La Opinión de Zamora

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PEDRO REQUEJO NOVOA

Ley de fomento del aborto

El Gobierno dedica sus energías a completar su agenda ideológica

La ministra de Igualdad, Irene Montero.

El Gobierno socialcomunista, de la mano de la ministra de ‘igual da’, suma otra vuelta de tuerca a la imposición de la cultura de la muerte. Con el engañoso título de ‘salud reproductiva’ y el eufemismo de ‘interrupción voluntaria del embarazo’, impone una deshumanizada ley del aborto.

Impasible a la pandemia, la crisis económica, energética, alimentaria... inflacionista y quien sabe cuántas cosas más que se nos vienen encima, el Gobierno dedica sus energías a completar su agenda ideológica. Leyes de eutanasia; mal llamada defensa de la infancia; ley trans; la conocida como ‘sólo sí es sí’, son las leyes que desarrollan el universo feminista de Sánchez. Mientras, España está inmersa en un invierno demográfico en el que sólo Madrid y Almería aumentaron su población este año.

No se necesita una ley de facilitación del aborto. A Zamora, adelantada en la desgracia, se le mueren cuatro personas por cada nacimiento. Necesitamos agónicamente cada niño que tengamos. Según Red Madre, en España se invierte diez veces más dinero en abortar que en procurar que un niño nazca. Lo urgente en España, lo progresista en el sentido de avance social, es ayudar a que todos los niños nazcan y que todas las mujeres encuentren las facilidades para ser madres. Frente al drama del aborto, la apoteosis de la maternidad.

Pero la ingeniería social del Gobierno prefiere el aborto libre, gratuito, desinformado y sin consentimiento paterno para niñas de 16 años. Una banalización de la masacre de no nacidos que se convierte en una suerte de método anticonceptivo subvencionado por el Estado.

Un dato: el 30% de las mujeres que se someten a un aborto no lo hace por primera vez

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Un dato: el 30% de las mujeres que se someten a un aborto no lo hace por primera vez. Y ahora, esta ley borra de los expedientes sanitarios los abortos con el consiguiente riesgo para la salud de la mujer.

El Gobierno trata de engañarnos hablando del reconocimiento del derecho de la mujer a disponer de su cuerpo, cuando más bien se trata de todo lo contrario: de la explotación del cuerpo de la mujer, ahora desde la minoría de edad. ¿Quién puede querer a un hijo más que sus padres? ¿En qué valores morales se concibe como positivo el aborto a escondidas en una relación padres-hija?

Padres que nunca se enterarán del infierno que atraviesa su hija. Hija que no tendrá la oportunidad de conocer a su hijo, ni verlo en una ecografía, ni oír el latido de su corazón (como sí es obligatorio en otros países más proclives a la cultura de la vida). Hija a la que, además, hurtan el derecho de reflexión de tres días antes del aborto. Y médicos que se verán inscritos en listas negras de objetores, persiguiendo, aunque lo niegue el Gobierno, la objeción de conciencia en la sanidad pública.

Las mujeres madres quedan, además, absolutamente aisladas de la sociedad y de todo apoyo en este difícil trance. Ya se ha prohibido actuar a los conocidos rescatadores que ofrecían frente a los abortorios una última oportunidad para ese niño y su madre; informaban de otras opciones; de las ayudas de asociaciones como la Fundación Madrina. Fundación, por cierto, que perdió 700.000 euros de subvención del Ayuntamiento de Madrid después de que el alcalde, José Luis Martínez Almeida (PP), cediera a la exigencia de Más Madrid para aprobarle los presupuestos: denegar esa subvención. El PP guarda, en el mejor de los casos, un silencio sepulcral sobre esta ley. Parece que, una vez más, sólo queda VOX.

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