La Opinión de Zamora

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Editorial azul

El aumento de población saca las vergüenzas de Zamora

Manifestación sanitaria en Benavente LOZ

Este fin de semana la provincia duplicará su población al rozar los 250.000 habitantes. La llegada de emigrantes que eligen el pueblo antes que otro destino vacacional, unida a los turistas que optan por descubrir diferentes puntos de la geografía nacional animados por el adiós a las restricciones derivadas de la pandemia, hace que emerjan con más fuerza las carencias en servicios básicos que padece desde hace años Zamora, algunos sangrantes como la ausencia de atención médica, la falta de agua potable o la escasa o nula cobertura de Internet. Unos problemas que, lejos de encauzarse, empeoran cada agosto ante la pasividad de las administraciones que deberían ayudar a los ayuntamientos durante todo el año, en lugar de poner simples parches cuando ya poco más se puede hacer.

Una de las comarcas más afectadas por el aumento exponencial de su población es Sanabria. En el año 2012 sus habitantes contaban con diez facultativos, a los que se añadían cuatro de área y dos más de refuerzo. En estos momentos, una década después y con 5.000 cartillas más de desplazados en la Zona Básica de Salud, solo hay tres médicos. Las autoridades sanitarias ya han respondido a esta precariedad para mayor indignación de los vecinos: los consultorios locales de Sanabria permanecerán cerrados desde el 16 al 31 de este mes y será el Centro de Salud de Puebla el que centralice toda la atención sanitaria debido a la falta de personal. Es evidente que esa no es la solución, como bien saben los sanabreses. Galende, uno de los pueblos de la zona, no llega al millar de habitantes. Ahora mismo ya ha recibido a 10.000 más. Su alcalde, José Manuel Prieto, tiene claro todo lo que ello conlleva: “La atención telefónica se satura, la situación se convierte en catastrófica y al final se termina llamando al 112 de emergencias porque es la única solución”, explica tajante. Perspectiva similar es la que tiene el alcalde de Puebla, José Fernández Blanco, desde un municipio dimensionado para 1.400 personas, pero que en verano asume una superpoblación como centro neurálgico del turismo en la comarca. Figueruela, Fermoselle o Alcañices son otras de las localidades que acusan el aumento de desplazados.

Si importante es la Sanidad no menos necesario resulta el abastecimiento de agua corriente. Cierto es que la gran sequía de este año, las sucesivas olas de calor y la ausencia de la lluvia necesaria durante el invierno pesan como losas, pero el corte de agua en muchos pueblos es un problema recurrente cada verano y no es el momento de hacer sondeos en busca de aguas subterráneas. Esa labor debe realizarse en prevención muchos meses antes a fin de mitigar las restricciones que se sufren estos días. Y de nuevo las distintas administraciones deben arrimar el hombro para aliviar a esos pequeños ayuntamientos desbordados ante tantas carencias. En Uña de Quintana, que ha multiplicado por seis su centenar de vecinos, la situación es límite y solo se dispone de una hora de agua por la mañana y de media por la tarde. Con su alcaldesa, Beatriz Calabozo, intentan realizar un pozo de sondeo a contrarreloj, pero el tiempo pasa y se abastecen con ayuda de los camiones cisterna que la Diputación reparte en decenas de municipios y a lo largo y ancho de la geografía provincial. Los ayuntamientos hacen recomendaciones a través de bandos para un uso racional de este recurso hídrico. Pero solo sirve para confiar en la conciencia individual, algo complicado cuando se recibe a turistas y emigrantes que han esperado todo un año para viajar a estas poblaciones. La sequía no solo penaliza el abastecimiento en los hogares y establecimientos púbicos, sino también al ocio de muchas localidades que obtienen un beneficio extra con aquellos que disfrutan de sus ríos y embalses, y que ahora simplemente no van, como ocurre en Figueruela.

Cierto es que la gran sequía de este año, las sucesivas olas de calor y la ausencia de la lluvia necesaria durante el invierno pesan como losas, pero el corte de agua en muchos pueblos es un problema recurrente cada verano

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Agosto también es el mes del intenso tráfico, con una previsión de 69.000 desplazamientos de vehículos en la provincia solo durante este puente festivo. En Alcañices, punto de paso estratégico en la N-122, lo viven con angustia, sobre todo cuando se llega a ese cuello de botella que forman cientos y cientos de camiones y automóviles con el riesgo que ello implica para la población. Este tránsito, afirman los que viven en la villa, les reporta más problemas que beneficios a la espera de que el Gobierno central inicie, como ha prometido, los trabajos de la autovía A-11 a comienzos del 2023. Hasta que ese momento llegue, desconfían de las palabras.

Las zonas de sombra de Internet no es un lastre menor ya, que empeora con la masificación. En Galende lo padecen todo el año. Y en otros términos, como Vigo de Sanabria, hay que buscar el lugar apropiado para encontrar señal en el teléfono móvil o, en el caso de Otero de Bodas y Tábara, armarse de paciencia cuando desaparece la imagen de televisión. Este es el retrato de la Zamora de 2022, la que aún trata de superar las graves consecuencias de los últimos y devastadores incendios. A pesar de ello, siempre está la cara de la moneda. Los pueblos zamoranos viven emocionados este verano sus fiestas patronales con las calles repletas de personas. Eso compensa a sus gentes no solo desde el punto de vista anímico, sino también económico. Las consumiciones de las noches de estos fines de semana en un pequeño bar son las que permiten al establecimiento mantener sus puertas abiertas para que los jubilados tomen su café en noviembre. Pero sin olvidar la cruz de esa misma moneda, la que no debe quedar en el olvido para que la provincia recupere como mínimo lo que tenía hace tan solo una década como punto de partida para comenzar la remontada.

Una veintena de niños daba ejemplo del espíritu de lucha y reivindicación hace unos días cuando los pequeños decidieron salir en manifestación con pancartas por las calles de Olmo de la Guareña, un pequeño núcleo que en diciembre no supera el medio centenar de censados, y al que ahora han llegado hijos y nietos de familias oriundas para disfrutar de sus vacaciones. Esta vez no se trababa de médicos ni de agua, sino de sus legítimos intereses. Su clamor en forma de cántico se ha hecho viral tras la publicación de un vídeo en la web de La Opinión-El Corrreo: “¡Queremos más parque y más diversión… Injusticia… Manifestación!”. De momento, ya tienen el apoyo de la Diputación para materializar su anhelo.

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