La Opinión de Zamora

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Lázaro Carrillo

Sobre el papel

Estamos en tiempos de guerra, a pesar de que el frente esté al otro lado

Edificios en Madrid con pocos luminosos encendidos MARISCAL

Suscribir que “la política comience por la contemplación de la realidad, y sobre todo cuando esta no nos agrada” no supone descubrir novedad alguna, pero si revisar y reconducir las acciones de las políticas que son necesarias e imprescindibles.

Esta afirmación entre comillas de Olaf Scholz en el diario Le Monde implica el uso del pragmatismo por encima de la ideología y del postureo, y en las recíprocas negociaciones de los diferentes actores políticos. Pero, además, esta afirmación de un alemán a un periódico francés, parece que traza la pronosticada recesión que les puede venir encima a los dos principales países de la eurozona: Alemania y Francia.

Porque la realidad que nos envuelve a todos, no solo es la tormenta climática, sino que también lo es la económica y social. La cual requiere la perspectiva de los hechos y sus necesidades para que en vez de prolongarla o agravarla podamos salir de ella.

Aunque no lo tengamos siempre presente, estamos en tiempos de guerra, a pesar de que el frente esté al otro lado. Y de entre sus consecuencias, nos viene la incapacidad de los mercados de regular los precios y el menester de que sean los gobiernos quienes intervengan. Ya que el racionamiento podría llegar a ser crítico frente a esta crisis energética global que nos ha atrapado.

En nuestro entorno, se podría decir que el ojo del huracán está en Alemania, en contraste con una España más alejada de esa zona central de vientos y nubes densas. Así, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, las cuatro grandes economías de Europa, Alemania, Francia, Italia y España, tienen un pronóstico de reducción en su crecimiento para el año 2023. Pero para España, el FMI pronostica un crecimiento más rápido que el resto de estas grandes economías durante los próximos cuatro años. Aunque ello con el horizonte marcado por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EUI), de que el crecimiento lento de la economía en la eurozona y su alta inflación durará como mínimo hasta 2024.

El aprobado Plan de Ahorro Energético del Gobierno nos narra la repetida y verdadera historia de la ausencia de una necesitada y verdadera negociación, frente a la polarización

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Nuestro país tiene mucha menos dependencia de las fuentes de energía no renovables rusas. Y es un considerable importador de gas natural licuado. Atributos a los que se añade la industria del turismo, que antes del COVID representaba el 12% del PIB, y ya en el pasado mes de julio, según el INE, se han alcanzado el 98% de las pernoctaciones hoteleras del mismo mes de 2019; a pesar del incremento de los precios.

Sin embargo, en toda esta contemplación, el aprobado Plan de Ahorro Energético del Gobierno nos narra la repetida y verdadera historia de la ausencia de una necesitada y verdadera negociación, frente a la polarización.

Así, Unidas Podemos apremia a los socialistas, y María Teresa Pérez lo manifiesta a la prensa, para que no cuenten con los populares. Mientras tanto, Errejón reprocha al Gobierno de ir “saltando de decreto en decreto”, aunque su partido da su voto a favor. Y los populares mantienen su voto en contra al no tramitarse este Plan como proyecto de ley para que se permitan introducir modificaciones. Pero Raquel Sánchez insiste que el Gobierno “se caracteriza por su disposición al pacto”. Sin embargo, esta disposición al pacto muestra poca altura de miras al no integrar espacio alguno de la oposición.

De entre los socios de investidura, Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, pide que se tramite como decreto ley para poder introducir cambios en el texto. Y, así se va a tramitar. Mientras que el PNV, dudando de que estos cambios puedan ser eficaces, se persuade de que en el próximo Plan de Contingencia el Gobierno escuchará a la oposición y a las comunidades autónomas.

Y en el relato del rechazo, Mireia Vehí (CUP) califica al Plan de “mofa” por transferir más de 1.300 millones de euros a las eléctricas. Los populares lo critican por ser impuesto unilateralmente. Ciudadanos consideran “una milonga” su tramitación como proyecto de ley. Y Vox pretende recurrirlo en el Tribunal Constitucional.

¿Qué tipo de juego es este? Porque nuestra realidad demanda verdaderos pactos.

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