitan, y tan libres como los pastores que cuidan de ellas. Además, fijan población en el rural. Feliz Fromago.

(*) Ganadera y escritora

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