La Opinión de Zamora

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Ricardo José Burón

¡Agua va!

“La depuradora fantasma”

Zona afectada

El 6 de febrero de 2018 fuimos bastantes los que, en Villanueva del Campo y alrededores, sentimos una gran alegría al leer como titular en La Opinión: “La CHD habilitará una depuradora ecológica de aguas residuales en Villanueva del Campo: La instalación tendrá forma de humedal artificial y está presupuestada en 572.000 euros para entrar en funcionamiento a lo largo de 2019”.

Hoy, cuatro años y medio después, vemos con resignación (aunque sin sorpresa, la verdad sea dicha) que no se ha efectuado absolutamente ninguna obra sobre el terreno; que sigue sin haber ninguna depuradora de aguas sucias; que los desechos del pueblo siguen corriendo libres por el regato de Valdehunco, haciendo que huela como la cloaca que en realidad es.

Figúrense estos días, con el calor, el aroma que hay en algunas de nuestras pocas alamedas, con un penetrante olor a heces humanas en el único cauce permanente en las cuatro mil hectáreas que conforman nuestro término municipal, que por estar donde estamos (en pleno corazón de Tierra de Campos) se caracteriza por la escasez de agua, pareciéndose más a un desierto que a un vergel.

Nuestro único arroyo no lleva agua, sino mierda. De nuestro único regato no pueden beber las ovejas. Ni sirve para regar huertas. Nuestro único riachuelo no tiene cangrejos. Ni ranas. Ni nada. Porque está muerto y arrastra muerte.

Nuestro único arroyo no lleva agua, sino mierda. De nuestro único regato no pueden beber las ovejas. Ni sirve para regar huertas

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Parece que esta situación no le importa a nuestras administraciones. O no les importa mucho. O no les importa lo suficiente. Y, si me apuran, tampoco parece importarle mucho a la mayoría de habitantes (permanentes y vacacionales) de nuestro municipio. ¿Para qué preocuparse de a dónde va nuestro lavavajillas, nuestra lejía, nuestras aguas mayores y menores? ¿Qué importa que el único arroyo del pueblo sea una cloaca a cielo abierto y en vez de agua arrastre una amalgama negruzca, ribeteada de espumarajos, que da auténtico asco a la vista y al olfato?

Nadie sabe nada. Nadie dice nada. Nadie hace nada.

La Confederación Hidrográfica del Duero indicó hace tres años, a petición del que suscribe, que no había asignación presupuestaria. ¿Nuestro Ayuntamiento? Tampoco sabe nada del asunto. ¿La Diputación de Zamora? Ni está ni se la espera. ¿La Junta? ¿El Ministerio para la Transición Ecológica? No saben. No contestan.

La última actuación de la que se tiene constancia es la publicación del estudio de impacto ambiental en el BOE hace, nada más y nada menos, que dos años largos (27 de abril de 2020).

Parece que a todo el mundo dentro de la política institucional se le llena la boca con los anuncios de nuevas actuaciones medioambientales, renaturalización, depuradoras, Pacto Verde Europeo, tralarí, tralará. Qué bien quedan esas noticias ante la opinión pública. Pero la cosa no cambia. Han pasado más de cuatro años y seguimos exactamente igual.

Aquí, el agua de nuestro regato sigue corriendo negra y oliendo a podrido. Sigue llevando espuma. Sigue siendo veneno. Pero ¿Qué más da? ¡Agua va! Y el que venga detrás (o aguas abajo), que arree.

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