La Opinión de Zamora

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David Gago

Días de perros

A pesar de la tregua del calor de estos días, los riesgos de incendio siguen exigiendo medidas de prevención en nuestro bosque y en nuestros barrios

Bosque de Valorio SAMUEL CHARRO

Un jadeo pausado e intermitente se ha ido convirtiendo en mi despertador veraniego. Con los párpados entornados miro de reojo y allí está Tera, como siempre, sobre su viejo sillón aparentando ser una esfinge egipcia. Desde hace semanas, cada vez que me desvelo en la madrugada o me despierto al amanecer, puedo oír su resuello y ver su lengua afuera intentando ahuyentar el calor. Mi perra es una venerable anciana que lleva con dignidad sus muchos años, pero ya no está para estos agostos, y menos aún para estos junios y estos julios tan intempestivos que le sirvieron de antesala. Hace quince años esta pequeña dálmata llegó al mundo y a mis brazos, un verano menos caluroso y menos inhóspito que éste, que la mantiene suspendida noche tras noche en un interminable duermevela.

Este año la canícula ha irrumpido con una furia inusitada. Mientras el hielo amenazaba con desaparecer y pasábamos las horas abotagados y abrazados al ventilador, hemos asistido a unos días de canícula que han sido especialmente calurosos y que han superado todas las previsiones. Sucesivas olas de calor sin precedentes han dejado al mes de agosto como actor secundario de un tórrido verano, y lo han convertido en una tibia secuela de unos meses de junio y julio implacables. Observar a Tera en su decimoquinto agosto, como se las ve y se las desea para conciliar el sueño, hace que estos “días de perros” adquieran un especial simbolismo.

Hemos alertado en estos días sobre el peligro que supone la proliferación de vegetación seca y el crecimiento de maleza en diferentes puntos de la ciudad. Lugares como las laderas del Consejo de Europa y Peña Trevinca

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Aunque nos vamos alejando a marchas precipitadas del solsticio de verano, y cada día podemos ver como la puesta de sol resta minutos a la tarde, los días de canícula aún no han llegado a su fin, ni el calor parece que nos vaya abandonar por completo. Por esta razón, en el último Pleno Municipal, los concejales socialistas presentamos una moción de urgencia informando del estado de abandono del Bosque de Valorio, y de la necesidad de tomar medidas en materia de protección, cuidado y prevención de incendios. Y, por el mismo motivo, hemos alertado en estos días sobre el peligro que supone la proliferación de vegetación seca y el crecimiento de maleza en diferentes puntos de la ciudad. Lugares como las laderas del Consejo de Europa y Peña Trevinca donde, al deterioro del mobiliario urbano, se suman los caminos intransitables por la maleza y los cardos y un riego por goteo inutilizado desde hace años.

Estos meses estivales ofrecen una ocasión idónea para hacer balance del estado de nuestra ciudad. A pesar de que el calor nos ofrece una tregua en estos días, los riesgos de incendio siguen exigiendo medidas de prevención en nuestro bosque y en nuestros barrios. Por todo ello, desde el Grupo Municipal del PSOE, hemos incluido en nuestras propuestas para los Presupuestos Municipales de 2023, medidas que contemplen la protección específica del Bosque de Valorio y que mejoren las dotaciones y el cuidado de nuestros vecindarios. Para contribuir a este objetivo, desde el PSOE de Zamora Ciudad estamos realizando una tarea de diagnóstico con las deficiencias y las oportunidades de mejora observadas “barrio a barrio” en toda la ciudad. Desde Peña Trevinca a San José Obrero, pasando por La Candelaria, Pinilla o San Frontis, los concejales socialistas vamos aunando propuestas para conseguir mejorar las condiciones de vida en todos nuestros barrios, que eviten situaciones de abandono endémico (como las de Rabiche o Peña Trevinca) y que puedan suponer un peligro para sus vecinos y para la ciudad en su conjunto.

Nos acercamos al final de la canícula, unos “días de perros” cuyos estragos han ido marcando a hierro y fuego nuestro territorio, pero no debemos aplazar medidas imprescindibles para proteger nuestros campos, nuestros bosques, nuestros jardines y nuestros parques. Esos lugares que nos recuerdan la riqueza de nuestro patrimonio natural, que nos dan vida y que hacen estos días de calor mucho más llevaderos. Sigo paseando con Tera por el Paseo de Las Merinas a diario y ya no me arrastra con la fuerza acostumbrada. Hasta hace poco tiempo parecía incombustible pero su energía ya no es la de antaño. Ella va descontando en el calendario sus últimos días perrunos, yo voy procurando disfrutar al máximo de su compañía y la canícula va desprendiendo sus últimas puestas de sol.

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