La Opinión de Zamora

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JOSE MARIA CARRASCAL

Claudio Rodríguez y otros poetas en el callejero de Madrid

La propuesta surgía generalmente de las asociaciones vecinales o grupos políticos y habría de hacerse con un argumentario convincente

Calle Claudio Rodríguez

Acaban de pasar unas fechas de celebración y aniversario, en las que vuelve a venirme a la memoria una larga conversación, acabada en amistoso desacuerdo, con Clara (Miranda). Y es que, aunque uno no perteneciese a ese primerísimo circulo de amistad con la popular y querida pareja, el vivir en Madrid y acudir a algunos lugares habituales facilitaba encuentros; con Claudio desde luego, pero también con Clara como ocurrió en un mediodía otoñal transitando por el barrio de Salamanca, aunque no recuerde con precisión el lugar.

Lo que no he olvidado es que, en las circunstancias de la aun reciente viudedad, después de los comentarios a tantos reconocimientos que estaba recibiendo, o a las atenciones de los amigos de Zamora, cómo mostraba su satisfacción por habérsele concedido a Claudio el nombre de una calle de Madrid; a lo que hube de manifestarle alguna duda de que fuese un acierto la elección de ésa precisamente, callando entonces cualquier inoportuno razonamiento. Porque, aunque el lugar pareciese privilegiado, (en La Prosperidad, donde vivió los últimos años y a los pies de las impresionantes Torres Blancas y de otros significados edificios), en el Callejero de la ciudad era irrelevante y nunca iba a ser mencionada, recordada; pues la calle, que va desde las calles Corazón de María a Clara del Rey, es muy corta sin apenes actividad ni tránsito. Es lo que estaba pensando, pues se daba la curiosa coincidencia de que, justamente en aquellos días, yo mismo me había implicado en gestionar la adjudicación también a un espacio público el nombre de otro laureado poeta: Leopoldo de Luis (Premio Nacional de Poesía 1979, Nacional de Las Letras 2003, antólogo, crítico….), mi ejemplar vecino de escalera, que actuaba como uno más sin que apenas transcendiese su inmensa actividad literaria; por supuesto que solía hablarme de Claudio y siempre bien, cuando se había encontrado con él en Velintonia, o en cualquier otro lugar y circunstancia.

Resalto intencionadamente que al lado de los estudiosos (IX Jornadas Claudio Rodríguez) y de los adictos lectores, hay esos colectivos que, junto a las dedicaciones más prioritarias, cultivan la actividad cultural

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En tal compromiso, y por mi colaboración en temas culturales con la administración municipal, hube de conocer la normativa de Madrid, que con alguna modificación sigue vigente, para la adjudicación del nombre de las calles: la propuesta surgía generalmente de las asociaciones vecinales o grupos políticos y habría de hacerse con un argumentario convincente para que fuese aprobada en el Pleno del Distrito para pasarla a la Concejalía de Cultura y la posterior conformidad de la Junta de Gobierno (Ayuntamiento). Por lo tanto, fue la Junta Municipal de Chamartín, y parece que a instancias de la activa asociación vecinal de la zona “La Prospe”, la que valoró y dio con la mejor voluntad el nombre a esa pequeña vía. ¿No había otros espacios? Y menos mal que lo hizo con la actividad que le define: Poeta Claudio Rodríguez. Como también dice el rotulo Poeta Leopoldo de Luis en el distrito de Tetuán, que impulsó la asociación vecinal correspondiente, para una nueva, frecuentada plaza, surgida de unos derribos e instalando en su domicilio un “rombo de la memoria” Ahora suele ya incluirse en las nuevas nominaciones la actividad de sus titulares: Poeta Joan Maragall, Maestro Ángel Llorca, Aviador Zorita etc. Para que al menos pueda saberse quién, qué era ese personaje y que no ocurra con nombres como el de José Hierro, ejemplo puntual por su centenario, que tiene una conocida, larga calle por Ciudad Lineal y no serán muchos los que sepan de él. Pero me estoy empezando a dispersar por una muy variada casuística, que incluso en casos concretos han dado lugar a enconados debates, cuando mi pretensión es recordar a Claudio en ese testimonio que también se materializa en unos convencionales rótulos.

Resalto intencionadamente que al lado de los estudiosos (IX Jornadas Claudio Rodríguez) y de los adictos lectores, hay esos colectivos que, junto a las dedicaciones más prioritarias, cultivan la actividad cultural, frecuentemente con muy laboriosas y tenaces gestiones. Caso paradigmático, que además conecta con los comentados en objetivos y en la proximidad territorial, es el de “El Organillo” la muy conocida y activista asociación de Chamberí, que consiguió cambiar el nombre de la estación “Metropolitano” en la línea 6 del Metro por el de Vicente Aleixandre. Porque allí cerca, en la calle que ahora lleva su nombre y antes era Velintonia, se encuentra todavía la casa donde vivió y abrió durante tantos años al mundo de la cultura el recordado Premio Nobel.

Que valga de ejemplo y estímulo y, aunque en absoluto pueda pensarse en cambiar el nombre de la estación Cartagena de la línea 7 del Metro, muy próxima a la calle Poeta Claudio Rodríguez, sí que en señalizaciones, pasillos o andenes cabría alguna presencia a la manera de las diversas actuaciones que hay por toda la red. También podría hacerse en a misma calle, que ahora se proyecta peatonalizar. Ignoro a quien correspondería decidir o tomar alguna iniciativa, aunque pienso que el Seminario Permanente C.R. tendrá algo que decir. Por mi parte intentaré contactar con la Prospe, oficialmente Asociación V. Valle Inclán, por recabar información y conocer su eventual disposición.

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