La Opinión de Zamora

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Ángel Macias

El espejo de tinta

Ángel Macías

Callejón sin salida

Es nuestro destino no sorprendernos ya por tener, sistemáticamente, los peores datos socioeconómicos de España

Un joven abandona las oficinas del Ecyl. | Jose Luis Fernández

En el fin de semana con más fiestas en la provincia de Zamora. Con más población en todos y cada uno de nuestros pueblos y ciudades. En el fin de semana en el que después de los últimos años de pandemia, miedos y ausencias, los que quedan y los que vuelven se reencuentran y se abrazan y celebran la vida, la amistad y los orígenes, quizás no esté de más aprovechar la audiencia inusitadamente alta para estos lares y dar un nuevo aldabonazo en la puerta de entrada de las casas de nuestros pueblos que no es otra que la puerta de nuestras conciencias e historia.

Especialmente sensibles este año, por ser el de los incendios más trágicos y destructivos que se recuerden y por los que, aunque solo fuera por estética -hablar de ética quizás sea demasiado pedir-, deberían nuestros políticos regionales y nacionales habernos entregado alguna cabeza a modo de desagravio si no de ofrenda porque sigamos callados, siempre resignados y sobre todo votándoles para su bien y nuestra decadencia mientras nuestros montes se queman.

Claro que por qué nos iban a entregar PP, PSOE alguna cabeza o a exigirla los recientemente acomodados de VOX, darnos alguna explicación, otorgarnos alguna ventaja, tras la fatalidad de los incendios si nada pasa para la inmensa mayoría de los zamoranos tras el incendio demográfico que año tras año arrasa el presente y futuro de una provincia tan acostumbrada a estar a la cola. Si a los zamoranos lo único que les incomoda es que alguien, en el ámbito que sea, no sólo político, también empresarial, artístico o social, haga o diga las cosas de forma distinta, con perspectiva de vanguardia, con mirada global, con valor para dar el salto al futuro sin aspirar a ir pasito a pasito, detrás siempre del resto de territorios y a años luz de aquellos más avanzados, más prósperos y mejor enfocados hacia el futuro.

Es nuestro destino no sorprendernos ya por tener, sistemáticamente, los peores datos socioeconómicos de España. Los que estamos aquí lo tenemos asumido. Los que emigraron y son reivindicativos en sus territorios de acogida son silentes en lo referente a Zamora. Unos y otros lo damos por supuesto, total no somos los únicos. Formamos parte de algo más amplio que ahora, los mismos que no nos privilegian y siguen castigándonos, llaman la España Vaciada. En la cual ya no somos Zamora sino una amalgama informe de gentes y territorios al alcance de su utilización, electoral una vez más, por los mismos que buscan que sus representantes aquí sean simples mantenedores de la mansedumbre y feroces atacantes de cualquiera que pretenda moverse o mover algo más que la cabeza para asentir o las manos para aplaudir a unos líderes que solo son jefes, no conductores sociales.

¿Pesimismo? No. Estamos en fiestas, en reencuentros, en meriendas sin barbacoa y en “no quiero pensar en nada malo”, que bastante crudo tengo ya el resto del año en Madrid, Cataluña o el País Vasco. O ahí al lado, en Valladolid o León, que no están muy bien pero siempre reciben bastante más del salario de los pobres que cae, alguna que otra vez, en Zamora.

www.elespejodetinta.com

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