Ayer despedimos definitivamente a Eugenio Ratón. Eugenio es un amigo y un vecino de Sesnández.

El día 17 de julio, estando en Sesnández, a eso de las nueve de la tarde/noche, se nos echó el fuego encima de forma sorpresiva e inaudita. A dicho fuego lo denominaron de Losacio por ser allí donde se inició.

El fuego nos atacó con tal rapidez, violencia y voracidad que no nos dio tiempo ni a pensar ni, probablemente, a actuar con la serenidad que nos hubiera gustado. En unos minutos se produjo una desbandada nunca vista por aquí, y no sin razón, pues la lumbre rodeó en breves minutos el pueblo por los cuatro costados. Sólo algunas personas, seguramente más valientes, permanecieron en sus casas y contribuyeron a la salvación de las casas de la población, que fue lo único que nos quedó. Muchísimas gracias a ell@s.

A la hora de salir (con esa precipitación ya reflejada) yo vi al padre de Eugenio (el tío Daniel, con cien años ya cumplidos) y le pregunté por Eugenio. Él me respondió que estaba en el garaje sacando el coche para irse. Yo, entonces, ya me despreocupé y seguí, cogiendo el coche, también, para sacar a mi familia y algún vecino.

En ese momento alguien me dijo que no saliera hacia Tábara, pues la Sierra de la Culebra ya estaba en llamas. Consecuentemente tiré en dirección a Abejera, donde además tengo unos familiares. El fuego ya estaba prácticamente entrando entre las casas. Algunos jardines ya estaban en llamas.

Parece que Eugenio no tuvo la misma suerte y no se enteró de que el fuego ya había saltado a la Sierra de la Culebra, y salió en dirección a Tábara con su centenario padre. A partir de ahí, ya poco más sabemos; sólo que consiguió poner a salvo a su padre y que él resultó quemado en el 80% de su cuerpo. Que ha luchado por la vida durante un mes y que, finalmente, los daños sufridos han acabado con él. Descansa en paz.

Quisiera agradecerte tu empeño y esfuerzo por salvar a tu padre, que era también luchar por salvarnos a todos. Al mismo tiempo, quiero agradecer a tod@s los que también, al igual que Eugenio, se esforzaron por salvar a las personas y al propio pueblo. Todos fuisteis unos héroes y merecéis el reconocimiento adecuado.

Por cierto, mi familia y yo terminamos en Zamora, primero en la Ciudad Deportiva y, posteriormente, en Ifeza y quisiera reconocer públicamente y agradecer el trato y los cuidados que tuvieron con nosotros los voluntarios y las autoridades encargados del operativo de acogida. ¡Chapeau! Un ejemplo: durante las más de 48 horas que yo estuve en Zamora, prácticamente las 48 horas estuvo allí, a nuestro lado el alcalde, Francisco Guarido. Gracias a él y a todos los demás.

Y lo dicho, Eugenio, gracias por la lección. Nunca te olvidaremos.

Juan Manuel Río Andrés