La Opinión de Zamora

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Francisco Jose Azorín

Zamora: la ciudad mural del grafiti

Iniciativas que marcan la diferencia

Un grafitti en Zamora. LOZ

Hay ciudades que tienen gran renombre y son reconocidas por la majestuosidad de su muralla, como sucede con Ávila, Ciudad Rodrigo o Urueña. Pero no olvidemos que el sobrenombre de Zamora es “la bien cercada” y que poco a poco se está tratando de recuperar y restaurar los muros que la rodean en parte. No hay que ignorar que hay cerca de tres kilómetros de muralla que todavía permanecen en pie. Por lo tanto, Zamora es una ciudad mural, y no solo por su belleza sino también por los muros que la abrazan.

Pero en esta ocasión me quiero centrar en otros muros de Zamora, aquellos que han sido y están siendo decorados por un magnífico elenco de artistas, la mayoría zamoranos o relacionados con nuestra tierra. A lo largo y ancho de la ciudad se pueden contemplar alrededor de cuarenta obras murales, según la página web de turismo de Zamora, aunque en el portal de “Zamora Variopinta”, proyecto promovido por el Ayuntamiento, se cuentan más de cincuenta. Para los no muy entendidos en el arte urbano, como es mi caso, podemos no encontrar la diferencia entre mural y grafiti. Aunque ambos pueden compartir soporte, como es el muro o la pared, parece ser que el muralismo surgió como movimiento artístico a principios del siglo XX en México, y el grafiti se iniciaría más como una acción de protesta social y el “dejar una firma” en los vagones del metro de Nueva York y en Filadelfia, allá por los años sesenta y setenta del siglo pasado.

Y hablando de protestas, la que se produjo en Zamora en el año 1976 con motivo del tráfico en la avenida Galicia y su alta siniestralidad por aquella época. Fue entonces cuando los vecinos y vecinas del barrio de San José Obrero, y también de San Lázaro, salieron a la calle para reivindicar mejoras en una vía tan aciaga. Este hecho ha sido homenajeado por el artista Miguel Kobas dejando su impronta en un edificio de aquel barrio, en la plaza de La Encomienda. Podríamos debatir entonces si en realidad es un mural o un grafiti, por aquello de la connotación social y de protesta, pero dejaremos esta discusión para otro momento. En cualquier caso, esta muestra de arte urbano es la que más me ha atraído de todas las que he visto, posiblemente por su simbolismo y por esa implicación vecinal. La expresión artística como acción de protesta, como fuente de poder y transformación social, y que llega a traspasar fronteras, siempre me ha llamado la atención. Me viene a la cabeza en este momento el artista urbano Banksy o Blu, y la trascendencia que tienen cada una de sus obras.

Y hablando de fronteras, en el país vecino, en este caso me refiero a Francia, hay una ciudad que me recuerda en gran medida a Zamora. Y me refiero a Angoulême o Angulema, en castellano. Ciudad no muy grande, actualmente tiene poco más de 42.000 habitantes, elevada y con una parte amurallada, y con mucha, mucha historia. Simplemente mencionar que la dinastía a la que pertenecía el famoso rey francés Francisco I era la Valois-Angoulême. Y en su honor, el navegante Giovanni da Verrazzano dio nombre a un lugar “descubierto” en su viaje por las “Indias”, en el valle del río Hudson, y que pasó a llamar “Nueva Angulema”. Posteriormente, los holandeses la llamarían “Nueva Amsterdam”, y actualmente se conoce como Nueva York, donde nació el arte urbano conocido como grafiti. Vaya coincidencias ¿no?

Bien, pues aún siendo una ciudad pequeña y no tener tanto protagonismo como antaño, ha sabido reinventarse a través del cómic y del grafiti. El cómic en Francia es más que un arte, y hay varios puntos que “luchan” por ser el más importante centro del cómic, como sucede también con Toulouse. Pero para mí, y he estado en ambas, la capital del cómic, ya no solo a nivel francés sino también europeo, es Angoulême. Y no porque lo diga yo o lo puedas sentir cuando estás allí, igualmente es el lugar donde se celebra el Festival Internacional del Cómic, cada año desde 1974. Su museo del cómic, y sus calles, donde puedes encontrar impresionantes murales que la hacen famosa además por el “grafiti”, la hacen desmarcarse definitivamente de la capital de Occitania. Como anécdota, una vez me encontré allí a un asturiano apellidado Zapico, pintando en un cuaderno por sus calles, y resultó que estaba disfrutando de una beca en la Maison des auteurs que le llevaría a publicar “Dublinés”, una obra con la que obtuvo el Premio Nacional de Cómic en el año 2012. Quiero pensar que cuando le vi, estaba inmerso en esa magnífica obra.

Proyectar a Zamora como la capital del mural o del grafiti en España podría ser una iniciativa que llamara la atención de propios y extraños, de recibir visitas durante todo el año y también de reinventarnos como una ciudad moderna

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Zamora me empieza a recordar a Angulême, con el surgimiento de esta iniciativa de arte urbano. Autores zamoranos se han sumado a este proyecto, aunque algunos ya han llevado su sello a sitios como Castrogonzalo, donde el artista conocido como Parsec llevó su proyecto “Safari rural”, dando visibilidad a otras zonas “olvidadas” de Zamora. Proyectar a Zamora como la capital del mural o del grafiti en España podría ser una iniciativa que llamara la atención de propios y extraños, de recibir visitas durante todo el año y también, desmarcarnos un poco de ser una ciudad histórica, y reinventarnos como una ciudad moderna y que acoge a artistas tanto locales como nacionales e internacionales.

Zamora es un lugar que inspira, y eso puede verse reflejado en el arte, en este caso el urbano, como le sucede a Angulême. La diferencia quizás esté en la proyección internacional que ha conseguido aquella ciudad francesa y que creo, Zamora, debería apostar. Por qué no pensar en convertir nuestra ciudad en la capital del grafiti, o mural, como prefieran llamarlo, dotarle de un cariz internacional, incluso creando un festival de arte urbano como ha hecho este año la ciudad murciana de Cartagena. Que el grupo Boa Mistura dejara una muestra de su obra aquí, por ejemplo, creo que atraería a mucha gente joven a la ciudad. Siempre hay que apostar por los artistas zamoranos, pero por qué no mirar más allá y pensar que otros artistas pudieran dejar su huella en Zamora. O se podría incluso establecer un proyecto hispano-luso, invitando a artistas como Vhils, por nuestra proximidad y relación histórica con el país vecino. Esto nos daría una proyección internacional y visibilidad poniendo a Zamora en el centro del mapa del arte urbano. Que vinieran artistas internacionales para inspirarse por nuestras calles, tal y como le sucedió a Zapico con Angulême, creo que sería un motivo de orgullo para todos nosotros

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